MelP_347-Josue_7_21
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Description
«Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé;...
show moreCuando Israel entró en la tierra prometida, toda la ciudad de Jericó estaba destinada a la destrucción. Desafortunadamente, uno de los soldados desobedeció el mandato claro de Dios, trayendo sobre sí y sobre el pueblo una maldición y provocando una subsiguiente derrota en la ciudad de Ai. Según describió el propio Acán su tentación, cuando vio los tesoros de Jericó, los codició. El oro y la plata deberían haber ido al tesoro del tabernáculo de Dios (6:19), pero Acán decidió que no pasaría nada si se quedara con un poco solamente. Después de todo, ¿no merecía él también enriquecerse un poco? Lo que me llama la atención de la historia es que Acán tenía todo enterrado bajo su tienda. ¿De qué le servía lo que había tomado? No podía ponerse la ropa babilónica y habría llamado la atención si de repente hubiera gastado el oro o la plata. Muchas veces la tentación funciona así. Deseamos algo, pero la realidad es que una vez conseguido nos damos cuenta de que realmente no nos llena como imaginábamos. Por eso es fundamental que resistamos toda tentación que amenaza nuestra relación con Él.
Que Dios nos dé fuerzas hoy para resistir las tentaciones que enfrentaremos y que nos acerquemos más a nuestro Señor en comunión. (David Bell)
Information
Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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