* El ambiente cultural que tuvo fuerza en muchas partes del mundo hasta hace unas cuantas décadas exigía de la mujer que, si su esposo mostraba claros rasgos machistas, a ella le correspondía estar al servicio del egoísmo masculino. Soportar, esperar y rezar era todo lo que se suponía que debía hacer la mujer.

* Dos verbos nuevos entraron extensamente en la sociedad desde mediados del siglo XX: apartarse (divorcio) o pelear por sus intereses. El feminismo radical, impulsado a menudo por ideologías de tipo neomarxista, aprovecha esa fuerza de descontento para implantar en el corazón de la mujer los defectos típicos del varón. Quiere, entonces, responder a un egoísmo con otro egoísmo, aunque sustentado por un sistema legal que incluye beneficios económicos para ciertos grupos de presión.

* Los varones han quedado notoriamente perplejos frente a este cambio cultural. Muchos tratan de otrar como di nada hubiera sucedido pero otros, sobre todo entre los más jóvenes, han llevado su perplejidad por el camino de la imitación de ciertos valores de sociabilidad femenina. Estos hombres, obsesionados con su físico y sobre todo con no desagradar a nadie, resultan particularmente útiles a las fuerza del Nuevo Orden Mundial.

* En este nuevo ambiente pareciera que el único "pecado" es "ofender" y se entiende "ofender" como atreverse a pronunciarse sobre qué es bueno y qué es malo.