Cuando todavía era un niño y ya triunfaba como cantante, los representantes de Luis Miguel manifestaron una preocupación: el niño pródigo estaba empezando a cambiar la voz. Eso podría significar el fin de su ascenso en la música o un peldaño más en su carrera. El siguiente paso fue llevar al joven intérprete a la gran pantalla: “Ya nunca más” y “Fiebre de amor” marcaron la negativa experiencia cinematográfica del “sol de México”.