Las comedias juveniles estadounidenses han alimentado por años la caricatura de la “cheerleader; una figura representada por adolescentes frívolas, trofeos o accesorios para el “macho alfa” de la escuela. Pero el año 2000 llegó “Triunfos Robados”, la primera película que visibilizó a las porristas como lo que son: jóvenes que enfrentan una carrera por el éxito deportivo, tan dramática como la que viven los equipos a los que alientan. Aparenta ser una cinta pequeña, pero las apariencias engañan. A fin de cuentas, es una reflexión sobre qué clase de líderes podemos ser y qué clase de líderes necesitamos.