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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con...
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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con cada enseñanza.
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Reflejos de su gloria
Reflejos de su gloria
20 SEP 2024 · La voluntad de Dios para sus hijos
Dios especifica Su voluntad para sus hijos. En 1 Tesalonicenses 4:3 leemos que su voluntad para nosotros es nuestra santificación.
¿Qué significa esto? Santificado significa “apartado.” Se refiere a algo escogido que se aparta para una función muy especial.
En Efesios 1:4 leemos: “nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,”
Este concepto es muy sencillo y cotidiano. Me gusta poner el ejemplo del cepillo de dientes. Solemos apartar nuestro cepillo de dientes para un único propósito, cepillarnos los dientes. Para ello debemos mantenerlo “santo” y sin mancha. No utilizaría ese cepillo para limpiar otra cosa que no fuera mis dientes. No quisiera que fuera utilizado para limpiar tampoco los dientes de otro, ¿verdad? Ese cepillo ha sido apartado, y lo mantengo limpio para que pueda cumplir su propósito.
Cuando somos santificadas, nuestra vida es apartada para la gloria del Señor y ha de mantenerse limpia y sin mancha.
La santificación es un proceso que comienza en el momento de la salvación y que continúa hasta que lleguemos a la presencia de Dios Padre.
¿Pero cómo somos santificados? No es nada que produzcamos nosotros con nuestro esfuerzo
2 Corintios 3:18 nos explica que es la obra de Dios en nosotros. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
Somos transformadas “de gloria en gloria” es decir, poco a poco, sin llegar a acomodarnos por lo que hemos conseguido, sino gozosas en Cristo, deseando crecer más en nuestra santidad. Debemos seguir mirando en la Palabra de Dios, como en un espejo, la reflexión de la gloria de Dios.
Jesús pide en oración por sus discípulos en Juan 17:17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
Mirando en Su Palabra podemos conocer al Señor y Su voluntad. Si no tienes tiempo para estudiar Su Palabra, no podrás experimentar la voluntad de Dios para tu vida.
Por la Palabra de Dios en Isaías 43:7 sabemos que hemos sido creadas por Dios para traer Gloria a Su nombre. Lo que trae gloria a Su nombre es nuestra salvación primeramente, como también vemos en 2 Tesalonicenses 2:14, y la santificación de sus hijos, como hemos leído en la primera carta. Esa es la voluntad de Dios para cada uno.
Nosotros debemos permanecer en la Palabra de Dios para ser santificados, y la santificación debe evidenciarse en nuestra vida: según el texto en Tesalonicenses, el que se santifica para el Señor, se aparta de fornicación (4:3), no agravia ni engaña en nada a su hermano (4:6), desecha la inmundicia y busca la santificación (4:7-8), ama al prójimo, (4:9-10), procura la paz, y se ocupa en sus negocios, trabaja con sus manos y se conduce honradamente para con los de afuera (4:11-12)
Leemos en el capítulo 5 cómo Pablo exhorta a los creyentes a respetar a aquellos que trabajan para el bien espiritual de los cristianos, a no ser ociosos, a alentar a los de poco ánimo y sostener a los débiles, siendo pacientes unos con otros en amor, (5:14). Les ruega que no den mal por mal, sino que elijan siempre el bien (5:15), a que mantengan el gozo en el Señor (5:16), y que oren sin cesar, dando gracias a Dios por todo.
El cristiano que está en proceso de santificación vive con la certeza de que Cristo vuelve, como anuncia Pablo a través de las dos cartas, y mientras lo espera, vive una vida que agrada a Dios. En Romanos 12:2 el apóstol decía:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Lo bonito es que el cristiano que busca la santificación diariamente, al mismo tiempo que cumple la voluntad de Dios, nota que su relación con otros es mucho más agradable y constructiva. La voluntad de Dios resulta ser buena, agradable y perfecta.
El mismo Dios de paz nos santifique por completo; y todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que nos ha llamado, el cual también lo hará. (2 Tesalonicenses 5:23-24)
19 SEP 2024 · Primera carta a los Tesalonicenses
Esta carta es la primera de todas las epístolas de Pablo. Escrita durante su segundo viaje misionero, la carta iba dirigida a los creyentes en Tesalónica, ciudad romana cosmopolita, capital de provincia y situada en la costa del mar Egeo.
