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Reflejos de su gloria

  • Romanos-084 Vivificados

    10 MAY 2024 · Quisiera que reflexionáramos hoy sobre el poder que opera en cada cristiano desde el momento de la salvación en Cristo. Romanos 8:10-11 presenta una preciosa verdad; dice así: “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Aunque Romanos 8 siempre ha sido mi capítulo favorito en toda la Biblia, este versículo cobró gran importancia para mí no hace muchos años. El capítulo ocho está dividido en muchas Biblias en dos secciones, una que han titulado Viviendo en el Espíritu y una segunda llamada Más que vencedores. Esto hace que en nuestra mente separemos estas dos secciones, pero propongo que el único motivo por el que podemos ser vencedores es por el Espíritu que mora en nosotros. El texto nos dice que si Cristo está en nosotras, a pesar de que este cuerpo mortal sigue influenciando nuestra vida diaria, tenemos al Espíritu Santo del Dios del cielo en nuestro interior, dándonos vida. Por si no has parado a reflexionar en esta fascinante verdad, te invito a indagar conmigo en la verdad que nos está comunicando el apóstol. El versículo 11 dice: “si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en ti, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también tu cuerpos mortales por su Espíritu que mora en ti.” ¿Quién es ese Espíritu que mora en nosotros? Es “el Espíritu que levantó de los muertos a Jesús.” Es un Espíritu capaz de dar vida a un cuerpo muerto; tiene victoria sobre la misma muerte. El apóstol continúa diciendo que es Dios mismo es el que vivifica tu cuerpo mortal a través de Su Espíritu. Este texto no da pie a pensar que el Espíritu Santo en el interior de un cristiano tiene grados de poder. El Espíritu Santo que mora en tu interior es el mismo que levantó a Jesús de la muerte. Algunas personas temen dar su vida a Cristo porque creen que Dios no podría perdonar y cambiar a alguien así. Este texto te pregunta: ¿Acaso piensas que el Espíritu no puede darte vida a ti? Este es el Espíritu que levantó de los muertos a Cristo Jesús, la resurrección que ha provisto vida para todo aquel que la desee. ¿Dudas de la salvación en Cristo? Dicen los versículos 15-17: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” La obra de salvación es completa y es afirmada contínuamente por el Espíritu Santo. Si has aceptado la obra de Cristo en tu favor, pídele que Su Espíritu dé testimonio a tu mente y corazón. El Espíritu Santo debería darte la seguridad de que por la gracia de Dios eres hija y heredera de la gracia. Cuando estés pasando por tribulaciones; cuando las batallas en tu vida te produzcan temor o ansiedad, recuerda que si Cristo está en ti, mora en ti el mismo espíritu que dio vida al cuerpo inerte de Jesús. Si el Espíritu hizo esto en Él, ¿por qué habríamos de sentir este miedo y ansiedad? El versículo 18 nos anima diciendo: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Esta tribulación que estás pasando es momentánea, pero la gloria futura es eterna. No dejes de comunicarte con tu Creador y Salvador, porque este mismo Espíritu es el que nos ayuda a ir a Dios en oración, ayudándonos a pedir como conviene, e intercediendo por nosotros con gemidos indecibles” nos dice el versículo 26. Aprovechemos la bendición de tener al Espíritu Santo de Dios morando en nuestro interior, pues este que es poderoso para levantar de los muertos es el que vivifica nuestro ser.
