Historia escrita y dirigida por Luis Ayhllón, de encuentros y desencuentros en donde un Oliverio (interpretado por Juan Carlos Colombo) es un anciano que espera la muerte en su casa, para lo cual su familia se dio a la tarea de contratarle una enfermera para que cuide de él, cuando los demás no quieren estar presentes para hacerlo. ¿El problema? Ana (Irela De Villers) comparte un pasado que podría tener tintes siniestros con el personaje. Por si fuera poco, en la ciudad se han reportado desapariciones de niños que estaban en etapa terminal de cáncer.

Mientras que el manejo visual y de atmósferas es brillante en esta cinta, el manejo de la historia tiene varios altibajos. El planteamiento de la confrontación con la muerte, elemento extraño e inevitable, es interesante por sí mismo. El personaje de Ana trae bajo el brazo no solo una posible relación con Oliverio, a quien viene a confrontar en sus últimos días. Con una libreta ilustra historias oscuras más cercanas al Babadock que a la llorona y ahí vemos la posible relación con la historia ¿terciaria? de los niños desaparecidos. A esto agreguémosle el conflicto familiar de las aves de rapiña familiares que vienen a los útlimos momentos de Oliverio y es cuando la historia trata de abarcar más de lo que tiene la capacidad.

Los segmentos de Ana funcionarían muy bien como cortometraje independiente, dejando una historia más personal con Oliverio y cómo lídea con los fantasmas del pasado. Aunque claro, esa no es la historia que Ayhllón quería contarnos.