Messi y su penúltima frontera: Croacia, la "Uruguay" Europea. Croacia, una nación compacta, diminuta, pero que conjuga como pocas el verbo competir. Con apenas tres décadas como país independiente y menos de cuatro millones de habitantes, el cuadro ajedrezado ha sido capaz de alcanzar tres semifinales en seis participaciones de Copa del Mundo. Fue tercera en el 98, segunda en 2018, y ya está entre las cuatro mejores en Qatar, prueba de un irreductible gen competitivo.
La mitad de sus futbolistas fueron niños en la guerra de los balcones. Cuatro nacieron incluso, en los tiempos de la antigua Yugoslavia. Uno de ellos, su líder, Luka Modric, el niño que creció entre las bombas para convertirse el mejor jugador del Mundial de Rusia, el mariscal que a los 37 años de edad se resiste al ocaso. Y su lado, incansable Ivan Perisic, 123 veces internacional con Croacia, tres de ellas en voleybol de playa. Un competidor tan voraz, que ha sido capaz de defender a su país en dos disciplinas diferentes. Ellos son la vieja guardia que guían a jóvenes como Josko Guardiol, de sólo 20 años, e hijo de un vendedor de pescado en el mercado de Zagreb, o a Dominik Livakovic, el portero parapenaltis, hijo de un destacado ingeniero civil que fue ministro de transporte. “El deporte, es nuestra oportunidad para demostrar que existimos”, declaró el delantero Ante Budimir. Croacia ha ganado oro olímpico en waterpolo y en balonmano, ha ganado la Copa Davis de Tennis, y tiene dos medallas de Copa Mundial de la FIFA. Si Uruguay forjó su prestigió con el Maracanazo, Croacia, la Uruguay de Europa, sale en Qatar a tratar de sepultar la gran ilusión de Messi. Suena cruel, pero así es.