* La pregunta por el ser (el "qué") trasciende al estímulo, es decir, trasciende la satisfacción de la necesidad, el placer o el instinto.

* La pregunta por el ser, que es propia de la especie humana, busca el "en-sí" de las cosas, más allá de lo que son "para mí."

* En efecto, la pregunta por el ser tiende a la estructura propia, la configuración, el funcionamiento; es decir, tiende a la FORMA: lo que es esencial, el quid.

* La esencia no está dada a los sentidos. No es un estímulo.

* A la esencia se llega, no por una percepción, sino por una abstracción cuyo resultado es real pero inmaterial.

* El alma humana es, también ella, una FORMA, pero tiene una característica única, si se la compara con las formas (almas) de los otros vivientes. El alma es una forma capaz de recibir formas.

* Puesto que las formas recibidas por el alma son inmateriales, la muerte (orgánica, corporal) no puede destruir el soporte de esas formas en el ser humano. Por ello es plenamente razonable afirmar que el alma es inmortal.