La brutal campaña militar contra la Franja de Gaza no significa que el ejército israelí permita un respiro a la Cisjordania ocupada. Desde el 7 de octubre, no ha habido ni un solo día en el que los pueblos y los campos de refugiados de este territorio no hayan sufrido violentas incursiones militares, que a menudo terminan con muertos, detenidos y la destrucción del paisaje urbano. Las tropas israelíes invaden de forma habitual el campo de refugiados de Yenín, donde hay presencia de grupos armados locales que aseguran proteger la ciudad de las incursiones ilegales. El pequeño Ahmad, de 12 años, pide a RFI que inspeccione la destrucción de su casa un día después de la última redada y lo cierto es que no hay ni un solo armario en pie.“Nos quedamos atrapados”Ahmad asegura que duermen fuera por miedo a los militares: “Cuando tenemos tiempo salimos a otra casa que tenemos fuera de la ciudad. No está preparada, pero ponemos unas sabanas en el suelo para poder dormir. Es suficiente para nosotros. Hace dos semanas no pudimos escapar durante una incursión, nos quedamos atrapados durante seis horas. Pero siempre que podemos nos vamos a las 7 de la tarde para pasar la noche fuera, porque estar aquí no es seguro”, explica.Ahmad tiene un hermano en la cárcel desde hace cinco meses y afirma que es la quinta vez que los israelíes les arrasan la casa. Viven en la calle principal del campo de Yenín y eso les expone al paso de las tropas, que utilizan la terraza de la vivienda para apostar francotiradores.“Están intentando retratarnos como terroristas aunque incluso los israelíes saben que no somos malos ni somos terroristas. Pero el gobierno israelí y otros países como Estados Unidos siguen diciendo que nosotros somos los terroristas”, dice el joven.“¿Qué puedes hacer ante eso?”La acción de los tanques y el sonido de las explosiones despierta en los niños palestinos una experiencia traumática que les acompañará por el resto de sus vidas. “Ayer vinieron. Mi hermana me contó que mi sobrina de tres años le dijo a sus hermanos que se tenían que esconder debajo de la cama, que necesitaban alguien que les protegiera. Le dijo a su madre ‘necesito a alguien que me abrace’. ¿Qué puedes hacer ante eso? ¿Qué podemos hacer cuando oyen las explosiones? Es difícil, pero son palestinos, así que están obligados a sufrir estas cosas de todos modo”, relata Salwa, residente de Yenín.Todo palestino tiene recuerdos de infancia en los que empezaba a sentir la intimidación de los soldados israelíes. Salwa también tiene el suyo: “Desde que abrimos los ojos en este mundo ellos ya están aquí. Recuerdo días en el colegio en el que el ejército israelí atacaba Yenín y veíamos los vehículos armados desde la ventana. Eso es muy difícil para alumnos y profesores”, cuenta.Para los palestinos que residen en los campos de refugiados, el miedo, la humillación y la falta de perspectivas de futuro son permanentes. Ante esto, muchos no ven otra opción que entregarse a la causa.“Como palestina, no sé si estar orgullosa o triste de que todos los niños respondan que cuando sean mayores quieren ser combatientes o mártires. Como padres, qué podemos hacer para evitarlo?”, lamenta la mujer.