El Señor nos dice en Mateo 23:12 *”…aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados”.*
Muchas veces en nuestras vidas, actuamos con tanta prepotencia que con nuestras acciones llegamos a creernos superiores a los demás. Se trata del orgullo, que, asumido de la manera incorrecta, puede llevarnos a creer que de alguna forma somos superiores a los que nos rodean. O que todos nuestros logros son producto de nuestras habilidades e inteligencia. Pero si queremos tener un buen final en nuestra vida, y ser aceptos ante los ojos de Dios, más vale que nos examinemos a nosotros mismos y nos despojemos de toda vanidad y orgullo. Evitemos siempre recibir las alabanzas de la gente. Y si éstas nos llegan, no nos quedemos con ellas, dirijámoslas hacia el Señor diciendo: *“Gloria Al Señor!.* Y haciendo así, desarrollaremos el buen habito de que en todo y por todo, sea el Señor glorificado. Manteniendo esa actitud humilde, alcanzaremos misericordia y el favor de Dios.