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Habacuc-168 Conversación de Habacuc con Dios

Habacuc-168 Conversación de Habacuc con Dios
Sep 7, 2023 · 10m

El libro de Habacuc es interesante porque a diferencia de los otros libros proféticos, donde el profeta está comunicando el mensaje de Dios al pueblo, este comparte la conversación del...

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El libro de Habacuc es interesante porque a diferencia de los otros libros proféticos, donde el profeta está comunicando el mensaje de Dios al pueblo, este comparte la conversación del profeta con Dios. Habacuc va a Dios con sus inquietudes, porque sabe que el único que puede hacer algo al respecto es Dios. Y es que los profetas, como hemos mencionado en otras ocasiones, también tenían momentos en los que no entendían lo que Dios estaba haciendo o sentían duda o ansiedad ante el aparente silencio de Dios.

Dice así Habacuc en el capítulo 1 versículos 2-4:

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.”

Wow! Habacuc viene con lo que parece un reproche de la inactividad de Dios ante la injusticia! Sin embargo, Dios no parece tomarlo así. El que conoce lo más íntimo del corazón humano sabe que somos débiles, y como tales nos trata. Dios le contesta con palabras que le dicen a Habacuc básicamente; “Espera y verás lo que voy a hacer.” Dice el versículo 5: “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis.”

Nuestra mente no llega a comprender la mente de Dios, y eso es normal. Debemos recordar que somos seres finitos, e intentar entender la perspectiva de un ser infinito es una tarea imposible. Dios procede a informarle a Habacuc de que Babilonia vendría contra el reino del sur. La nación que describe como “cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas, formidable y terrible” vendría contra Judá y llevaría muchos cautivos.” Este era el plan de Dios para llamar la atención del pueblo rebelde de Israel.


Habacuc reaccionó ante la idea de que Dios usara a Babilonia para castigar al pueblo. Después de todo, Babilonia era mucho peor que Israel. Eran violentos, injustos, y claramente idólatras. Habacuc comparaba al pueblo de Israel con ellos, y le costaba entender que unos más sangrientos y más idólatras que ellos tuvieran permiso para juzgar a Israel. Le dice Habacuc a Dios en el 1:13: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?” Un momento Habacuc se quejaba a Dios de la maldad de los hebreos, y al siguiente los estaba defendiendo ante la noticia de que los caldeos serían el instrumento de disciplina para ellos. Habacuc se mantenía firme en su queja ante Dios. Mas vemos a Dios, en su poderosa misericordia, dándole palabra para él y para el pueblo en el capítulo 2.

“Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.”

Dios afirma que su decisión está tomada y su plan, aunque tardaría un poco en venir, era seguro. Y le da a Habacuc la seguridad de que Dios cuida a los suyos con las siguientes palabras: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.”

El orgulloso piensa que está bien cuando su alma no es recta, sin embargo, el justo es el que se mantendrá firme, no por su propia fuerza, sino por su firme confianza en Dios.

Dios recuerda al profeta y a su pueblo que Él no dejará sin consecuencias ninguna maldad, sin importar quien la haga. Sabía que Babilonia era una nación desenfrenada, dada a borracheras y la idolatría.

Dice contra la embriaguez: “¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez! Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha de Jehová vendrá hasta ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria.” Su desenfreno traería tras de si la resaca; era ley de vida.

Y contra la idolatría dice: “¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo?, ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra? ¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él.”


Mas acaba el capítulo diciendo, “Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.” Solo Dios merece el silencio reverente que reconoce la grandeza del que tiene delante.

El contraste continúa entre el que se refugia en riquezas injustas y el que edifica la ciudad con violencia. Lo que hacen será en vano, porque un día Dios vendrá y establecerá ciudad justa y reino justo. Así nos asegura Habacuc 2:14 “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Era un hecho seguro en el que el profeta Habacuc y todo aquel que en Dios ponga su fe debe descansar confiado.

Habacuc había venido a Dios con sus quejas, y Dios le había contestado. Vemos al profeta después de su encuentro con Dios respondiendo con humildad y confianza. Ante la respuesta de Dios, Habacuc estaba dispuesto a confiar y aceptar la voluntad de Dios. Y es por esto que tenemos los preciosos versos de afirmación del capítulo 3. Comienza con esta oración:

“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.
Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,
En medio de los tiempos hazla conocer;
En la ira acuérdate de la misericordia.”

Y termina el libro con los conocidos versículos de confianza de Habacuc a pesar de cómo se siente en su interior.

"Oí, y se conmovieron mis entrañas;
A la voz temblaron mis labios;
Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí;
Si bien estaré quieto en el día de la angustia,
Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar."


A pesar de la incertidumbre, a pesar de los malos pronósticos, Habacuc estaba dispuesto a dar gracias a Dios y confiar en Él. Esto es especialmente de ánimo para mí, retándome a hacer yo lo mismo, y espero que también tú puedas confiar y vivir la vida con gozo, con fe en el que nunca decepciona.
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Author David y Maribel
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