    6m 57s
  • Romanos-083 Los muertos no desean

    9 MAY 2024 · Romamos 6:6-7: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.” El capítulo 6 de Romanos presenta un argumento muy interesante. El apóstol Pablo ha estado explicando que cuando el pecado abunda, la gracia de Dios es aún más abundante. La gracia de Dios, Su favor hacia el ser humano cuando este no lo merecía, es mucho mayor que cualquier mal que el hombre pueda cometer. Sin embargo, esta verdad no puede llevar a nadie a la conclusión de que podemos pecar todo lo que queramos.  Pablo expone este pensamiento falaz en los primeros versículos del capítulo: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” Pablo propone que si hemos recibido la salvación de Cristo, hemos muerto al pecado. Los siguientes versículos explican que en el momento de nuestra identificación con el Salvador, hemos dejado nuestro viejo ser esclavizado al pecado y hemos nacido a una nueva vida.  Esto está claramente ilustrado en el bautismo que presentan los evangelios, representando nuestra muerte y resurrección con Cristo. Bajamos a las aguas del bautismo ilustrando la muerte al pecado, y subimos, representando una vida nueva en Cristo.  Hay una historia conocida de un hombre que limpiando la iglesia encontró una pipa de fumar en el bautisterio. Llevaba unas iniciales que coincidían con un señor que acababa de bautizarse el domingo anterior, así que fue a entregarle el objeto perdido. Sin embargo, este señor que había sido bautizado examinó la pipa y le respondió: “No, esto no me pertenece.” ¿Qué raro?, dijo el conserje, lleva sus iniciales. El señor le insistió: “Puede que perteneciera al hombre que entró en el bautisterio, pero desde luego no pertenece al hombre que salió de allí.” Él había recibido una vida nueva cuando recibió a Cristo, y ahora lo hacía evidente con ese gesto en el momento de su bautismo público.  En esta nueva vida, las cosas a las que antes no podíamos decir que no, ahora no nos llaman la atención. ¿O sí? En principio el pecado ya no debería tener dominio de nuestro ser. El título de esta reflexión puede sonar extraño, pero lo cierto es que cuando alguien ha muerto, ya no experimenta deseos; no tiene la tentación de comer o hacer aquello que antes hacía. Sin embargo, es evidente que aún cuando hemos muerto al pecado, seguimos sintiendo tentaciones y luchando con aquellas actitudes o prácticas que no queremos hacer.  Pablo habla de esto en el capítulo 7. Cuando alguien ha perdido a un cónyuge, no hay infidelidad si se casa con otro. La viuda debería sentirse libre para amar a otro hombre, y sin embargo, en el ámbito espiritual, muchas veces seguimos intentando ser fieles al pecado, al cual ya hemos muerto en Cristo.  En el versículo 15 Pablo dice: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.” Parece que el pecado sigue teniendo influencia en nosotros. Continúa Pablo diciendo: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” ¿Notas la lucha interna del apóstol? Seguro que tú misma la has experimentado. Y es que mientras vivamos en este cuerpo, seguiremos luchando con nuestra humanidad, hasta el momento en que vayamos a la presencia del Señor.  Mas el apóstol contesta su propio dilema al final del capítulo 7 proclamando: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” Cristo es el que nos libra de este cuerpo de muerte.  Lo explica claramente Romanos 6 “Si morimos en Cristo, creemos que también viviremos con Él. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:8,11). Pablo concluye el capítulo sobre la muerte al pecado con estas palabras para el creyente: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus deseos desordenados (concupiscencias); ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de maldad  (iniquidad), sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” Romanos 6:12-13.  Recuerda que hemos cambiado alianzas. Dice la Palabra: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque (recuerda), la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:22-23). Declarémosnos muertos a la iniquidad y la tiranía del mal, y vivamos en justicia y santificación, disfrutando de la libertad que tenemos en Cristo Jesús. 
    7m 46s
  • Romanos-082 El regalo de Dios

    8 MAY 2024 · ¿Podrías explicar la diferencia entre un premio y un regalo? Podríamos decir que un premio es algo que ganas debido a tus talentos o esfuerzos, un mérito por el que tú has trabajado y digamos que mereces.  El diccionario ofrece varios términos relacionados, entre ellos una “paga” o “remuneración” “recompensa” “compensación.” Un premio es una compensación por lo que eres o has hecho; una paga es una remuneración en base a un acuerdo o a una labor realizada.  El regalo, al otro extremo, es algo por lo que tú no has trabajado. No está vinculado a tu esfuerzo ni a tus capacidades. Es algo que muestra el aprecio de otra persona hacia ti, y aunque solemos dar regalos por haber nacido, o haber llegado a ciertos hitos en la vida, los regalos no son algo “merecido” u “obtenido,” sino algo dado inmerecidamente. Romanos 6:23 nos dice que “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Este texto explica que la paga, es decir, la remuneración, la compensación, o el premio derivado de tener o practicar el pecado es la muerte.  Romanos 3:23 nos dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Al estar destituidos o excluídos, no merecemos ser parte de la gloria de Dios.  Los versículos 9-11 afirman que tanto judíos como gentiles estamos en la misma condición. Dice Pablo:  “ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:  No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.” Puesto que “todos pecaron” y “no hay justo ni aun uno” debemos entender que la muerte es la justa remuneración que cada ser humano merece.  