En Hechos 17 leemos de la llegada de Pablo a la ciudad de Tesalónica, después de haber compartido el evangelio en Filipos. Parece ser que Pablo estuvo allí unos meses. Lucas comparte que un buen grupo creyó en Cristo, judíos, y gentiles de diferentes nacionalidades. Sin embargo, Pablo tuvo que salir de la ciudad precipitadamente porque “los judíos que no creían,” viendo la obra del evangelio “causaron gran alboroto,” nos dice el texto.
A pesar de los disturbios, los que habían creído en Tesalónica no habían sucumbido a las amenazas de los que luchaban contra la verdad de Cristo. Al contrario, cuando Pablo escribe desde Corinto, de gracias a Dios por los creyentes de Tesalónica, por su amor y dedicación al evangelio. En los versículos 8 y 9 del primer capítulo los alaba por la forma en que han compartido el mensaje de salvación, diciendo:
“Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada; porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,”
Pablo, desde Corinto, recibía noticias de que los nuevos creyentes de Tesalónica seguían fieles y creciendo en el Señor. Él quería ir a visitarlos, pero al no serle posible, había pedido a Timoteo que fuera él, y Timoteo había vuelto a Corinto trayendo un buen reportaje de la obra de Dios entre los tesalonicenses, incluso durante momentos de persecución. Leemos en el segundo capítulo (13):
“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. Y dice también:
“Vosotros sois nuestra gloria y gozo.”
Y en el capítulo 3, tras haber recibido noticias de parte de Timoteo, Pablo dice:
“porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor.”
Pablo había sufrido persecución por compartir la Palabra, y los cristianos de Tesalónica también, mas lo que los mantenía firmes era el saber que todos tenían puesta su fe en el mismo Salvador, Jesucristo.
El peligro era real, mas la esperanza también. Por lo que Pablo cierra el capítulo 3 con estas palabras:
“Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos—” Todo esto para que sus corazones fueran afirmados, “hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.” Con este mismo deseo acaba la carta el apóstol.
Como cristianos, vivimos para la gloria de Dios, y nuestro deseo ha de ser que cuando lleguemos a la presencia de Dios, podamos ser recibidos con las palabras: bien hecho, siervo fiel.
Que sea ésta nuestra oración al leer la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” (1 Tesalonicenses 5:23-24)
18 SEP 2024 · Asidos de la Cabeza
Pablo escribía a personas que habían conocido a Cristo. Los que antes vivían bajo religiones que marcaban el comportamiento que debían seguir sus fieles, ahora vivían para agradar a Dios. Esta nueva forma de vida no dependía del cumplimiento de ritos y normas. La nueva condición se reflejaba en una vida ordenada, pero no porque la salvación del alma dependiera de la obediencia a leyes. La salvación del alma la habían obtenido al depositar su fe en Cristo, y el poder de Dios había transformado cada vida. Ahora ya no tenían que sucumbir a las tentaciones del pecado. Como vimos en la carta a los Gálatas, tampoco podían confiar en sus buenas obras ni tenían por qué depender de estas para su bienestar espiritual.
Como en Gálatas, en Colosenses 2:20-23 Pablo explica que habiendo sido salvos de la ley y el pecado, ¿por qué seguiría alguien con todas estas ataduras?
“Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.”
Pablo explica aquí que todo esfuerzo que pueda hacer una persona por mejorarse a sí misma puede tener algo de provecho humano pero nadie puede obtener la salvación del alma por su propio esfuerzo, por muy bueno que sea. Por tu esfuerzo y disciplina puedes llegar a ser considerado sabio y tener buena reputación ante la gente, pero el apóstol declara que todos estos esfuerzos humanos no tienen en realidad ningún valor incluso contra los apetitos de la carne. Puede decir esto porque no hay humano que pueda vivir toda su vida en completo control de sus emociones y acciones. Tarde o temprano llegamos a una situación en la que perdemos el control y hacemos aquello que nos habíamos propuesto no hacer. El único en la historia de la humanidad que puede decir que ha vencido la carne es Cristo. Él no cayó en ningún momento de tentación, y es el único del que podemos afirmar que jamás pecó.
