El episodio de hoy se lo dedicamos a Johannes Brahms y su Quinteto para cuerda No 2 en Sol Mayor Opus 111.
Este músico del romanticismo alemán fue compositor, director de orquesta y un pianista virtuoso. Nació en Hamburgo en el seno de una familia luterana y pasó gran parte de su vida profesional en Viena.

Sus obras revelan una consistencia general de calidad y singularidad estilística que rivaliza con los más grandes músicos de la historia como Bach. De hecho muchos hacen la comparación, notando las similitudes entre estos dos gigantes que se encontraban en la cima de sus respectivas épocas. Ambos compositores serían considerados al final de sus vidas como anticuados y fuera de su época, escribiendo música considerada cerebral y muy académica.

Como compositor de música de cámara de cuerdas, la gama de Brahms abarcaba desde las sonatas para violín y cello y los piano tríos hasta los quintetos y sextetos de cuerda.

Como Mozart, Brahms favorecía la combinación de dos violines/dos violas/un violonchelo para sus quintetos de cuerda. Una obra tardía, el estreno del Quinteto de Cuerdas en sol mayor, Op. 111 fue una sensación y data de 1890, o sea, de la última década de la vida de Brahms, que pretendía que fuera su última pieza musical, aunque más tarde produjo varias piezas para piano y las dos sonatas para clarinete o viola y piano.

Los sellos del compositor impregnan la obra en todos los niveles, desde los acentos cruzados y las hemiolas en el movimiento de apertura 9/8, hasta la melancolía agridulce del Adagio en Re menor. Típicamente brahmsiano es el intermezzo Allegretto, que sirve como sustituto del scherzo. El elemento folclórico húngaro del final nos recuerda el lado más ligero del compositor de las célebres Danzas Húngaras.

En cualquier caso, el quinteto en sol mayor es una pieza impresionante, de concepción casi orquestal, que crea el efecto de escuchar mucho más de cinco instrumentos.