Sin embargo, como encontramos a través de las Escrituras, en la segunda parte de Romanos 6:23 vemos la otra cara del asunto, la solución a esta desesperante condición. Dice que la paga del pecado es muerte, mas la dádiva, (es decir el regalo) de Dios es vida eterna en Cristo.”  La justa retribución es muerte, mas el regalo de Dios es vida eterna. Recordemos que el regalo no es una justa remuneración. Por ello es que Pablo dice en Romanos 3:24-28 que somos  “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” Es decir, este regalo viene a cuenta del único que no ha pecado, y por lo tanto, no tiene la condena de la muerte; este es Cristo. Romanos 5:1-2 nos dice que “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Él es “el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” nos dice Romanos 5:26. Y en Él “tenemos entrada por la fe a esta gracia,” a este regalo de vida.  Romanos 5:18-19 repite: “Así que, como por la transgresión de uno (esto es Adán) vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno (esto es Jesucristo) vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre (Adán) los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno (Jesucristo) , los muchos serán constituidos justos.” Si el pecado entró en el mundo por Adán, la solución al pecado fué comprada y es ofrecida como un regalo por Cristo Jesús.  Como humanos, por nuestros propios méritos nos hemos ganado la condena de muerte; esa es nuestra justa retribución. Mas Cristo ha comprado para nosotros con su propia sangre la vida, vida eterna, nada más y nada menos, para todo el que la desee. Y el único requisito para obtenerla es la fe en Cristo.   En Romanos 3:27-28 se nos pregunta: ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida.  ¿Qué ley debo cumplir? o ¿Qué debo hacer para merecer esta vida eterna?)  El texto continúa preguntando:  ¿(Será) Por la (ley) de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.” Lógico. Si fuera por obras, no sería un regalo, sino un premio o retribución.  Romanos 4:4-5 dice: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”  El capítulo 5 concluye con esta afirmación: “así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” Pablo nos explica que ya no tenemos que cargar con la paga del pecado. Romanos 5:6 Nos dice que “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.”  En Romanos 5:8 leemos que “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Así que los que recibimos este regalo podemos decir con Pablo: “nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” (Romanos 5:11)  Hemos sido reconciliados con Dios a través del único que nos podía reconciliar. Esto no se consigue por cumplir ninguna ley, ni de judíos, ni de ninguna religión. Esto sólo se puede recibir como un regalo de parte de Dios, por una fe sincera en Jesucristo, el que compró el regalo. Despreciarlo te deja con la justa paga por tu pecado. Aceptarlo te da la vida eterna en Cristo, la paz y la reconciliación con tu Creador.
    8m 46s
  • Romanos-081 El origen del mal

    7 MAY 2024 · Cuando nos enfrentamos a una catástrofe, lo primero que mucha gente hace es lanzar una acusación a Dios. Si existe, ¿por qué permite esto? Es una pregunta algo lógica, y sin embargo injustificable. ¿Por qué digo eso? En primer lugar, porque muchos de los que la hacen profesan ser ateos. Si no creen en Dios como origen del universo, de la humanidad, y de todo lo bueno que disfrutamos, ¿por qué apuntan el dedo a Dios cuando ven algo negativo? Esta mentalidad y actuación es lo que el apóstol Pablo denuncia en Romanos 1:25. Dice que “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos.” Ellos son sus propios dioses, y cuando su mundo va mal, buscan un culpable que ellos mismos han dado por inexistente. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Por qué hay mal en esta tierra? Justo por esto, porque en el principio, en el huerto del Edén, cuando Adán pudo haber elegido comunión perfecta con Dios, eligió el otro camino, el que le “permitiría” hacer lo que él consideraba más sabio y agradable que los planes de Dios. Después de Adán, todos hemos seguido el camino que nos marca nuestra propia voluntad. Y hasta la Tierra misma gime, nos dice Romanos 8:22, sufriendo los desastres naturales que observamos de tanto en tanto. ¿De dónde viene el mal? De nuestra propia elección. Comparémoslo con las tinieblas ¿Cómo se producen las tinieblas? Eliminando la luz, ¿verdad? Hemos eliminado la luz de nuestras vidas, desde muy al principio de la creación. Hemos elegido vivir en un mundo de tinieblas sin aquel que es la Luz del Mundo. Vivimos en un mundo caído, controlado por el mal, que sufre los resultados de haber rechazado el plan de Dios, y lo que nos debería sorprender es la cantidad de cosas buenas que disfrutamos en esta vida. Romanos 1:21 Dice que “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.” Entenebrecido significa “oscurecido” Cuando no glorificamos a Dios, sino que glorificamos al hombre, nuestro entendimiento se envanece y nuestro corazón se oscurece.  Dios se ha dado a conocer a través de su creación y a través de Su Palabra, mas el ser humano intenta robarle a Dios de ambas, postulando teorías alternativas a la Creación e intentando desprestigiar la Biblia. Mas Dios dice “no tienen excusa” y “son dignos de muerte.”  Esta es la condición del ser humano lejos de la misericordia y el amor de Dios.  El ser humano ignora a Dios cuando todo va bien, porque queremos controlar nuestro mundo. Pensamos que podemos controlar el clima, la densidad de población, las enfermedades, incluso la conducta social ...y solo basta un pequeño virus, una tormenta o un movimiento sísmico para poder darnos cuenta de que hay muy poco en este mundo que el ser humano pueda controlar con éxito.  