El versículo 19 del capítulo 2 explica que la manera de vivir una vida cristiana victoriosa es “asiéndose de la Cabeza.” El versículo explica que necesitamos estar asidos de Cristo para poder crecer. Es “en virtud de (Cristo) que todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.”
Solo cuando hemos llegado a formar parte del cuerpo, que es la iglesia de Cristo, podemos permanecer bien conectados al que es la Cabeza, “asidos de Cristo”, y así permanecer firmes. En ese momento, podemos, como dice en el capítulo 3, hacer morir lo terrenal en nosotros, “cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,”
No quisiéramos causar ira a la Cabeza, ni vivir en desacuerdo con esta. Creo que estaríamos de acuerdo que en un cuerpo mortal, cuando no hay buena conexión entre la cabeza y el resto del cuerpo, tenemos un serio problema funcional. De la misma manera, el Cuerpo, que es el conjunto de personas que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador, queremos mantener una relación coherente y pacífica con la Cabeza, que es Cristo.
Para que cada parte el cuerpo pueda funcionar en armonía, es imprescindible que cada uno de nosotros estemos constantemente conectados a la Palabra que Dios nos ha dejado. A través de la Biblia podemos conocer a Dios y descubrir su voluntad. Así que Pablo les deja este consejo de vida en Colosenses 3:16-17:
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.”
Esta preciosa armonía hace que el cuerpo funcione para la gloria de Dios. Cada uno estudiando la Palabra de Dios, enseñándonos y animándonos unos a otros, alabando al Señor en nuestros corazones y compartiendo su alabanza unos con otros, y llevando cada pensamiento o acción a Dios, de forma que todo lo que hacemos o no hacemos, es para traer gloria al Padre por medio de la Cabeza que es Cristo.
Gracias a Dios por este precioso misterio, por este perfecto plan. Vivamos en unidad y armonía para proclamar su gloria.
17 SEP 2024 · ¿Quién es el Cristo?
Las epistolas nos describen la deidad de Cristo de una manera espectacular. Si en algún momento te has preguntado o te han preguntado quién es Jesucristo, la carta a los Filipenses te lo describe de manera concisa y precisa y Colosenses también nos habla claramente de su deidad.
Jesús no fue tan solo un buen hombre que vivió hace unos dos mil años, que ayudaba a los necesitados y denunciaba las injusticias sociales, como algunos lo describirían. Si vamos a aceptar la figura de Jesús, la cual está científicamente probada, debemos aceptarlo como la Palabra de Dios lo presenta. Alguien ha dicho que si no aceptamos que Jesús murió en la cruz y resucitó al tercer día, como él mismo afirma, entonces no podemos considerarlo un buen hombre, porque sería un mentiroso engañador.
La Biblia presenta a Jesucristo como el Mesías, un título que significa “el ungido”. Como el Ungido de Dios, Jesús es la prometida simiente de Abraham que sería para bendición de todas las familias de la tierra. Las escrituras se refieren a él también como Hijo de Dios, hijo de Hombre, el Salvador, el Cristo, Emanuel (Dios con nosotros), o Logos (el Verbo).
Jesucristo es enteramente Dios y enteramente hombre. Por este motivo es el único que puede ser el Mediador entre Dios y los hombres. Cuando vivió en la Tierra, tuvo las mismas necesidades que cualquier ser humano; la única diferencia es que no pecó.
Jesús también es completamente Dios.
