16 APR 2020 · Son las ocho de la tarde de un día cualquiera en cualquier hospital de España. Suenan aplausos en La Fe, de Valencia, pero da igual. Porque los aplausos a nuestros sanitarios se multiplican por miles, por millones cada tarde. Es el reconocimiento a la labor que vienen realizando desde que empezó esta crisis. A su esfuerzo, al riesgo en el que ponen sus propias vidas para salvar las nuestras.
A los aplausos a pie de calle en las puertas de hospitales se unen los de balcones y ventanas que al unísono nos recuerdan que hay vida ahí fuera y que nos está esperando.
Pero el sistema sanitario ha dejado patentes ciertas carencias en esta crisis del COVID-19. Los recortes que la atención médica lleva padeciendo desde hace años han quedado ,si cabe, más evidentes ahora. Y todos coinciden en lo mismo. Gestionar la sanidad supone pensar a largo plazo, invertir en recursos de cara al futuro, mejorar las condiciones laborales del sector, poco beligerante en reivindicaciones. Recortes, precariedad y privatización marcan el paso de un sector primordial para una sociedad que se cuestiona si, realmente, puede presumir de tener la mejor sanidad del mundo.