La realidad es que antes de mirar a Dios para buscar un culpable para el mal del mundo, debemos examinarnos a nosotros mismos, por si, como Romanos establece, hayamos dejado a un lado a Dios para elegir nuestro propio destino. Los versículos 28-32 describen a los que esto han hecho de este modo: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” No es una descripción muy halagadora, ¿verdad? Sin embargo muchos se enorgullecen de estas prácticas mencionadas.  Pero yo no soy quien para juzgar, como tampoco lo son ellos. El versículo 1 del capítulo 2 dice: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.” Muchas veces, nosotros, los que sí creemos que Dios existe, que profesamos que creó el mundo donde vivimos por Su gracia, los que hemos gustado su salvación, la promesa de vida eterna en Cristo, permitimos que esa misma pregunta nos invada los pensamientos. ¿Por qué, Señor permites que haya tanta maldad en este mundo? ¿Por qué tenemos que sufrir esto? El versículo 4 nos lanza esta pregunta: ¿menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Romanos 5 nos dice que así como Adán pecó y el pecado entró en el mundo por un hombre, por un hombre, Jesucristo, la salvación ha venido a la Tierra, y todo aquel que arrepentido recibe a Cristo como sustituto, disfruta de la benignidad, paciencia y longanimidad de Dios. La maldad existirá en este mundo caído hasta el juicio de Dios, cuando Éste establezca Su reino. Pablo nos recuerda que el juicio justo de Dios viene, y que su mayor muestra de amor al mundo es la llamada al arrepentimiento; la entrada a una comunión perfecta con Dios. Con la muerte de Cristo en la cruz nos ha mostrado que nos ama; con la resurrección de Cristo de la muerte nos ha mostrado su gran poder. Lo que a nosotros nos corresponde es creer en su soberanía y su amor, y aguardar Su venida disfrutando mientras tanto de cada acto de bondad que Él nos brinda.
    8m 56s
  • Romanos-080 La carta a los Romanos

    6 MAY 2024 · La epístola a los Romanos fue escrita por el año 57 de la era cristiana, por el apóstol Pablo, e iba dirigida a los cristianos que vivían en la ciudad de Roma. Pablo escribe esta carta, no a una iglesia específica en Roma, sino que dice “a los que están en Roma.” Estos eran creyentes judíos y gentiles que habían confiado en Cristo y que se reunían en casas, sin haber formado aún iglesias. Estas congregaciones incluían judíos conversos y gentiles crisitanos que no practicaban ritos tradicionales judíos. En la epístola, Pablo enfatiza la unión en una familia de la fe, y cómo debían practicar el amor cristiano para poder servir al Señor de todo corazón. Sabemos por el capítulo 15 de Hechos que Pablo no había estado en Roma tras su conversión, y los creyentes ahí, aunque habrían oído hablar de Pablo, no lo conocían. Así que leemos al comienzo del libro una pequeña introducción del apóstol. En los capítulos 1 y 15 de Romanos Pablo expresa el deseo de visitar a los creyentes en Roma, “para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí.” dice en el versículo 12 del primer capítulo. Creemos que Pablo escribió la carta mientras estaba en Corinto y Cencrea, durante su tercer viaje misionero. En ella comparte su deseo de ir a Roma, y de ahí extender su ministerio hasta el otro lado del mar Mediterraneo, a España. Creemos que envió su carta a Roma de mano de Febe, una mujer que activamente ayudaba a los cristianos de Cencrea. En su despedida, Pablo manda saludos a muchos que ya conocía y que ahora estaban en Roma. Entre ellos, saluda a Aquila y Priscila. Recordemos que Pablo había trabajado con estos en Corinto, en su primer viaje, y eran muy queridos para él. Estos habían llegado desde Roma cuando el emperador Claudio echó a los judíos. Cinco años después, cuando este murió, muchos judíos volvieron a Roma. PArece ser que para cuando Pablo escribió esta carta, Aquila y Proscila ya vivían de nuevo en Roma. En el capítulo 16, entre sus saludos personales, Pablo envía saludos a esta pareja que tanto había hecho por él y por el avance del evangelio. Incluye también saludos de parte de sus colaboradores, parientes, y otros de la iglesia donde se encontraba, incluyendo a Tercio, que escribió a mano las palabras del apóstol. El mensaje de Romanos desde el principio de la carta enfatiza el regalo de salvación de parte de Dios. Romanos presenta muy claramente el evangelio, las buenas nuevas de la salvación en Cristo, por lo que es uno de los primeros libros recomendados para aquellos que quieren conocer a Dios y su plan para la humanidad. Ya desde su saludo al comienzo de la carta, Pablo les da un repaso de la bendición de ser llamados y apartados para el evangelio, por la obra del Señor Jesucristo, “que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos.” Pablo dice que él fue llamado de Dios para salvación, e igualmente cada creyente en Roma, diciendo en el versículo 6: “entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;” De esta preciosa verdad somos parte cada uno de los que habiendo sido llamados, hemos respondido a esta llamada en fe. Y es que en el versículo 16 Pablo les afirma que el evangelio nunca le ha defraudado, “porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.” Este regalo no es un premio por algo que ellos o nosotros hayamos hecho. En los próximos versículos y capítulos, Pablo deja esto bien claro. El ser humano nunca ha buscado a Dios. Romanos 1 explica claramente cómo el hombre no tiene excusa Dice así: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.Profesando ser sabios, se hicieron necios,” (Romanos 1:20-22). Esta es la condición humana. En contraste, Pablo muestra la justicia de Dios, explicando que estamos en enemistad con el Creador y Señor del Universo. Pero no nos deja sin esperanza, porque continuará mostrando el gran amor de Dios al llamarnos y apartarnos, dándonos la posibilidad de una nueva vida en Cristo. Una nueva vida, una nueva familia, un nuevo futuro. Pablo concluye su carta con una doxología, lo cual es una alabanza a Dios, cerrando el mensaje del libro con estas palabras: “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.”