Algunos quieren explicar al Cristo desde una perspectiva limitada a la capacidad humana y pecan al negar que Jesús es Dios. En el capítulo 2:9-10 Pablo afirma la deidad de Cristo con estas palabras: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”
Las palabras “toda la plenitud de la Deidad” dejan bastante clara la naturaleza divina de Dios. Mas Pablo describe su Deidad aún con más detalle en Colosenses 1:15-20:
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”
Esta descripción no deja lugar a duda. Cristo es la imagen misma del Dios invisible. Es también el creador de todas las cosas, en los cielos y en la tierra, y es también el que sustenta la creación. No solo ha creado todo, sino que hace que todo subsista. Cristo es además la cabeza de la iglesia, siendo Él el origen de la salvación y el medio por el cual somos salvos. En Él habita toda la plenitud, y por eso puede ser él el mediador, habiendo hecho la paz entre Dios y el hombre por medio de la sangre de su cruz.
Es por esto que puede presentarnos, como dice el versículo 22, “santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;” No que nosotros seamos perfectos cuando recibimos el perdón de Cristo, sino que por medio de su redención, Él nos presentará en el día final santos, sin mancha e irreprensibles delante del trono. Es obra de Cristo, y no nuestra.
Es una bendición poder confiar plenamente en Dios, pues el trino Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo nos ha dado la vida aquí en la Tierra y ha provisto la salvación eterna para sus hijos.
16 SEP 2024 · Colosenses
Pablo escribió la carta a la iglesia de Colosas desde prisión. Epafras, pastor de la iglesia, había compartido con Pablo lo que el Señor estaba haciendo entre los colosenses. La iglesia estaba creciendo a pesar de la presión que los creyentes recibían de judaizantes y de la influencia de las creencias paganas de la cultura que los rodeaba. Leemos en el primer versículo que Timoteo estaba con Pablo cuando escribió la carta que iba dirigida a aquellos que habían confiado en Cristo y se congregaban en la iglesia de Colosas. Sin embargo, en el capítulo 4 Pablo les dice que debían compartir la carta con los creyentes de Laodicea, y leer ellos la carta que Pablo les había enviado. Algunos creen que la carta que Pablo envió a los Laodicenses era una copia de la misma carta que envió a los Efesios. Existe una copia antigua de la epístola que no tiene el título, indicando posiblemente que otras iglesias también recibieron la carta.
Pablo no había estado en Colosas y no conocía a la iglesia. Había oído de ellos, y en sus oraciones daba gracias a Dios por los creyentes ahí, por la fe que estos tenían y por el amor con que la demostraban. En el capítulo 2 Pablo les dice: “Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
La carta a los colosenses y la carta a los Efesios tienen mucho en común. En ambas encontramos a Pablo dando gracias por los hermanos y orando por ellos, para que pudieran crecer en el conocimiento de Dios y así vivir una vida digna del evangelio.
El apóstol entendía bien que para vivir como Dios quiere, primero tenemos que conocer bien a Dios. Como en la carta a los efesios, la primera parte presenta la doctrina, o lo que llamaríamos la teoría, y la segunda parte nos muestra la aplicación de dicha doctrina.
En el capítulo 1, leemos cómo el Padre nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; y “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Colosenses 1:12-14)
En Cristo, estamos completos. Hemos sido perdonados, nuestra deuda anulada; y ahora nuestra vida y esperanza descansan en la plenitud de Cristo, y Él nos completa. En Colosenses 3:4 leemos que “Cuando Cristo, se manifieste, entonces [nosotros] también [seremos] manifestados con él en gloria.”
Basado en esa verdad, Pablo les dice:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.” (Colosenses 3:1)
Esta plenitud que tenemos en Cristo se manifiesta en una vida nueva, caracterizada por el fruto del Espíritu Santo y demostrada en nuestra relación con otros, comenzando por los de nuestra casa y extendiéndose a aquellos con los que tenemos contacto.
Con la imagen de un cambio de ropa, el apóstol enseña:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.”
Dios, el cual nos ha ofrecido su perdón, paz y amor, es el que nos capacita para amar a nuestro prójimo. Gracias a Dios por amarnos y completarnos en Cristo.
13 SEP 2024 · “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Jeremías 33:3
¿Oras cada día, pero sientes que tu vida de oración no es todo lo que podría ser? Lo cierto es que nuestra sociedad corre y no dejamos tiempo para la meditación verdadera, y la oración íntima.
