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Judas-177 Esperando su venida

Judas-177 Esperando su venida
Jul 28, 2022 · 9m 44s

Esperando su venida Después de advertir a los cristianos de la necesidad de discernir entre cristianos verdaderos y aquellos que venían a confundirlos para su propia ganancia, Judas concluye la...

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Esperando su venida

Después de advertir a los cristianos de la necesidad de discernir entre cristianos verdaderos y aquellos que venían a confundirlos para su propia ganancia, Judas concluye la carta animándolos, recordándoles que a pesar de los engañadores que se pudieran presentar en el camino, Dios, que es Todopoderoso, es capaz de guardarnos de cualquier mal. Gracias a Dios, como ya nos decía Pablo en Romanos 8, podemos vivir esta vida con gozo y confianza, sabiendo que nada ni nadie puede arrebatarnos de la mano de nuestro Dios. Una vez suyos, siempre suyos. Por este motivo debemos disfrutar de esta vida sabiamente, al mismo tiempo que esperamos con ganas el día en que estaremos con Él para toda la eternidad. 

Judas, hablando con los destinatarios de su carta, los anima en el versículo 17: ”Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.” 

El cristiano genuino debe mantener frescas en la mente las palabras que Dios nos ha dejado. Tenemos una colección de 66 libros inspirados por Dios. Este tesoro debe estar activamente obrando en nuestras vidas. Debe permanecer presente y funcional en nuestros hogares, como Dios pidió a su pueblo en Deuteronomio 6. 

El cristiano que vive esperando la venida del Señor demuestra las verdades que encontramos en los  versículos 20-21. El 21 nos presenta el imperativo que une las diferentes acciones que presenta el apóstol. Dice así:  “conservaos en el amor de Dios.”
¿Qué nos está pidiendo el Señor? ¿Cómo podemos conservarnos? 

La Palabra de Dios nos enseña que vendrá el día en que estaremos cara a cara ante el Salvador, ya sea porque llegue el momento de nuestra muerte o porque estemos aquí cuando Cristo venga a buscar a su pueblo e inicie los tiempo finales, de los que hablaremos cuando leamos el libro del Apocalipsis. En su segunda venida, en el juicio final, todos compareceremos ante él, y en primer lugar, lo que determinará el veredicto no tendrá que ver con nuestras obras en la Tierra, sino si hemos confiado en Cristo para salvación. 

Mientras esperamos la venida de nuestro Señor, Dios nos pide que nos conservemos en el amor de Dios. Ya hemos leído en múltiples cartas sobre su amor, que dio su vida para darnos perdón, para hacer posible un veredicto favorable por medio de Cristo. Dios nos pide que permanezcamos en Cristo, conservados en el amor de Dios, disfrutando de su amor y amando a los que nos rodean como Dios nos ha amado. Con ese encargo hubiera sido suficiente, pero Judas enumera tres maneras en las que podemos guardarnos de este modo: edificándonos en la fe, orando en el Espíritu y esperando en su misericordia. 


En primer lugar, lo hacemos edificándonos sobre nuestra santísima fe, dice el texto. 

Leímos que Cristo era la piedra angular, sobre la cual su iglesia debía edificarse. Pedro compartía cómo podíamos ir edificándonos sobre nuestra fe: 2 Pedro 1:5-7 dice: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” 

Si no estamos edificando, nos estamos deteriorando. Es importante que día a día vayamos avanzando, de gloria en gloria, como decía Pablo, hasta el día glorioso en que nos encontremos en la presencia de nuestro Señor. 

En segundo lugar, Judas nos dice que nos conservamos en el amor de Dios orando en el Espíritu Santo. Tenemos el privilegio de poder estar en constante contacto con Dios por medio de la oración. No debemos descuidar nuestro tiempo personal con Dios, porque es vital para mantener una relación cercana y dinámica con nuestro Creador y Salvador. Gracias al Espíritu Santo de Dios, sabemos cómo pedir y somos guiados en la voluntad divina. 

En tercer lugar, nos conservamos en el amor de Dios esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. La misma fe que nos salvó es la esperanza que nos sostiene en Cristo. En los momentos de dificultad, cuando la duda puede quitarnos la paz y el gozo del Espíritu, nuestra sólida esperanza en la misericordia de nuestro Señor nos guarda en Cristo para vida eterna. Romanos 8:32 nos conforta diciendo: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

Por eso podemos decir con el salmista: “Si el Señor es mi Pastor, NADA me faltará”

Así que, sigamos firmes en la fe, seguros de la esperanza venidera. Y mientras tanto, aquí en la Tierra, edifiquémonos unos a otros en Cristo. Los versículos 22 y 23 dicen:
“A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.”

¿Conoces a alguien que esté pasando por dudas en este momento? Recuérdale la verdad del evangelio. 
¿Tienes conocidos que no han confiado en Cristo para salvación y van camino de la perdición eterna? Sálvalos, dice Judas. No es que tú los puedas salvar personalmente, pero puedes ofrecerles la salida que está disponible en Cristo. Y los otros, los que no quieren saber de Dios, ten misericordia de ellos, pide a Dios que los reprenda, pero tú teme, manteniendo una distancia segura, asegurándote de no caer tú en los mismos pecados. Judas habla del peligro de contagio; en los tiempos que vivimos podemos entender esta referencia. Ten misericordia, pero también un temor sano que te mantenga limpia. 

Quizá pienses que esta tarea de conservarnos en la fe es difícil; tienes razón.  Pero una vez más, lo que es imposible para nosotros, es posible en el Señor. Por lo que Judas acaba la carta recordándonos que Dios es poderoso para guardarnos hasta el fin. 
“A aquel que es poderoso para guardar(n)os sin caída, y presentar(n)os sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.”
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Author David y Maribel
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