    7m 18s
  • Epístolas-079 Introducción a las epístolas

    3 MAY 2024 · ¿Te gusta recibir cartas? A mi hija le encanta recibir cartas en el buzón, por lo que ella escribe cartas en papel cuando la mayoría de personas han dejado de usar el método de correo tradicional para dar paso a mensajes digitales. Lo cierto es que produce una sensación agradable recibir una carta dirigida a ti, sabiendo que la persona ha pensado en ti con antelación y ha gastado el tiempo y el dinero en enviarla. La segunda parte del Nuevo Testamento es una composición de cartas escritas para diferentes iglesias o individuos empezando en el tiempo del libro de los Hechos y continuando hasta el final del primer siglo. Estas cartas se escribieron en circunstancias diversas, algunas de ellas desde una prisión, y otras en territorio hostil al evangelio. Eran enviadas por medio de personas particulares que viajaban atravesando mar o tierra, y enfrentando peligros. Estas eran recibidas y compartidas oralmente para que los cristianos pudieran, no solo oír el mensaje, sino profundizar en las enseñanzas que estas contenían.  De las 21 cartas, o epístolas, como se las denomina tradicionalmente, el apóstol Pablo escribió 13. Las otras fueron escritas por los apóstoles Pedro, Jacobo (Santiago), Juan y Judas. La carta de los Hebreos, con muchas características similares a los escritos de Pablo, no viene firmada, y por lo tanto, existen diferentes ideas sobre su autoría.  Hay cartas dirigidas a diferentes iglesias, como la mayoría de las de Pablo, las de Juan y la carta de Judas. En ellas, se tratan temas sobre la nueva vida del creyente en Cristo. Unas son más extensas, como la carta a los Romanos o las dos cartas a los Corintios. Otras son más cortas, como las epístolas a los gálatas, los efesios, los filipenses o los tesalonicenses. Las cartas de Santiago y Pedro, y la epístola a los Hebreos están dirigidas específicamente a los judíos conversos. Estos judíos estaban dispersados por el imperio romano, en algunos casos sufriendo persecución de parte de los judíos no cristianos, o de los romanos.  Otras cartas están dirigidas a personas específicas, como las de Timoteo, Tito y Filemón. Pablo da instrucciones a Timoteo y a Tito sobre cómo pastorear a los cristianos en su zona. En la carta a Filemón, Pablo habla específicamente a este para pedirle que restaure a su siervo Onésimo, el cual se había escapado, y ahora había conocido a Cristo. Conforme estudiemos las diferentes cartas, podremos notar que más allá de los saludos personales que suelen aparecer en una carta, estas contienen el mensaje eterno de Dios para su iglesia. No importa que vivamos siglos después de los primeros destinatarios de estas cartas. Al comenzar a leerlas notamos que su mensaje es tan válido para nosotros como lo era para ellos. En la segunda carta de Pablo a Timoteo, este le dice que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Debido a que la humanidad no ha cambiado mucho a lo largo de los siglos, el mensaje de las epístolas sigue vigente y sigue siendo eficaz. Dios nos ha hablado a través de Su Palabra, y con ella nos ofrece instrucción y corrección, exhortándonos y guiándonos para que podamos vivir una vida que agrade a Dios, para que podamos estar completamente preparados para toda buena obra. 
