Evangelio Del Día Lunes 4 de Julio | Tengamos Fe| Hoy en Oración

Jul 24, 2022 · 6m 59s
Evangelio Del Día Lunes 4 de Julio | Tengamos Fe| Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 04 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XIV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...

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Evangelio Diario
LITURGIA - 04 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XIV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Oseas 2, 16. 17-18. 21-22
Salmo 144
Evangelio Mateo 9, 18-26

“Animo, hija; tu fe te ha salvado”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Se trata de dos relatos entrelazados, con un único centro: la fe, y muestran a Jesús como fuente de vida, como Aquél que vuelve a dar la vida a quien confía plenamente en Él. Los dos protagonistas, es decir, el padre de la muchacha y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús y sin embargo son escuchados por su fe. Tienen fe en aquel hombre. De esto comprendemos que en el camino del Señor están admitidos todos: ninguno debe sentirse un intruso o uno que no tiene derecho. Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús hay un solo requisito: sentirse necesitado de curación y confiarse a Él. (Ángelus, 1 julio 2018)


Reflexión del Evangelio de hoy (D. Félix García O.P.)
Me desposaré contigo para siempre
Este hermoso canto de amor que Oseas, prestando su voz a Dios y en nombre de Dios, dedica a Israel, pone en escena todo lo bello que Dios quiere para su pueblo. Es un canto cuya esencia podemos encontrar en varios lugares. Pensemos en el Cantar de los Cantares del A. T.; pensemos también en los bellísimos versos que San Juan de la Cruz y Santa Teresa dedican al Amado, y tantos otros poetas y místicos, pintores y escultores, arquitectos, músicos y artistas en general, que a lo largo de la historia de la humanidad, desde antes de Altamira hasta hoy mismo, cantan la belleza y, a veces sin pretenderlo ni quererlo, ponen el amor de Dios ante nuestros ojos, nuestros oídos, nuestro tacto, nuestra voz.

El amor infinito de Dios no tiene medida, se entrega hasta su propia infinitud. Es Dios el que se da a si mismo completo, sin reservas de ningún tipo. Sin tiempo de caducidad. No tenemos que ir muy lejos para encontrarlo. Nos bastará con girar la vista a cualquier lado para encontrar un rasgo, un verso suelto, de la belleza y el amor que Dios nos regala. Abramos los ojos y busquemos al esposo que nos regala todo lo bueno y bello que en él está presente y nos lo da gratuitamente.

Vayamos al salmo y bendigamos al Señor todos los días, todos los minutos de nuestra vida, porque es incalculable su grandeza.

Animo, hija; tu fe te ha salvado
Las gentes están ávidas de la fuerza que emana de Jesús. El Jefe de los judíos se arrodilla ante él porque la necesidad le aprieta y tiene algo que pedir: La vida de su hija peligra y sabe que Jesús podrá salvarla. Este hombre tiene fe; tal vez una fe utilitaria, pero cree en Jesús y Jesús ve su fe y se apresta a llevar su ayuda allí donde se la piden. No podría ser de otra forma: Jesús revive a la niña entre las burlas de los asistentes al velatorio.

Imagino que la noticia causó estupor entre los presentes y entre los que se fueron enterando de la noticia después. Jesús se va haciendo notar y su fama irá creciendo. Una fama que él no busca, pero que tampoco rechaza si resulta favorable para el cumplimiento de su misión. La Buena Noticia, el Evangelio, se va derramando por donde Jesús y sus discípulos pasan, logrando adeptos y despertando envidias y rencores entre sus enemigos.

Intercalado en el viaje aparece el episodio de la hemorroisa. Es una mujer que se arriesga a ser descubierta y tal vez castigada porque su enfermedad, su impureza contaminaría todo lo que ella tocara o la tocara. De hecho, Jesús quedó contaminado, impuro por haber sido tocado por la mujer. No parece que le importara demasiado: sabe que le ha tocado alguien que necesitaba ayuda y se la presta sin dudar. Al igual que tocará a los leprosos y evitará entrar en las ciudades pues es consciente de su impureza legal aunque los evangelistas lo presenten como un rasgo de humildad.
Otro pequeño rasgo que no debemos perder de vista es la importancia de las manos. Las manos sirven para hacer daño, pero en Jesús las manos sirven para tocar, para transmitir salud y vida. Toca los ojos del ciego para que recupere su vista, da la mano al paralítico para que se levante. Toma de la mano a la niña muerta para volverla a la vida y tantas otras acciones, milagros, a lo largo de su vida.
Miremos con atención nuestras manos: ¿Han servido para bendecir o para hacer daño? ¿Las hemos usado para ayudar o nos han servido para abofetear al prójimo? Hagamos que nuestras manos sean las manos con las que Dios quiere terminar su obra creadora. Esa es nuestra misión: amar con el corazón y bendecir ayudando con nuestras manos.


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Oseas
Os 2, 16. 17-18. 21-22
Esto dice el Señor:
“Yo conduciré a Israel, mi esposa infiel, al desierto
y le hablaré al corazón.
Ella me responderá allá,
como cuando era joven,
como el día en que salió de Egipto.
Aquel día, palabra del Señor,
ella me llamará ‘Esposo mío’,
y no me volverá a decir ‘Baal mío’.
Israel, yo te desposaré conmigo para siempre.
Nos uniremos en la justicia y la rectitud,
en el amor constante y la ternura;
yo te desposaré en la fidelidad
y entonces tú conocerás al Señor’’.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir”.
Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.
Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: “Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.


Oración

Señor Dios, Padre de bondad, tú que has querido manifestarnos tu amor como el de un padre por su hijo, o de un esposo por su amada, te pedimos que nos ayudes a responderte con el mismo amor con que nos amas y, que ese amor, nos haga ser respetuosos con nuestros hermanos y solidarios con quienes sufren, para que merezcamos vivir contigo eternamente en el cielo.

Acción

Dedicaré al menos una acción concreta para mostrar mi amor de hermano a quienes sufren o tienen necesidad de ser aceptados y respetados.
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