Las oraciones cortas sin cesar son buenas, pero no tienen el mismo efecto en nuestras vidas de un tiempo íntimo con Dios. El Señor nos reta a clamar a Él, a pasar tiempo intencionado con él en la intimidad de la oración.
El profeta Jeremías tenía la difícil labor de proclamar el castigo que el pueblo de Israel iba a sufrir por su rebeldía. Habían dejado a Dios, la fuente viva, y habían cavado cisternas rotas que ni siquiera podían guardar el agua. Habías cambiado los manjares de Dios por las migajas de los pueblos de alrededor. Se habían rebelado contra el alfarero que los había hecho y este tendría que hacerlos una bola de barro para poder formarlos a Su voluntad. Jeremías dio el mensaje, y en lugar de arrepentimiento del pueblo, lo que recibió fue encarcelamiento.
En el capítulo 32 Jeremías ora a Dios, una oración preciosa que te invito a leer. Jeremías había obedecido a Dios y acababa de comprar un trozo de tierra cuando todo parecía perdido para el pueblo de Israel. Y ahora alababa a Dios en fe y proclamaba: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;” (32:17)
Dios contestó, porque Él siempre contesta. Y le reafirmó que igual que enviaría el castigo por la desobediencia, traería restauración al pueblo cuando se arrepintieran. En Mesías traería salvación a su pueblo. Dios cumpliría su promesa, de eso no había duda.
En Jeremías 33:14 dice Dios: “He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.” El Señor tenía un plan perfecto, y Jeremías podía descansar en esto.
Cuando sientas que todo está perdido. Cuando creas que no hay esperanza, para y contempla a Dios.
Clama a Él, porque todavía tiene cosas grandes y ocultas que mostrarte. No desestimes el poder de la oración en una vida y el efecto que puede tener en un pueblo entero.
Te invito a tomar tiempo para leer diferentes oraciones en la Biblia. Examinemos nuestra rutina de oración a la luz de la Palabra y pidamos a Dios que nos enseñe a orar diariamente.
¿Hay algo difícil para Dios? Obedece su Palabra y clama a Él.
12 SEP 2024 · Mateo 6: 9-13: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Al llegar a la conclusión del estudio de la oración modelo, quisiera contemplar el contenido y el motivo de la oración.
¿Por qué orar?
Hemos visto por qué cosas podemos orar, pero debemos analizar también el motivo por el que venimos a Dios en oración.
Primeramente repaasemos ¿Por qué cosas podemos orar? Hemos visto que por cualquier cosa, por el avance del reino de Dios, por nuestras necesidades espirituales y por las de los demás, por nuestras necesidades físicas y por las de otros, o por protección del mal y del maligno.
No siempre vamos a incluir cada uno de los apartados de esta oración, sino más bien Jesús nos presenta los diferentes tipos de oración con que podemos venir al Padre.
Tenemos en los evangelios múltiples oraciones de Jesús, y muchas veces eran cortas y específicas. Tenemos también constancia de que Jesús habitualmente se apartaba a orar, y así debemos nosotros también tener momentos dedicados a la oración. Estos momentos son importantes cuando tenemos necesidades que presentar a Dios y cuando no las tenemos también.
Ahora puede que te preguntes el motivo de orar en cualquier situación.
¿Por qué debemos orar?
Porque dice Jesús en Juan 15: “separados de mí, nada podéis hacer”.
En primer lugar, al venir a Dios en oración estamos reconociendo la persona de Dios como nuestra autoridad divina. Cuando oramos, estamos evidenciando que nosotros no tenemos el control, pero Dios sí. Mostramos nuestra dependencia de Dios y voluntariamente nos sometemos a su autoridad, aceptando su voluntad en nuestra vida.
En segundo lugar, la oración glorifica a nuestro Padre celestial. Dios ha diseñado el método de la oración para que nos comuniquemos con él. No pide que le traigamos ofrendas, que cumplamos con ritos o que le ofrezcamos sacrificios. Como leemos en 1 Samuel 15, el Señor se complace más bien en nuestra obediencia. Proverbios 15 8 añade: “El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; Mas la oración de los rectos es su gozo.”
