Ahora que estamos en pandemia, muchas autoridades religiosas han otorgado a los peregrinos dispensas y permutas de su sacrificio, dada la imposibilidad de poder realizar el recorrido y visitar el santuario de su elección, sin riesgo de contagio. Pero muchos peregrinos emprenden de cualquier manera el recorrido, hasta llegar a las puertas cerradas del santuario. ¿Será porque conocen la leyenda de Tristán? ¿Acaso no quieren que en su persona ocurra lo mismo que al comerciante incumplido con su promesa a la morenita del Tepeyac?