Nadie sabrá nunca es una cinta de ficción escrita y dirigida por Jesús Torres Torres en donde tenemos una confrontación de fantasías y realidades. En esta, Lucía y su hijo Braulio viven en una comunidad alejada y se distraen con las historias de las radionovelas (en el caso de la madre) o las películas de vaqueros (en el caso del hijo). Al mismo tiempo Lucía piensa en migrar al Distrito Federal gracias a que su hermana le dice que allá pueden hacerla, aunque el marido de Lucía no piensa igual y prefiere seguir en el rancho.

Mientras que la propuesta visual es interesante, desafortunadamente la historia se pierde al entremezclar los distintos elementos. Personajes reales que se incorporan en las fantasía siendo reflejo de deseos internos o somatizaciones de la realidad se entremezclan más a modo de cacofonía que de una historia completamente coherente. El western que quiere vivir Braulio tiene más que ver con el ideal del hombre que para él debe ser el padre sustituto que desea se maneja de mejor manera que el amante que llega a cumplir con los deseos de la madre abnegada mientras que se va hacia un final que cae en lo melodramático mientras que no hay una carga emocional real en ninguno de los personajes. Casi todas las acciones se suceden sin que haya una consecuencia de peso para los personajes, o al menos estos no lo reflejan. Es como si te dijeran que se murió tu gato y tu respondieras preguntando por qué no hay servilletas en la mesa.