    5m 13s
  • Hechos-078 Casi persuadidos

    2 MAY 2024 · Durante el tiempo que Pablo permaneció preso en Jerusalén y en Cesarea, tuvo la oportunidad de hablarle a varios líderes romanos que sentían curiosidad por lo que este venía enseñando. Después de todo, sus discursos habían levantado controversia entre los judíos, y algunos incluso habían hecho voto con la determinación de no comer hasta que dieran muerte a Pablo. Claudio Lisias, tribuno romano en Jerusalén, habiendo oído la causa de Pablo y habiendo sido advertido del plan de los judíos, envió a Pablo con una gran escolta hasta Cesarea, para que Felix, gobernador romano, se hiciera cargo de su caso. El gobernador, después de leer la carta del tribuno y haber escuchado los cargos de parte de los judíos, dio la palabra a Pablo para que expusiera su caso en presencia de sus acusadores. El apóstol habló con prudencia y en verdad, defendiendo que su único delito era haber predicado a Cristo resucitado.  Felix los despidió  “Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él. Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo.” (Hechos 23:23-24) Dios dio oportunidad a Pablo de compartir el evangelio con estos y los que allí se encontraban presentes. Pero nos dice Lucas que “al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.” Hechos 24:25 Nos dice Lucas que Felix esperaba que Pablo le ofreciera dinero para soltarlo, y por eso lo mantenía preso, pero Pablo estaba encantado de poder hablar con este mientras tenía la oportunidad y leemos que Pablo estuvo ahí mucho tiempo, ya que “Al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.” (Hechos 24:27) Al llegar Festo a su puesto, y habiendo los judíos pedido que los dejaran juzgar a Pablo, el gobernador preparó un tribunal para escucharle, y ahí,  ante sus acusadores, ofreció a Pablo ir a Jerusalén a ser juzgado por los judíos. Pablo sabía que los judíos no le darían un justo juicio, así que insistió en ser juzgado por el tribunal de César, por lo que Festo determinó que llevaría su causa ante el emperador Augusto César.  Nos narra la segunda parte del capítulo 25 que vinieron esos días a visitar a Festo el rey Agripa y su mujer Berenice. Festo, exponiendo el caso de Pablo, pidió que Agripa escuchara a este para ayudar con la redacción del informe que lo acompañaría hasta Roma.   Y así es cómo Pablo pudo compartir su testimonio de salvación ante el rey y los que con él estaban. Le contó cómo había pertenecido desde la juventud a la órden más estricta de los fariseos, cómo había perseguido a aquellos que seguían a Jesús de Nazaret, cómo el Señor se le había cruzado en el camino y habiendo transformado su vida, lo envió a predicar, a judíos y gentiles, sin hacer distinción de persona, el evangelio de Cristo, profetizado por los profetas del Antiguo Testamento y cumplido íntegramente por Jesús de Nazaret.  Pablo acabó animando a Agripa a apropiar estas verdades. Le dijo: “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.” Hechos 26: 28 Eso es lo que deseaba Pablo, que el rey también pudiera disfrutar de la nueva vida en Cristo.  Sin embargo se levantaron y dieron por finalizada la reunión. Casi persuadidos, pero lejos de la salvación. ¿Tendrían estos otra oportunidad de abrir sus corazones al evangelio? No lo sabemos.  Agripa y Festo, habiendo oído el discurso de Pablo, “cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César.” (Hechos 26:31-32) Durante años me incomodaba leer este desenlace, y pensaba….¿por qué tuvo que apelar a César? ¡Podría haber salido libre! Sin embargo, es evidente en la lectura de Hechos que si lo hubieran liberado ahí, los judíos habrían hecho lo necesario para callarlo. Pablo había apelado a César en su defensa ante los judíos, y ahora cruzaría el Mediterraneo para ir hasta Roma, con su pasaje pagado por el imperio romano. Dios le había anunciado que predicaría en Roma, y ahora lo llevarían ante el emperador romano para defender su causa.  ¿Era la misión de Pablo persuadir a otros para que creyeran en Cristo? Pablo seguiría anunciando la verdad, mas de él no dependía quién sería persuadido por el evangelio. Su misión no era persuadir, como Agripa había sugerido. Su misión era exponer la realidad. Es igual para nosotros. Exponemos la Palabra de Dios, compartimos nuestra experiencia, pero la obra de persuasión al arrepentimiento la hace el Espíritu Santo en cada vida. Aquellos que abren su corazón y su mente a la verdad del evangelio son persuadidos por el Espíritu mismo de Dios, y transformados por la obra del Espíritu.  Salgamos animadas como Pablo, y no dejemos de compartir aquello que nos da vida, y al llegar a la presencia del Señor veremos a los que fueron persuadidos por el Espíritu, y nos regocijaremos eternamente.
