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Oseas-164 Una historia de amor fiel

Oseas-164 Una historia de amor fiel
Sep 1, 2023 · 9m 14s

¿Sabes lo que es precioso sobre la Biblia? Que el Dios Santo y Poderoso quiera darse a conocer a la humanidad. Oseas es un libro en poesía que muestra el...

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¿Sabes lo que es precioso sobre la Biblia? Que el Dios Santo y Poderoso quiera darse a conocer a la humanidad.
Oseas es un libro en poesía que muestra el carácter de Dios. Lo vemos contrastado con la naturaleza humana.
Vemos en los tres primeros capítulos de este libro lo que Dios ha sido para Israel. Vemos en el resto del libro cómo Israel ha despreciado una relación personal y especial con Dios. Mas el capítulo 11 nos explica cómo Dios no ha podido simplemente deshacerse de este pueblo rebelde. Y esto es debido solo al carácter fiel y puro de Dios.

Este Dios mantiene su precioso carácter eternamente. El mismo carácter descrito en el libro de Oseas es el carácter del Dios que vive hoy día y todavía está extendiendo Sus manos a la humanidad.

El profeta Óseas fue elegido por Dios para describir el estado de la relación de Dios con su pueblo. Oseas no iría a predicar la palabra, ni tendría que escribir mensajes al pueblo. Debía mostrar la palabra de Dios con su propia vida. Lo que Dios pidió a Oseas no incluía una vida sencilla y feliz en familia; Oseas sufriría un matrimonio bochornoso. Hemos visto algunos profetas que tuvieron familia, como Isaías; otros, como Jeremías, habían permanecido solteros por las circunstancias que tuvieron que vivir; otros perdieron a su esposa, como Ezequiel. Oseas se casaría, y la historia de su pacto roto contaría la historia de Dios con el pueblo de Israel.

Dios pidió a Oseas que se casara con Gomer sabiendo que esta le sería infiel. Ella lo engañó, yéndose con otros hombres. Fue infiel y abandonó al profeta. En su supuesta libertad, buscó saciarse con lo que otros le dieran, y acabó siendo esclava de aquellos a los que ella se daba.

En Oseas 2:5 leemos lo que dice sobre ella cuando habla de sus hijos: “Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.”

Gomer estaba dispuesta a dar su cuerpo y corazón al que le diera cosas materiales. ¿Cuántas personas viven tan solo para recibir? Hay quien organiza sus horarios y actividades para proteger su agenda profesional, pero solo busca a Dios cuando le sobra el tiempo. Eligen algunos dónde vivir pensando en su trabajo, aún sabiendo que no hay una iglesia cercana en la que congregarse. Votan al partido que más les promete económicamente, sin importar los valores inmorales que estos puedan tener. ¿Cómo somos nosotros diferentes de Gomer? ¿Vamos tras lo que nos da pan, agua, lana, lino, aceite o bebida? ¿O vamos, como el sabio describe en proverbios en busca de la sabiduría divina como si de piedras preciosas se tratara?

Gomer había dejado a Oseas para ir a buscar cosas que en realidad Oseas le podía haber dado. No nos dice el texto que la familia no tuviera sustento y todo lo necesario para vivir. Mas ella lo buscaba en otros lugares. Jeremías describía a los que así hacían como aquellos que se cavaban para sí cisternas rotas que no sostenían el agua, dejando a un lado la fuente de agua viva.

Dios, comparando a Gomer con su pueblo infiel nos dice en el 2:8-9 “Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.”

No reconocían que ya tenían a su disposición todo lo que buscaban fuera de Dios. ¿Qué podría ofrecer este mundo que Dios no pudiera dar?

Gomer tendría que sufrir muchos desengaños hasta darse cuenta de esto. Los versículos 6 y 7 dicen:

“Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.”

La terrible tragedia amorosa de Oseas representaba la infelicidad del pueblo de Israel a aquel que los había buscado, salvado y amado. Israel, pudiendo tener vida plena en Dios, había buscado en otros lugares aquello que solo Dios podía darles. Algún día llegarían al punto de darse cuenta de la futilidad de su existencia y de lo que se estaban perdiendo por ser infieles a Dios.

Ellos tendrían que sufrir la pérdida de todo aquello que había sustituido a Dios.

Dice el versículo 9: “Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.”

Dios quitaría aquello en lo que habían puesto toda su confianza. Todo “su salario” que había ganado se perdería, y reconocerían que habían hecho mal. El versículo 12 advierte: “Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.”

Dios pidió al profeta Oseas que fuera a buscar a Gomer, su esposa infiel, que pagara las deudas que esta había acumulado con sus amantes, la trajera a casa y la amara. Su esposa había llegado a ser esclava, endeudada a los hombres que ella había buscado para su salario. Y Oseas nos dice que fue a comprarla por dinero. Compró su libertad, la llevó a casa, y la amó.

El capítulo 3 nos describe su compromiso con ella:
“Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.” Oseas ofrecía su fidelidad al mismo tiempo que esperaba lo mismo de ella.

Gomer volvería a Oseas así como el pueblo de Israel volverá a su Dios.

El texto sigue con las palabras de Dios:

“Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.”

El Dios paciente, al igual que vemos en la vida del profeta Oseas, esperaría al momento correcto para rescatar a su pueblo, cuando este estuviera listo para aceptar el rescate, la salvación y el amor de Dios una vez más. Buscarían a Dios y temerían, como nos dice el texto, no Su ira, sino su bondad. Sentirían por fin la carga de ser los receptores de la bondad divina, con todo lo que ello conlleva. Ante tal amor, no puede haber más que una deuda de amor recíproco y de fidelidad.

Debemos hacernos la pregunta ¿Cómo es mi relación con el Salvador? ¿Estoy gozando de una relación bilateral con Dios, o todavía estoy atada a aquello que no me puede saciar? El amado Dios está esperando que lo busquemos y disfrutemos una relación plena con Él.
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Author David y Maribel
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