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Ep 81 | Las pestes ancestrales [parte 2] La Lepra

Ep 81 | Las pestes ancestrales [parte 2] La Lepra
Mar 30, 2023 · 1h 13s

Las Pestes Ancestrales [parte 2] La lepra o enfermedad de Hansen, es una enfermedad infecciosa crónica producida por el bacilo Mycobacterium leprae , que afecta principalmente los nervios periféricos y...

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Las Pestes Ancestrales [parte 2]

La lepra o enfermedad de Hansen, es una enfermedad infecciosa crónica producida por el
bacilo Mycobacterium leprae , que afecta principalmente los nervios periféricos y
la piel, pero también afecta otros sitios tales como las mucosas, los ojos,
los huesos y los testículos. Sus complicaciones más severas son la desfiguración, la
deformidad y la discapacidad, ya sea por el compromiso neurológico o por la ceguera.
Se sabe que la lepra afecta a la humanidad desde hace al menos 4.000 años, porque
en 2009, en una excavación arqueológica llamada Balathal Rayastán, al noroeste
de La India, se encontraron los restos óseos de un varón adulto de unos 30 años de
edad con muestras de haber padecido esta enfermedad, y no haber recibido ningún
tipo de tratamiento para curarla.
Dichos restos estaban enterrados en ceniza de estiércol de vaca dentro de un
recinto de piedra de paredes gruesas en los límites del asentamiento donde vivió.
Todo este cuidado al momento de su entierro, tal vez se deba al histórico miedo de
la gente de la antigüedad ante esta discapacitante enfermedad.
La datación por radiocarbono, indicó que el esqueleto fue enterrado entre el 2500 y
el 2000 a. C.
La siguiente evidencia más antigua comprobable de la lepra se verifica era un
esqueleto egipcio del siglo II a. C.
Que no se tengan pruebas fehacientes de enfermos de lepra certificado, más allá de
los 4.000 años, no significa que este padecimiento no sea miles de años más antiguo.
En la temprana Edad Media, tenemos el caso de Balduino, el rey leproso de
Jerusalén, quien murió en 1185, a los 24 años de edad como consecuencia de la
infección de sus úlceras.
Balduino evidenció los primeros síntomas de la lepra a los 9 años de edad,
consistentes en pérdida de la sensibilidad en su mano y brazo derechos.
Su cuadro clínico va empeorando y, al comienzo de la segunda década de su vida,
la debilidad ya le impide caminar, se queda ciego, presenta ataques repetidos de
fiebre y muere en Jerusalén.
La biografía de Balduino, el rey leproso de Jerusalén proporciona interesantes
descripciones de las manifestaciones neurológicas de la lepra.
Durante toda la Edad Media se pensaba que los leprosos enfermaban como castigo
divino por sus pecados y se solía relacionar a esos pobres sufrientes con la lujuria y
con la promiscuidad, por lo que se acostumbraba a expulsarlos de las comunidades
y desposeerlos de sus bienes.
Los que padecían esta enfermedad llevaban unas pequeñas tablas en la mano,
llamadas tablillas de san Lázaro, las cuales al golpear entre sí avisaban a la gente a
su paso cuando se les permitía mendigar o realizar algún peregrinaje. San Lázaro
es el santo de los leprosos y los mendicantes. También solían llevar en muchos
casos una pequeña campana, que hacían sonar con igual fin.
La primera mención de la lepra en los escritos, así como su absurda cura ritual
mediante plegarias, aparece con el nombre de kilasa (mancha blanca en la piel), en
el texto hinduista Átharva-veda , que data de fines del II milenio a. C.
Hacia el siglo XV a. C., en Levítico (uno de los libros del Antiguo Testamento), se
menciona que los kohen (sacerdotes del orden de Aaron), estaban obligados a
saber reconocer a un metzora, es decir, un varón atacado de una enfermedad
llamada tzara’at. Esta enfermedad es traducida como lepra, aunque hoy día algunos
se plantean que podría no tener nada que ver con la lepra verdadera, causada por el
bacilo de Hansen.
El síntoma del tzara’at era una mancha blanca en la piel acompañada de una llaga.
Según la tradición hebrea, esta enfermedad se producía cuando alguien hablaba
mal de otra persona.
Los textos hebreos también dicen que… Un leproso eliminará esta enfermedad si
observa una dieta adecuada, una conducta intachable, si practica toda clase de
penitencias expiatorias (como dar dinero a los sacerdotes brahmanes) y si recurre a
los medicamentos adecuados.
También refieren que la lepra es una enfermedad muy contagiosa. El contagio se
