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Job-103 Médicos nulos

Job-103 Médicos nulos
Jun 1, 2023 · 10m 18s

Médicos nulos (Job 13:4) Hay en cada uno de nosotros un deseo innato de condolernos con los que sufren y consolarlos, de ofrecer ayuda al que la necesita. Y eso...

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Médicos nulos (Job 13:4)

Hay en cada uno de nosotros un deseo innato de condolernos con los que sufren y consolarlos, de ofrecer ayuda al que la necesita. Y eso es bueno; creo que refleja la semejanza a Dios, nuestro Creador. Mas muchas veces el consuelo puede resultar en consejo no solicitado; otras, las condolencias acaban en consejo inapropiado, y en algunas ocasiones, cuando intentamos ayudar acabamos haciendo daño. Esto es una marca de nuestra naturaleza caída, innata también, por la cual muchas veces con las mejores intenciones no logramos realizar el bien que deseamos.

Es el deseo de Dios que nos consolemos unos a otros en momentos de dificultad. Y nos dice el texto que en las tribulaciones, Dios nos consuela, mostrándonos así cómo podemos consolar a otros y capacitándonos para ser de apoyo a los que pasarán dificultades similares a las nuestras.

2 de Corintios 1:4 dice que Dios “nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”


Los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar vinieron a visitar a Job con la intención de condolerse con él y consolarle (Job 2:11)
Nos cuenta el capítulo que cuando llegaron, vieron a Job en un estado irreconocible, y “lloraron a gritos”. Su amigo estaba sufriendo y ellos fueron conmovidos.

“Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.” Job 2:13

Comenzaron bien, con un alto nivel de empatía y con un silencio prudente. Probablemente durante esa semana los amigos rogaron a Dios por Job, y estuvieron a su lado mientras Job asumía la crisis física y emocional en la que se encontraba.

Y se nos dice que fue Job el que rompió el silencio, con las palabras amargas del capítulo 3. Job declara que preferiría la muerte al estado en que se encontraba. Había perdido a sus hijos, todas sus posesiones. Se encontraba sufriendo físicamente, y la naturaleza de su enfermedad le impedía disfrutar de la posición social a la que estaba acostumbrado. Hasta su propia esposa le deseaba la muerte al verlo sufrir de tal modo.

Fue entonces que Eliafaz, el primer amigo, empezó a discutir con Job en el capítulo 4, sintiéndose obligado a corregir a Job. Le dijo: “Antes enseñabas a otros, ¿pero ahora que te ha venido el mal a ti te desalientas? ¡Qué fácil es dar lecciones! Eliafaz notaba que Job, que sabía consolar y enseñar a otros, estaba turbado y perdiendo toda confianza en Dios.

Job reprochó la actitud de sus amigos. En este momento, Job necesita compasión y consuelo, mas sus amigos le ofrecieron amonestación y corrección. Dice Job en el capítulo 6:14-15: “El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; Pasan como corrientes impetuosas”

En el capítulo 16:2-5 les vuelve a decir: “Consoladores molestos sois todos vosotros.” “También yo podría hablar como vosotros, Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía; Yo podría hilvanar contra vosotros palabras, Y sobre vosotros mover mi cabeza. Pero yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.”

¡Cuántas veces he actuado yo como los amigos de Job. A alguien que sufre, en lugar de consuelo le he dado corrección. En lugar de un abrazo y oración, he ofrecido consejo no solicitado.

En el versículo 26 Job les dice: ¿Pensáis censurar palabras, Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?”
Job reconoce que en medio de la desesperación las palabras de angustia fluyen. Y lo único que se esperaba de sus amigos en ese momento eran oídos dispuestos a recibirlas y un abrazo de empatía. Job les dice que en el lugar de ellos, él los alentaría con sus palabras y sus consolaciones apaciguarían su dolor. ¡Qué bonitas palabras!

Tras otro discurso amargo de Job, Bildab lo reprendió, proclamando la justicia de Dios. Job y sus amigos sabían que Dios es justo, mas Bildad parecía olvidar que este mundo en el que vivimos no es justo. Mas bien, como argumenta Job, el mal viene a justos e injustos por igual. Como enseña el sabio en Eclesiastés, un mismo suceso puede acontecer al bueno y al malo. No estamos exentos de calamidades.

Zofar, el tercer amigo, no pudo resistirse a ofrecer su granito de arena a la discusión, por lo que irrumpió acusando a Job y a su familia de pecados ocultos, y le animó a confesarlos y arrepentirse para ser restaurado. Mas nosotros los lectores sabemos que, aunque Job no era un hombre perfecto, no estaba siendo afligido por su pecado. Vemos a Job en el capítulo 12 declarando la sabiduría de Dios y su soberanía, y en el 13 intenta explicar que no estaba viviendo en desobediencia a Dios, sino que las tragedias son parte natural de esta vida, efímera y llena de sinsabores (Job 14:1)

Esta discusión continuó por turnos, mientras unos y otros disertaban sobre la maldad humana y la justicia de Dios. Hasta el joven Eliú, viendo que Job se defendía a sí mismo más que a Dios, intervino para llamar la atención a Job y exaltar la grandeza de Dios. Todos mantenían suposiciones que no eran del todo ciertas, como el pensar que a los buenos todo les va bien o que a los malos las cosas les van mal. Cualquiera que haya vivido unos años en esta tierra sabe que eso no es cierto, y la Palabra de Dios en este libro, en Eclesiastes, en los salmos entre otros, nos recuerda que el mal en esta tierra trastornada por el pecado toca a cada uno en un momento u otro. Mas Dios promete Su presencia, y que a aquellos que le buscan, aún las calamidades pueden traerles bendiciones inesperadas.

En los últimos capítulos el libro, es Dios mismo el que tiene que tomar la palabra. Es Dios mismo el que habla con Job, mostrándole su lugar en el cosmos, contrastándolo con la grandeza y sabiduría de Dios. Mas Dios sí consuela a Job, ya que es Él mismo el que le restauraría su salud y todo lo que le había sido quitado.

En cuanto a los tres amigos de Job, Dios los reprendió abiertamente. Dios les acusa de no haber hablado lo recto acerca de Dios. Habían leído mal los acontecimientos, y habían llegado a conclusiones erróneas. ¡Qué fácil es para nosotros hacer esto! Suponer que conocemos los motivos de otros y el porqué de todo lo que acontece. Y como los amigos de Job, pecamos de listas, y hacemos más mal que bien.

En el último capítulo, Dios obra una reconciliación genuina entre Job y sus amigos, en la que los amigos piden perdón, y Job muestra su perdón pidiendo a Dios por ellos. Y Dios “aceptó la oración de Job”. Precioso final a una situación difícil entre amigos.

Ahora pregunto, ¿Has intentado ayudar a alguien alguna vez y has llegado a ser un “médico nulo”, un consolador molesto? Te animo a restaurar esta relación. Preparémosnos para consolar a nuestros amigos y familiares que sufren, con más silencio empático, con mucha oración, y con el uso adecuado de la palabra, dejando que sea Dios mismo el que trate con ellos el asunto a través de su Espíritu. No pequemos como los amigos de Job, suponiendo que podemos saber los motivos detrás de las acciones de los demás. Pidamos a Dios sabiduría para consolar en el dolor, y para dar consejo prudente cuando sea necesario.
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Author David y Maribel
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