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Evangelio Del Día Lunes 27 de Marzo | Amar Incondicionalmente | Hoy en Oración

Evangelio Del Día Lunes 27 de Marzo | Amar Incondicionalmente | Hoy en Oración
Mar 27, 2023 · 6m 7s

Evangelio Diario LITURGIA - 27 DE MARZO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Morado V Semana del Tiempo de Cuaresma Liturgia de las Horas Tomo II I...

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Evangelio Diario
LITURGIA - 27 DE MARZO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Morado
V Semana del Tiempo de Cuaresma
Liturgia de las Horas Tomo II
I Semana del Salterio
Primera Lectura Daniel 13,1-9. 15-17. 19-30. 33-62
Salmo 22
Evangelio Juan 8, 12-20

“Anda, y en adelante no peques más”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Al final solo quedan Jesús y la mujer, allí en el medio: «la mísera y la misericordia», dice San Agustín (In Joh 33,5). Jesús es el único sin culpa, el único que podría arrojar la piedra contra ella, pero no lo hace, porque Dios «no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (ver Ez 33,11). Y Jesús despide a la mujer con estas estupendas palabras: «Vete, y en adelante no peques más» (v. 11). Y así, Jesús le abre un nuevo camino, creado por la misericordia, un camino que requiere su compromiso de no pecar más. (…) No temamos pedir perdón a Jesús porque Él nos abre la puerta a esta vida nueva. (Ángelus, 7 abril 2019)


REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fray Manuel Santos Sánchez O.P.)
Dios hace justicia
La enseñanza fundamental de este relato de la casta Susana es el triunfo de la inocencia sobre la maldad. Vemos cómo dos viejos jueces, movidos por el enamoramiento hacia Susana, buscan tener relaciones sexuales con ella, a lo que Susana se niega. En un principio, estos jueces, dada su autoridad, se las arreglan para condenar a muerte a Susana. Algo que evita Daniel cuyo nombre significa “Dios hace justicia”, y son los dos jueces los condenados a morir. La justicia vence a la injusticia.
La primera vez que oímos este pasaje, y las otras veces también, no alegramos de su desenlace, porque nuestro Dios, que es un Dios justo que rechaza toda injusticia, nos ha dado un corazón semejante al suyo, que va en contra de cualquier comportamiento injusto y goza con la verdad y la justicia.

Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más
El evangelio de hoy nos habla de la mujer adúltera. Posiblemente uno de los pasajes más conocidos por los cristianos. En él encontramos dos posturas antitéticas. La de los letrados y fariseos que no ven más que los hechos externos: “una mujer sorprendida en flagrante adulterio”. Y ahí se quedan y piden que sea apedreada como manda la ley. Muy distinta la postura de Jesús. No se queda solo en los hechos externos, en el adulterio de la mujer. Va más allá. Llega hasta el corazón de esa mujer y ve en él un sincero y sentido deseo de arrepentimiento, un deseo de ser perdonada y no condenada, un deseo de ser comprendida y amada y un deseo de comenzar una nueva vida. Y Jesús, que no ha venido a castigar, sino a curar, a sanar, a perdonar a todo corazón malherido, a alentar a que se vuelva siempre al buen camino… la perdona y la acoge. El diálogo de Jesús con ella, después de haber puesto en evidencia a sus detractores, está lleno de comprensión y de ternura: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado? Ella contestó: Ninguno, Señor. Jesús dijo: Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Daniel
Dn 13, 41-62
En aquel tiempo, la asamblea creyó a los ancianos que habían calumniado a Susana y la condenó a muerte. Entonces Susana, dando fuertes voces exclamó: “Dios eterno, que conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí”. El Señor escuchó su voz. Cuando llevaban a Susana al sitio de la ejecución, el Señor hizo sentir a un muchacho, llamado Daniel, el santo impulso de ponerse a gritar: “Yo no soy responsable de la sangre de esta mujer”.
Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: “¿Qué es lo que estás diciendo?” Entonces Daniel, de pie en medio de ellos, les respondió: “Israelitas, ¿cómo pueden ser tan ciegos? Han condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado y puesto en claro la verdad. Vuelvan al tribunal, porque ésos le han levantado un falso testimonio”.
Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel: “Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que Dios mismo te ha dado la madurez de un anciano”. Daniel les dijo entonces: “Separen a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a interrogar”.
Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo: “Viejo en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus pecados anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, contra el mandamiento del Señor: No matarás al que es justo e inocente. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo de qué árbol estaban juntos”. Él respondió: “Debajo de una acacia”. Daniel le dijo: “Muy bien. Tu mentira te va a costar la vida, pues ya el ángel ha recibido de Dios tu sentencia y te va a partir por la mitad”. Daniel les dijo que se lo llevaran, mandó traer al otro y le dijo: “Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón. Lo mismo hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a ustedes. Pero una mujer de Judá no ha podido soportar la maldad de ustedes. Ahora dime, ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?” Él contestó: “Debajo de una encina”. Replicó Daniel: “También a ti tu mentira te costará la vida. El ángel del Señor aguarda ya con la espada en la mano, para partirte por la mitad. Así acabará con ustedes”.
Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes, con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio, y les aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo. Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se salvó una vida inocente.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.
Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?”
Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.
Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.


Oración
Señor, tal vez alguna vez he dicho que renuncio al pecado, tal vez varias veces he recitado oraciones en donde incluyo la encomienda de no pecar más y de huir de las ocasiones de pecado; pero hoy, Dios mío, lo hago con total conciencia y de corazón: "Renuncio al pecado en mi vida. Renuncio definitivamente; como Susana, preferiría morir que pecar nuevamente contra ti".

Acción
Hoy buscaré las promesas bautismales y las renovaré en lo personal, en oración, delante de Dios.
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Author Hoy En Oracion
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