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Filipenses-127 Hacia la meta

Filipenses-127 Hacia la meta
May 11, 2022 · 6m 53s

Hacia la meta El apóstol Pablo en la carta a los Filipenses utiliza una imagen de una carrera para explicar la vida cristiana. Cuando uno comienza una carrera, tiene claro...

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Hacia la meta

El apóstol Pablo en la carta a los Filipenses utiliza una imagen de una carrera para explicar la vida cristiana. Cuando uno comienza una carrera, tiene claro dónde se encuentra la meta. Corre en dirección a esta meta, e intenta no hacer nada que le haga difícil correr con soltura y determinación. Su vestimenta, de los pies a la cabeza está diseñado para hacer la carrera más eficaz y agradable. Su calzado es cómodo, sus calcetines transpirables, sus pantalones frescos y su camisa suave y agradable. Puede que lleve una gorra y que se haya aplicado crema solar, dependiendo de cómo sea el recorrido hacia la meta. No sé si Pablo había sido corredor pero en el texto nos da ideas de cómo se debe correr la carrera de la fe para llegar a la meta con satisfacción.


Filipenses 2:16 dice que nos es necesario correr “asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.”

Todo el esfuerzo que la carrera conlleva no debería ser en vano, por lo que tenemos que entender bien la palabra de vida que Dios nos ha dado.


En Filipenses 3:12-14, Pablo, hablando de cómo correr la carrera cristiana para llegar a alcanzar el premio, nos dice:


“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Aquí vemos definida la meta del cristiano: es “el premio del llamamiento de Dios en Cristo Jesús” el cual es supremo, el más alto llamamiento. Esto describe el momento de la glorificación, cuando en el juicio final el Señor llame nuestro nombre y nos dé paso a la vida eterna con Cristo. Esta es la meta de cada persona que a través de la historia ha confiado en la obra redentora de Cristo en la cruz. Cuando allá se pase lista, todo aquel que ha iniciado la carrera de la fe en Cristo habrá seguido en la carrera gracias al don del Salvador y llegará a la meta esperada. Pablo advierte a aquellos que no sienten que están en la carrera, que no tienen el sentir que hubo en Cristo Jesús, descrito en el capítulo 2, diciéndoles: “Así que, todos los que somos perfectos (es decir, los que hemos sido perfeccionados por la obra de Cristo en la cruz), esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.” Pídele a Dios que te muestre si estás o no en la carrera, e inscríbete por fe en Cristo, porque el premio te espera en la meta, y podrás disfrutar de la perfecta comunión con Cristo.

Es por este supremo premio que nos espera que el apóstol puede decir en el 1:22: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” Pablo vivía su vida para Cristo, por lo que sin importar las circunstancias, la vivía gozoso y con ganas, y sabía que si moría, alcanzaría la meta por la que vivía, que era Cristo mismo. Cuando vivimos para cualquier cosa en esta vida, ya sea fama, dinero o diversión, en el momento de la muerte lo perdemos, porque nada podemos llevar con nosotros al la tumba. Mas cuando vivimos para Cristo, la muerte es la obtención plena de aquello para lo que hemos vivido.

Por este motivo Pablo proclama sin titubear en el capítulo 3:7-9 “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.”

En el capítulo cuatro, Pablo anima a los filipenses a permanecer unidos, firmes en el Señor, y gozosos, porque el Señor está cerca.

Mantengamos la vista en la meta, en el premio que Cristo ya ha ganado por nosotros. Prosigamos con confianza, porque a la llegada está nuestro Salvador esperando con los brazos abiertos, y por el camino, su Espíritu nos sostiene y nos guía. Sin duda, no tenemos nada que temer, porque viviendo para el Señor, todo es ganancia.
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Author David y Maribel
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