Por una parte, nos damos cuenta qué hay una tensión entre confianza y previsión; esa tensión se encuentra muchas veces en la vida de la Iglesia y se puede detectar incluso en consejos que nos da el mismo Señor Jesucristo. Segundo, hemos visto que no existe una receta única que los distintos estados de vida: tienen que resolver esto de distintas maneras. Tercero, nos hemos centrado en aquella petición del Padrenuestro: "danos hoy nuestro pan de cada día" y nos hemos dado cuenta que ese pan de cada día está indicando lo necesario para la vida presente y que lo necesario para la vida presente incluye también la inteligencia. Para tomar a tiempo las decisiones que hay que tomar, así el efecto de estas decisiones sea muy posterior. Por último, hemos visto la diferencia entre una previsión razonable, que es aquella que se apoya en Dios, que agradece el don de Dios y que obra en paz y a tiempo, en contraste con una previsión enfermiza, que es aquella que omite a Dios, se llena de temor, se apoya solamente en sí misma y acaba en egoísmo. Hemos de pedirle a Dios que nos dé la sinceridad, qué nos dé la gratitud y que nos permita recibir todos sus dones, incluyendo el don de pensar bien cuando hay que pensar bien, para hacer las cosas bien y a tiempo.