Tiempo de Clásicos, el podcast de música clásica de CCEN Radio, coproducido por el Centro de Estudios Musicales #CEM de la ciudad de Managua Nicaragua.

Hoy retomaremos la obra del popular compositor alemán Wolfgang Amadeus Mozart. Escucharemos su Cuarteto de cuerda n.º 14 en sol mayor, K. 387, conocido como el Cuarteto de la primavera. Fue compuesto por Mozart en 1782 durante su estancia en Viena. La fecha de composición del cuarteto aparece en una inscripción en italiano del propio Mozart, ubicada sobre el título del cuarteto: “li 31 di decembre 1782 in Vienna”.

Después de mudarse a Viena, adquirir un conocimiento más profundo en Bach, conocer a Haydn por primera vez y conocer sus emblemáticos cuartetos de cuerda, Op. 33, publicado solo un año antes en 1781, un Mozart de 26 años volvió de nuevo al género del cuarteto de cuerdas.

Motivado puramente por la inspiración y el respeto en lugar de un encargo, Mozart trabajó duro durante un período de dos años para componer lo que se convirtió en el conjunto de seis cuartetos que dedicó a Haydn. El primer movimiento “Allegro” tiene dos temas destacados, ambos agudamente articulados por contrastes dinámicos entre ruidosos y suaves con segmentos que se mueven en pequeños pasos cromáticos.

Estas cualidades, caracterizan los temas de los otros movimientos y también sugieren una unidad artística para el cuarteto en su conjunto, un rasgo poco común tan temprano en la historia de los cuartetos de cuerdas.

El segundo movimiento “Menuetto” comienza con dos suaves saltos hacia abajo, luego combina la dinámica fuerte/suave y el vocabulario cromático del movimiento anterior en una subida desigual que insinúa el futuro del género scherzo con una broma suave elaborada en movimiento contrario por el violonchelo.

Moviéndose al cálido resplandor del acorde subdominante (Do mayor), el tercer movimiento “Andante” cantabile canta una canción exquisitamente elegante, sofisticada con cambios en el patetismo, sus reafirmaciones heroicas flexibles y sus radiantes estilos de belleza divina. La oscura intensidad del trío regresa junto con las duras entonaciones de los cuatro instrumentos al unísono.

La maravilla de este movimiento lento está bellamente expresada por Alec King, quien escribe: "Mozart derrama una corriente de música absorta y contemplativa, rica, altísima, con clímax bellamente calculados. Es un ejemplo notable de la música sostenida: sentimiento exaltado expresado con maravillosos recursos armónicos, pero sin una sola frase melódica que sea memorable en sí misma".

El final es un milagro más y un hito importante en la historia del cuarteto de cuerdas y la música clásica en general. Repartido en forma de sonata, su exposición está hecha a partes iguales de fuga polifónica y melodía homofónica con acompañamiento, el estilo antiguo aprendido y el estilo galante de moda se mezclan a la perfección en una maravilla de complejidad emocionante y facilidad relajante. Además de resaltar las riquezas contrapuntísticas de la forma fresca pero ahora madura del cuarteto, Mozart demuestra simultáneamente otras dos características del género: el humor y la intimidad.