En tercer lugar, oramos porque así vemos más claramente cómo obra Dios en nuestra vida. Cuando expresamos nuestras necesidades, es más probable que reconozcamos la bendición de la oración contestada. Me encanta ese momento en que veo claramente que Dios ha oído y contestado mi oración. Sabemos que siempre nos oye, pero al recibir contestación sentimos un vínculo especial con nuestro Padre.
Así que, ¿Por qué oramos? Oramos porque por medio de la oración vivimos en sumisión a Dios, en adoración a nuestro Padre, y conscientes de Dios y su obra en nuestras vidas. La oración es un privilegio porque por gracia tenemos acceso directo al Padre.
“Padre nuestro, vengo a ti porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
11 SEP 2024 · “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.”
Una de las bendiciones de la oración es que podemos pedir la protección individualizada de Dios. Esto es un privilegio que tenemos los hijos de Dios.
Esta petición de protección tiene dos caras.
Por un lado, podemos pedir a Dios que no entremos en tentación. Todos vivimos rodeados de maldad. La Biblia presenta claramente que este mundo que Él creó perfecto está maldecido por el pecado. Hay quien rápidamente echa la culpa a Satanás, o a Adán y a Eva, pero cuidado, porque cada uno de nosotros nos hemos rebelado contra Dios y necesitamos el perdón por nuestros propios pecados, y protección de nuestra propia necedad.
Es cierto que como dice Efesios 6:14: “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Pero es mi experiencia que en muchas ocasiones no necesitamos a nadie que nos tiente, sino que como dice Santiago, “cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. ” (1:14)
Así que debemos orar y velar, para que no entremos en tentación de pecado.
Pero la oración modelo presenta una segunda parte, la otra cara de la moneda. Esto es que Dios me libre de todo mal. A ninguno nos gusta pasar por situaciones difíciles. Cuando contemplo la historia de Job, siempre le pido a Dios que por favor me proteja de la tentación y del maligno. Según la oración que Jesús compartió, es una petición legítima.
Que nos libre de las malas influencias, y si hemos de enfrentar la tentación, que nos libre del mal y del maligno.
Pablo presenta esta protección completa en 1 Corintios 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” No importa que nosotros no podamos resistir la tentación solos, porque Él está con nosotros, y si tenemos a Cristo de nuestro lado, somos más que vencedoras (Romanos 8:37). No perdamos de vista las salidas que Dios nos ofrece. Si estamos cogidos de la mano de nuestro Salvador, Él nos librará del mal.
”Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,” dice Hebreos, “sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
Jesús, siendo 100% hombre, experimentó como todo ser humano la tentación y el sufrimiento. Más siendo 100% Dios pudo resistir sin pecar.
Asidos de Cristo , podemos afirmar con el salmista: “El SEÑOR te guardará de todo mal; él guardará tu vida. El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.” (Salmo 121:7-8)
10 SEP 2024 · Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
El perdón es una parte preciosa de la oración. Nuestra primera oración al Padre es la oración de arrepentimiento del pecador que viene a Dios a través de la obra de Cristo en la cruz. 1 Juan 1: 9 nos promete que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
Todo aquel que viene a Dios arrepentido recibe perdón de pecados. Y cada uno de nosotros que hemos venido a Dios debemos mantener nuestra relación con el Señor al día, porque no podemos ir al Padre confiadamente si tenemos pecados no confesados. Isaías 59:2 dice “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios” y en Salmo 66:8 dice el salmista: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría escuchado; Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica.”
El arrepentimiento y el perdón deberían estar presentes en nuestras vidas contínuamente.
No tenemos excusa para dejar que nuestro pecado nos separe de Dios, porque Cristo ya pagó por el pecado. Mantengamos abierta la línea directa al Padre.
Muchas veces estos pecados que nos distancian están relacionados con nuestra falta de perdón a los que nos rodean. El Señor dice “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos las deudas a nuestros deudores.” Es importante que al ir a Dios en oración no tengamos deudas de perdón. Santiago 5:16 dice “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”
¿Está siendo eficaz tu oración? Quizás necesites saldar cuentas. Recuerda: El arrepentimiento y el perdón deben formar parte de tu día a día. No acumules deudas.