produce seguramente por tener relaciones sexuales con un leproso, por el contacto
con el aliento de un leproso, por el contacto físico, por comer o beber del mismo
recipiente donde comió o bebió un leproso, por dormir en una cama donde durmió
un leproso, por usar una ropa que fue usada por un leproso, por ponerse un
ungüento que fue tocado por un leproso, por ponerse una guirnalda de flores que
previamente estuvo en contacto con un leproso. Así se contagian todas las
enfermedades relacionadas con la influencia de planetas malignos o debido a los
pecados cometidos, como la lepra, la fiebre, la tuberculosis y la oftalmia.
Donde se prestó una atención a la enfermedad, más allá de la ilógica cuestión de
castigo de Dios, Fue en La India donde en el escrito Súsruta-samjita, en su capítulo
Nidana-sthanam, se describe muy bien la condición patológica de la lepra, e incluso
ofrece sugerencias terapéuticas para mejorarla.
Tal es el acierto de estos escritos que, todavía en 1998, La enciclopedia Cambridge
de paleopatología humana afirmaba: “El Sushruta-samhita de la India está acertado
en sus indicaciones terapéuticas”.
Pero es recién en el siglo XIX, en México, donde el doctor Ladislao de la Pascua y
Martínez publicó el primer trabajo científico no filosófico ni teológico sobre la lepra
en el mundo. Demasiado se tardó la medicina en identificar este mal milenario.
La lepra, tal vez debido a la ignorancia científica, siguió siendo una enfermedad
estigmatizante durante siglos.
Todavía en 1909, en España se decretó (por demanda de la Sociedad de Patologías
Exóticas), la exclusión sistemática de los leprosos del resto de la sociedad, y su
"reagrupamiento" en leprosarios como medida esencial de profilaxis.
El estigma social que se asoció con las formas avanzadas de lepra continúa en
muchas regiones, y sigue siendo el mayor obstáculo para los tratamientos precoces.
En 1987, el médico e investigador venezolano Jacinto Convit fue distinguido con
el Premio Príncipe de Asturias por descubrir la cura para esta enfermedad.
En 1995, la Organización Mundial de la Salud, estimaba que entre dos y tres
millones de personas en todo el mundo estaban en situación de discapacidad
permanente por lepra.
Las cuarentenas forzadas, o la segregación de pacientes, constituyen medidas
innecesarias y no éticas, aunque en muchos lados aún se practican.
Se mantienen así, los horrendos y discriminatorios leprosarios en: Brasil, China,
Egipto, España, India, Japón, Liberia, México, Nepal, República Dominicana,
Rumania, Somalia, Tanzania y Vietnam.
Más patético es aún que actualmente se sabe fehacientemente que muchas de las
personas que fueron segregadas en esas comunidades cuasi carcelarias, como
presuntos leprosos, en realidad padecían sífilis.
El último leprosario de Europa Occidental es el Sanatorio de Fontilles, que se
encuentra en Vall de Laguar, en la española de Alicante.
Se estima que entre dos a tres millones de personas están permanentemente
discapacitadas debido a la lepra. La India es el país con mayor número de
casos, Brasil ocupa el segundo lugar, y Birmania el tercero.
Una serie de datos ilustrativos nos dan una idea de la magnitud de este histórico
padecimiento humano:
En el año 2000, había 91 países con lepra endémica: la India, Birmania y Nepal al
tope de la lista con el 70 % de los casos.
En 2002, con los casos en aumento, ubicaron a Brasil, Madagascar, Tanzania y
Nepal, con el 90 % de casos.
De 2003 a 2004, los casos fueron decreciendo año tras año, aunque siguen
existiendo los bolsones de alta prevalencia en las áreas antedichas.
La lepra es una enfermedad de muy baja contagiosidad, por eso suena incomprensible
el castigo histórico que se le impuso a los enfermos con su brutal segregación.
El contagio se produce solo entre un enfermo con posibilidad de transmitir la
enfermedad (ya que no todos los que padecen lepra eliminan bacilos), y una
persona sana susceptible debido a una predisposición genética, ya que la mayoría
de las personas posee resistencia natural al bacilo de la lepra. Es decir, que debe
conjugarse un enfermo que actúe como agente infeccioso y una persona sana con
una predisposición especial, y por espacio de varios años, para que suceda el
contagio.


01-04-2023
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Author Claudio Gorgoretti
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