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A mediados de 1890 se desarrolló la medicina que hoy conocemos como Aspirina. Esta es una medicina creada principalmente para aliviar el dolor, reducir la fiebre y la inflamación. Pero hoy en día todavía se descubren nuevos usos, como reducir el riesgo de embolia cerebrales, ataques cardíacos, y hasta tratamientos cosméticos caseros. Así mismo el PERDON es como una medicina multiusos; es una de las medicinas más poderosas para la sanidad del alma, mente y corazón, y hasta llegar a reflejarse sus efectos positivos en lo corporal o físico. Como todas las cremas o ungüentos, usted la puede aplicar cuántas veces sea necesario, así el perdón se tiene que otorgar sin medida. (Jesus enseñó que deberíamos perdonar 70 veces siete que equivale a por lo menos 490 veces al día!) Como portadores de esta medicina, se puede aplicar a uno mismo o a otros que lo necesitan: dar el perdón y recibirlo.  DANDO EL PERDON. ~ Perdonar a otros; ofrecer el perdón. Yo antes pensaba que para perdonar tenía que esperar a que la persona que me ofendió se acercará a mí, pero ahora entiendo que yo puedo y debo tomar la iniciativa para perdonar. "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." Mateo 5:23-24 RECIBIENDO EL PERDON Ser perdonado: no solamente hay que pedir perdón sino también recibirlo. Después de que una persona hace el grande esfuerzo de reconocer su falta y pedir disculpas o perdón, curiosamente en su corazón no puede perdonarse a sí mismo aunque la víctima le haya dicho que lo perdona. Recibir el perdón hace que la persona sienta humillación pero después de esa humillación se convierte en una persona que valorará más la vida, será más agradecido y se convertirá en una persona activa para hacer el bien a los demás, pues experimentar el perdón es entender lo que significa tener una segunda oportunidad; comienza a sentir esa sensación de liberación al recibir el perdón! ~ Perdonarse a sí mismo. Un joven consagrado y dedicado a las cosas de Dios se confió en si mismo y le falló a Dios. Aunque se arrepintió y corrigió su falta, vivió varios años arrastrando una culpa porque no podía aceptar el haber fallado de esa forma. No alababa a Dios con libertad, no se involucraba activamente en algún ministerio en la iglesia y se alejaba socialmente. Pasó el tiempo, hasta que aceptó que no podía vivir así, y comenzó a vivir una vida nueva olvidando el pasado y reconociendo que el perdón de Dios viene sin recriminaciones por errores del ayer. Aunque uno reciba el perdón a veces queda ese sentimiento de culpabilidad rodeando tu vida causando inseguridades y no permitiéndote intentar otra vez. Le fallaste a tu esposa y piensas que ya no puedes ser ese príncipe azul otra vez y conquistar su corazón, especialmente porque has perdido la confianza de ella, o le pediste perdón a tus hijos por un error pero ya no te sientes con la autoridad para aconsejarlos guiarlos y mucho menos corregirlos. Un momento de confusión emocional hizo que le faltaras a tu esposo y la vergüenza te señala con su dedo grande acusador. Lo que tienes que hacer es ganarte poco a poco la confianza de tu esposa demostrándole que tú realmente no vas a cometer el mismo error. Y a tus hijos decirle que como padre eres humano y no eres perfecto, pero que quieres darles el mejor ejemplo y guiarlos con amor porque no quieres que ellos cometan los mismos errores. Dile a tu esposo que a pesar de que cometiste una falta, tienes un corazón sensible, y él es el que tiene el primer lugar en tu corazón después de Dios. Quieres perdonarte a ti mismo? hazlo tomando acciones a pesar de los temores de volver a fallar, pues ya eres libre de la culpa y ahora es tiempo de reconstruir. ~ Recibir el perdón de Dios. Alicia era una mujer dura que no expresaba sus sentimientos, pero cuando la invitamos a recibir el amor de Dios, comenzó a llorar descontrolada mente y gritó diciendo: "he hecho cosas tan malas que yo no merezco el perdón de Dios!" No hay falla más grande que el Señor no pueda perdonarte! El pagó el precio para que fueras libre de culpa y pudieras experimentar el verdadero amor de Dios. " De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!" 2 Corintios 5:17 Reina Valera Contemporánea (RVC) O tal vez seas aquella persona que estás restaurando la relación con la persona a la que fallaste y estén mejorando poco a poco. Tu parte emocional se está reconstruyendo, pero hay algo dentro de ti que hace que sientas ese vacío; tu alma es la que siente que Dios no te ha perdonado. Puede ser que cometiste alguna inmoralidad y sabes que le fallaste a Dios pero éste es el momento para que entiendas la inmensa gracia de Dios. No hay nada que aumente o reduzca el amor de Dios para ti! su amor es el mismo: su amor, simple y sencillamente no cambia... por eso se llama GRACIA. Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana! Abraza esa nueva gracia que está ahí al frente de tu puerta, simplemente abre la puerta de tu corazón y recibe ese regalo. Y recuerda, la manera más fácil para otorgar el perdón es recordar que tú también alguna vez de tu vida cometiste una falta y que alguien te perdonó, y además recuerda que Jesucristo pagó el precio por nuestra culpa y El nos perdona todas las veces que le fallamos, de la misma manera tenemos que perdonar.