Jesús dijo a sus discípulos en Lucas 17: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.”
Esto refleja esa práctica del perdón continuo. No es nada fácil, y vemos en este pasaje que “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.” Estos no son dos textos separados, y es que necesitamos confiar en Dios para poder perdonar ofensas. Si no, podemos sentir que si perdonamos cada vez que nos piden perdón, puede que se aprovechen de nuestro perdón. Pero si confiamos en que Dios está protegiéndonos, podemos perdonar como él nos perdona.
Mantén tu cuenta al día, pide perdón y perdona, y disfruta de una relación contínua con el Señor.
9 SEP 2024 · “Vosotros, pues, orareis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”
Hoy estaremos viendo la frase que describe la mayor parte de las oraciones: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Cuando alguien te pide que ores por ellos, suele ser para que Dios les ayude con algo. Solemos ir al Señor a pedir que supla nuestras necesidades.
Lo cierto es que a Dios le agrada que sus hijos vayan a él cuando tienen necesidad. El Señor Jesús dice en Lucas 11:9: “yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” Esto es una bendición de la que podemos disfrutar los hijos de Dios.
Quisiera diseccionar la frase para ver lo que el Señor Jesús nos está enseñando aquí. Como hemos visto anteriormente, esta frase no es exhaustiva, y abarca mucho más que la simple petición del pan para el día en el que estamos. En esta frase tenemos representadas todas nuestras necesidades.
En primer lugar aprendemos que debemos orar por nuestro pan para el día, aquello que necesitamos nosotros para el sostenimiento diario. La mayoría de nosotras vivimos en un mundo en el que no solo tenemos lo que necesitamos hoy, sino que tenemos nuestras necesidades cubiertas a largo plazo. Eso lo deberíamos ver como un lujo, una bendición de Dios.
Es en los momentos en que no tenemos para comprar lo que necesitamos hoy que nos damos cuenta de lo mucho que Dios nos ha dado.
Y el versículo 31 de Mateo 6 dice: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Porque Dios que cuida de las flores del campo y de los pajarillos, también cuidará de nosotros.
Pero lo cierto es que eso nos suele parecer poco. 1 Timoteo 6:8 nos exhorta a: “que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”
El texto de la oración dice “el pan de hoy, dámelo hoy.” Si hoy tenemos suficiente para hoy, debemos agradecer a Dios por haber provisto, y no preocuparnos por lo que comeremos mañana.
Por eso debemos venir a Dios agradecidos, y con confianza, presentarle nuestras peticiones, sabiendo que el Señor “sabe de qué cosas tenemos necesidad.” (Mateo 6:8).
Continúa el texto diciendo: “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”
Ahora bien, quisiera lanzar una advertencia para aquellos que puedan pensar que como Dios ha prometido proveer para sus hijos, no deberíamos preocuparnos por proveer para ti y los tuyos mañana y al siguiente día. Algunos justifican la falta de organización porque al fin y al cabo, Dios nos dará cada día lo que vayamos necesitando. Esto no es fe, sino falta de discernimiento.
Antiguamente se cobraba por día de trabajo, pero aún así, Dios enseñó a apartar de esto la décima parte en agradecimiento a Dios y el resto, utilizarlo sabiamente, considerando la idea de guardar para cualquier necesidad inesperada o para ayudar a otros.
Hoy en día cobramos mensualmente. Con más motivo debemos organizar el dinero que Dios nos da por medio de nuestro trabajo para poder dar a Dios, para suplir las necesidades diarias de todo el mes y no ser una carga a nadie. Proverbios 31 alaba a la mujer que no tenía que preocuparse porque estaba preparada para cualquier eventualidad.
En conclusión, Dios quiere que confiemos en Él para suplir nuestras necesidades, pero también desea que seamos mayordomos responsables de lo que Él nos da, para que podamos ser generosos unos con otros.
Gracias a Dios por la oportunidad de trabajar, y por su provisión diaria en cualquier circunstancia.
Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con...
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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con cada enseñanza.
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Author | David y Maribel |
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