    7m 30s
  • Hechos-077 Pablo en Jerusalén

    1 MAY 2024 · Al final de su tercer viaje misionero, Pablo llegó a Éfeso deseoso de pasar un tiempo de comunión con los ancianos de la iglesia, con los cuales compartió la carga que tenía en el corazón por ir hasta Jerusalén. En Hechos 20 leemos que les dijo: “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.” Pablo había estado por muchos lugares compartiendo la Palabra, y enseñando a los que velarían por los cristianos en las iglesias. Mas ahora sabía que era el momento de volver a Jerusalén, aunque temía que lo que le esperaba no iba a ser agradable. En el versículo 25 les dice a los ancianos que estaba seguro de que no volvería a ver más sus rostros.  Pablo estaba preparado para lo que Dios tuviera para él. Había ya probado lo que era la persecución, pues el fruto de la transformación por el evangelio era de mayor importancia. Les dijo: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” (Hechos 20:24) Ese era el espíritu del apóstol Pablo, gozoso de padecer si fuera necesario por la causa del evangelio. Y ahora exhortaba a estos hombres a que pastorearan a los creyentes que habían sido salvados por el Espíritu Santo de Cristo. Les recordó cómo él había trabajado con sus manos para no ser una carga para nadie mientras viajaba, y les pidió que miraran por el bien del rebaño, para que los lobos rapaces que se levantarían contra estos no los pudieran arrebatar. Esta imagen nos recuerda al Buen Pastor, el que da Su vida por sus ovejas. Pablo había aprendido a imitar a Cristo, el Buen Pastor, y ahora pedía a estos que ellos también lo hicieran. Y habiendo orado juntos, se despidieron con llantos y abrazos y lo acompañaron al barco.  Pablo pasó por varios puertos, y los discípulos con sus familias pudieron orar con él y despedirse. Hubo quienes llorando le rogaron que no fuese de allí a Jerusalén, pero “Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.” Y nos dice Lucas que como no lo pudieron persuadir, desistieron “diciendo: Hágase la voluntad del Señor.” Cuando Pablo llegó a Jerusalén, los discípulos, advirtiéndole de las habladurías de algunos judíos que lo acusaban de incumplir y animar el incumplimiento de las leyes de Moisés, lo animaron a ir al templo para cumplir con las tradiciones judías. Así que Pablo, tomando a cuatro varones que debían cumplir el voto judío, entraron en el templo, y habiendo cumplido los siete días de la purificación volvieron a entrar; mas algunos judíos de Asia se alborotaron acusando a Pablo de enseñar en contra de la ley, y también lo acusaron falsamente de haber introducido a griegos en el templo. Si no hubiera sido por la intervención de las autoridades romanas del lugar, los judíos habrían dado muerte a Pablo ese día.  Los soldados romanos lo encadenaron y lo llevaron hacia la fortaleza sin saber exactamente quién era ni de qué se le acusaba, por lo que Pablo pidió permiso para hablar a los que allí estaban. Todos escucharon atentamente el relato de la conversión de Pablo, de cómo cuando reconoció a Jesús de Nazaret como el  Salvador del mundo, su vida cambió. A partir de ese día, ya no perseguía a los crisitanos, sino que compartía el evangelio con los judíos y también con los gentiles. Mas cuando mencionó a los gentiles, los judíos allí presentes alzaron la voz en su contra diciendo: “Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva.” Hechos 22:22 Los soldados, para protegerlo, lo ingresaron en la fortaleza donde permaneció preso. El concilio romano cuestionó a Pablo, y no hallaba nada de qué acusarlo, mas como los judíos amenazaban con matarlo, Pablo permaneció encerrado. En Hechos 23:11 Dios dio a Pablo una pincelada de lo que tenía planeado para él, cuando “A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.” Hubo varios intentos de parte de algunos judíos de matar a Pablo, incluyendo un complot fallido, mas Dios protegió la vida del apóstol, dándole oportunidades de compartir la Palabra durante su arresto en Jerusalén y en Cesarea.  ¡Qué bonito ver que a pesar de los enemigos que uno pueda tener o los peligros que pueda enfrentar, nuestra vida está en manos de Dios, y ahí estamos seguros. La voluntad de Pablo no estaba en manos de los judíos, o su vida hubiera acabado ahí en Jerusalén. Dios había dado a Pablo la misión de compartir el evangelio, y ahora le había confirmado que después de compartirlo en Jerusalén, lo compartiría hasta el otro lado del mar, en Roma.  ¿Te encuentras tú dudando de lo que harás en un futuro cercano? ¿Tienes situaciones inciertas en tu vida? Descansa en la verdad de la soberanía y el amor de Dios. Él nos promete que nos lleva en la palma de su mano y nada ni nadie nos podrá separar de su amor. 
