Falta un Homero, para cantar las hazañas de don Hernán; nadie ha cantado la gloria de Cortés, como lo hizo de Aquiles, Odiseo o Ayax, el invidente griego. Fue mucha la envidia y los celos por la altura moral de don Hernán. Fue un incomprendido de su tiempo fue un receptor de ingratitudes.
Falta un Homero, para cantar las hazañas de don Hernán; nadie ha cantado la gloria de Cortés, como lo hizo de Aquiles, Odiseo o Ayax, el invidente griego. Fue mucha la envidia y los celos por la altura moral de don Hernán. Fue un incomprendido de su tiempo fue un receptor de ingratitudes.
read more
read less
Falta un Homero, para cantar las hazañas de don Hernán; nadie ha cantado la gloria de Cortés, como lo hizo de Aquiles, Odiseo o Ayax, el invidente griego. Fue mucha la envidia y los celos por la altura moral de don Hernán. Fue un incomprendido de su tiempo fue un receptor de ingratitudes.
Falta un Homero, para cantar las hazañas de don Hernán; nadie ha cantado la gloria de Cortés, como lo hizo de Aquiles, Odiseo o Ayax, el invidente griego. Fue mucha la envidia y los celos por la altura moral de don Hernán. Fue un incomprendido de su tiempo fue un receptor de ingratitudes.
read more
read less
Era don Hernán más alto que ninguno porque su estatura superaba su tiempo y la historia de su tiempo. Fue amado y odiado, pero más amado por el pueblo que odiado por sus rivales fue generoso y cruel, duro y agudo como la obsidiana y generoso como un ciruelo en el verano. Su ambición fue el pueblo que liberó y sus amigos los caciques que venció.