Settings
Light Theme
Dark Theme

Daniel-151 Dios cuida a los suyos

Daniel-151 Dios cuida a los suyos
Aug 8, 2023 · 9m 27s

Vimos en el capítulo 1 de Daniel cómo Dios cuidó a Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego cuando estos decidieron honrar a Dios con su dieta, y fueron fortalecidos y prosperados....

show more
Vimos en el capítulo 1 de Daniel cómo Dios cuidó a Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego cuando estos decidieron honrar a Dios con su dieta, y fueron fortalecidos y prosperados.

En el capítulo dos del libro de Daniel pudimos leer la narración del evento que llevó a Daniel al puesto de jefe de los sabios de Babilonia y gobernador de la provincia.

Nabucodonosor había tenido un sueño que ningún sabio de la corte había podido interpretar. Dios reveló a Daniel el sueño del rey y la interpretación del sueño, y este lo desveló a Naucodonosor.

Nos dice el texto que Nabucodonosor respondió humildemente y dio gloria al Dios de Daniel diciendo: “Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.”

Así es como Daniel había llegado a ocupar un puesto de liderazgo en el gobierno en Susa y cómo sus tres amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego llegaron a supervisar los negocios de la corte. Dios había cuidado de los suyos.

¿Se muestra siempre así el cuidado de Dios, haciendo que todos nuestros negocios vayan bien y poniéndonos en posiciones de honra? Veamos cómo Dios siguió cuidando a estos hombres que querían honrarlo.

Nabucodonosor había prosperado y su reino era fuerte. Para celebrar su grandeza, hizo que fabricaran un monumento hecho completamente de oro, y la alzaron en honor al rey; en la inauguración, este pidió que se pregonara: “Así ha dicho el rey, que “al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.”

Dios había protegido a Daniel y a sus compañeros, los había exaltado a una posición acomodada, pero ahora estaban siendo probados de nuevo. ¿Se postrarían ante este ídolo, o permanecerían fieles al único Dios, Jehová? ¿Los libraría Dios en esta prueba?

Sadrac, Mesac y Abednego rehusaron inclinarse ante esta estatua, y esto fue usado en contra de ellos por los caldeos que los odiaban. Leemos en Daniel 3:8,12 que “Algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos” diciendo “Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.”

Sadrac, Mesac y Abed-nego eran fieles a su Dios, y no iban a adorar una estatua, aunque esto significara deshonrar al rey. Para ellos era mucho más importante honrar al Dios del universo. No tenemos mención de Daniel en esta ocasión. Quizás estaba fuera de la ciudad supervisando algún asusto, o quizás no se esperaba de él que asistiera a tales eventos, pero vemos que no pudo hacer nada para ayudarlos.

Fueron traídos los tres ante el rey Nabucodonosor, y este les dio un ultimátum para que se postraran ante la estatua y no perecieran en el horno de fuego que les esperaba, mas ellos respondieron: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. (3:17-18)

Ellos esperaban que Dios los librara, pero estaban dispuestos a morir si era necesario; habían determinado permanecer fieles.

El rey, airado por la respuesta de los jóvenes, mandó que se calentara el horno siete veces más de lo que se solía calentar, y los sentenció a morir en el horno de fuego. “Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.”

¿Puedes imaginar la escena? Estos tres fueron echados con toda su ropa aún puesta, y aquellos encargados de arrojarlos perecieron del calor que del horno emanaba. Y Nabucodonosor, que estaba observando todo lo que estaba ocurriendo, se alarmó cuando vio que dentro del horno había no tres, sino cuatro figuras humanas. ¿Quién podría ser el cuarto? Nabucodonosor, acercándose todo lo posible para no arder él, y quizás al mismo tiempo pidiendo que se bajara la temperatura, llamó a estos varones: “Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid.”

¿Qué estaba pensando el rey en estos momentos para hacer esta petición tan extraña? ¿Acaso le vino a la mente a Nabucodonosor el poder de aquel a quien servían estos jóvenes? Lo había visto anteriormente a través de Daniel y estaba a punto de volverlo a ver.

Nos dice el texto que cuando el rey los llamó “Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.” “Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios” (3:27-28).

Una vez más, Dios fue magnificado, y los jóvenes prosperaron en el reino de Nabucodonosor. Dios les había permitido pasar por la prueba, pero los había protegido y sacado con bien. Me pregunto lo que hablaron estos tres jóvenes esa noche, cómo oraron dando gracias al Señor, y lo que compartieron con Daniel una vez pudieron verlo. ¡Qué contentos estarían!

En la primera prueba, la de la dieta, habían obtenido el favor del eunuco. En la segunda, cuando parecía que morirían por su compromiso con Dios, fueron protegidos y rescatados del fuego.

A veces Dios nos libra de la prueba, otras nos hace pasar por ella y nos saca más fuertes. Así fue en esta ocasión.

Sea de una u otra forma, debemos recordar que Dios siempre está con nosotros. Como la presencia de esa cuarta persona en el horno, cuando pasamos por la prueba, Dios nos acompaña.

Si estás pasando por una prueba, quizás incluso por haber escogido hacer el bien en alguna situación específica, no dudes de la presencia y protección de Dios. Puedo pensar incluso en personas en la historia de la humanidad que permanecieron fieles a Dios y no pudieron salir con vida de la prueba, pero sabían, como estos tres hombres confirmaron al rey, que vale la pena mantenerse fiel, porque los hijos de Dios tienen asegurada una vida después de la muerte física, la cual nadie puede quitar.

Siempre podemos confiar en que Dios nos cuidará hasta que estemos felizmente en Su presencia, y que nuestra lealtad a Él nunca será en vano. Siempre tenemos garantizada la recompensa de su compañía.
show less
Information
Author David y Maribel
Website -
Tags

Looks like you don't have any active episode

Browse Spreaker Catalogue to discover great new content

Current

Looks like you don't have any episodes in your queue

Browse Spreaker Catalogue to discover great new content

Next Up

Episode Cover Episode Cover

It's so quiet here...

Time to discover new episodes!

Discover
Your Library
Search