    7m 39s
  • Hechos-076 Priscila y Aquila

    30 APR 2024 · Hechos 18 Cuando Pablo llegó a Corinto, vemos que fue a trabajar con Aquila y Priscila, su mujer, y se hospedaba con ellos. Estos eran del mismo oficio que Pablo; fabricaban tiendas. Nos dice Hechos 18 que durante este tiempo Pablo trabajaba toda la semana con ellos e iba a la sinagoga el día de reposo a compartir las Escrituras. Sin embargo, es curioso leer que para “cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia a Corinto, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.” Pablo habría rebajado su jornada laboral poco a poco para poder enseñar a aquellos que buscaban saber de Cristo, y según la demanda creció, acabó dedicado por completo a la predicación. Sin duda esto dice mucho de Aquila y Priscila, sus socios en el negocio. Estaban dispuestos a ser flexibles para que Pablo se sintiera libre de ir a enseñar a los que querían aprender. Vemos que estos tampoco se sentían atados a su negocio cuando había necesidad para el ministerio. Estos se habían mudado de Roma a Corinto, no para promover su negocio, sino por causa del evangelio. Y cuando Pablo salió de Corinto para ir a Éfeso, vemos que Aquila y Priscila, habiendo hecho voto ante Dios, zarparon con él.  Dice el texto que ellos se instalaron en Efeso, entendemos que trabajando en su negocio de hacer tiendas, mientras Pablo iba a la sinagoga a enseñar.  Pablo siguió su ruta de esperanza por las diferentes ciudades, y Aquila y Priscila se quedaron en la ciudad de Éfeso. Nos cuenta Lucas que “Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.” Este hombre elocuente llegó predicando, pero no había conocido a Cristo, sino que predicaba el mensaje de Juan el Bautista. Sin duda esperaba al Mesías, pero vemos que cuando Priscila lo escuchó, se dio cuenta de que Apolos necesitaba que alguien le compartiera el mensaje de Cristo para que conociera mejor a Dios. Y así fue como esta, junto a Aquila su marido, fueron a hablar con él en privado. No lo difamaron, juzgándolo sin hablar con él de lo que enseñaba, sino que nos dice que “ lo tomaron aparte”. Y este escuchó y creyó, y quería seguir compartiendo la Palabra, esta vez proclamando exactamente el camino de Dios. Leemos que “queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.” Apolos, otra alma salvada y con deseo de proclamar el mensaje, gracias al discernimiento y el amor cristiano de Priscila y Aquila.  En Romanos 16:3-4, Pablo expresa su profundo agradecimiento a esta pareja que estuvo siempre apoyándolo y ayudando en cada oportunidad que tuvieron: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.” Gracias a Dios por personas que dan de sí, de su tiempo y de lo suyo para invertir en la vida espiritual de otros.
    5m 22s
  • Hechos-075 Pablo en Atenas

    29 APR 2024 · La visita de Pablo a Atenas me parece muy relevante hoy día. La historia bíblica está mayormente centrada en el oriente próximo, con tradiciones que pueden diferir de las del mundo occidental. Sin embargo, cuando el evangelio entra en Europa, puede que sientas como yo, un cierto sentimiento de empatía, porque es la historia de cómo el evangelio me llegó a mí.  Si has estudiado la filosofía de los griegos, te resultará fascinante leer cómo Pablo tuvo la oportunidad de traer el evangelio a filósofos y pensadores de la época.  Hechos 17 nos narra sobre la cultura religiosa griega y cómo Pablo, al llegar allí, les habló del Dios del Universo. Dice así: “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos. Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.” El mensaje de Pablo fue claro y conectado a aquello que los oyentes podían entender.  Pablo dice en la primera carta a Timoteo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5) Los de Atenas nunca habían escuchado nada así antes. Pablo les estaba presentando a un solo Dios cuando ellos tenía una amplia carta de dioses. Presentaba a un Dios Creador que era Señor sobre los cielos y la tierra. Un Dios que no había sido creado por mano humana, sino que transcendía a la humanidad y al Universo. Un Dios autosuficiente que no necesitaba de adoradores, porque Él es el que da aliento y vida. Y sin embargo, ha establecido este mundo para que sus criaturas creadas puedan buscarlo. El Dios eterno nos ha marcado límite de tiempo en nuestra vida; el omnipresente nos ha puesto límite de espacio. Y todo para que viendo nuestras limitaciones sintamos la necesidad de buscar al que no tiene límites. Él no está lejos, pues se mantiene cercano a los que le buscan (Salmos 145:18). Hasta ahí mantenía la atención de los atenienses, mas Pablo no paró ahí, sino que les presentó al mediador entre Dios y los hombres, a Jesucristo hombre, el cual ha provisto el perdón de pecados por su muerte y la vida eterna por su resurrección.  Nos dice Lucas en el texto que cuando oyeron de la resurrección, algunos se burlaron y otros lo comenzaron a evadir diciéndole que ya lo escucharían otro día. Pablo dejó su discurso ahí, pero leemos que “algunos creyeron, y se juntaron con él. De ahí se fue a Corinto, Éfeso y Cesarea, viajando por las regiones de Macedonia, Galacia y Grecia y muchos de los que escucharon creyeron. Y como leemos en Juan 1:12 “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”  Me emociona pensar que el mismo evangelio que los salvó a ellos, es el que nos ofrece Dios a día de hoy, en la región donde nos encontremos. 
    7m 36s

Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con...

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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con cada enseñanza.
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