Nadie es suficientemente rico que no ocupe una caricia, ni lo suficientemente pobre que no pueda dar algo... Es el tiempo de la empatía, de ponernos en los zapatos ajenos para ver lo que se siente cargar con el peso que no es el nuestro.
Nadie es suficientemente rico que no ocupe una caricia, ni lo suficientemente pobre que no pueda dar algo... Es el tiempo de la empatía, de ponernos en los zapatos ajenos para ver lo que se siente cargar con el peso que no es el nuestro.
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Nadie es suficientemente rico que no ocupe una caricia, ni lo suficientemente pobre que no pueda dar algo... Es el tiempo de la empatía, de ponernos en los zapatos ajenos para ver lo que se siente cargar con el peso que no es el nuestro.
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De esta experiencia nace el compartir... a los pobres, el abrigo y el alimento... a los ricos, una sonrisa o u consejo...
Siempre hay que dar a otros lo que les pueda faltar o enriquecer en el corazón, y de recibir lo que con buena voluntad nos obsequien.
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