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Hageo-170 Hageo y Zacarías animan a la acción

Hageo-170 Hageo y Zacarías animan a la acción
Sep 11, 2023 · 7m 40s

Los profetas Hageo y Zacarías fueron enviados por Dios para advertir al pueblo en Jerusalén de la necesidad de construir el templo. Comienza el libro de Hageo contándonos la crónica...

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Los profetas Hageo y Zacarías fueron enviados por Dios para advertir al pueblo en Jerusalén de la necesidad de construir el templo. Comienza el libro de Hageo contándonos la crónica de cómo el pueblo de Israel recibió permiso de volver a Jerusalén. Después de los 70 años de cautiverio en Babilonia, los israelitas volvieron a su tierra en varias tandas. Ya leímos de estos eventos en los libros de historia y en Esdras y Nehemías. Nehemías supervisó la construcción de los muros de la ciudad, y la intención era edificar el templo de nuevo. Pero encontraron oposición de parte de alguno de los gobernadores, y los años pasaron sin que los líderes que habían vuelto a Jerusalén continuaran la construcción que había autorizado Ciro rey de Persia. Hageo nos cuenta que “en el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote.”

Las palabras de Hageo no eran precisamente positivas; más bien venía a llamarles la atención: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.”

Habían construido casas artesonadas, dice. Había quien se estaba haciendo palacetes, casas estupendas, y la ciudad estaba siendo edificada, pero habían dejado a un lado la Casa de Dios. Construían para sí, pero se estaban olvidando de Dios, no teniendo un lugar de culto. Dios, como hemos visto en otras ocasiones, tuvo que mandar momentos de dificultad para llamarles la atención.

El pueblo ahora estaba pasando por momentos de crisis. Leemos en los versículos 6 y 7 cómo Dios les dice: “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos.”

Recogían poca cosecha, pero aún lo que recogían no les saciaba. El jornal no les llegaba a fin de mes. En medio de la crisis económica debían parar y examinar sus caminos. Debían valorar sus prioridades, y debían poner la vista en Dios, el único que podía proveer siempre.

Al mismo tiempo, el profeta Zacarías también traía mensaje al pueblo. Dios le reveló unas visiones que hablaban de lo que estaba ocurriendo entre el pueblo que volvía a Jerusalén y lo que ocurriría en un futuro indeterminado. Recordemos que esta forma en la que Dios habló en ocasiones antes de que la revelación escrita, la Biblia, Palabra de Dios, estuviera acabada ya no es una forma de comunicación en nuestros días. Zacarías, en su libro tan interesante, exhorta a Zorobabel y a Josué a ejercer su liderazgo de manera que trajera gloria a Dios, dando a conocer al pueblo eventos presentes junto con eventos futuros que comunicaban lo que Dios haría en sus días y en siglos venideros, hasta la llegada del reino mesiánico que todavía está por venir.

Zacarías tuvo que recordar a los habitantes de Jerusalén que sus antepasados habían ido al cautiverio por su rebeldía e infidelidad. Les advirtió que el cuidado de Dios y sus promesas son para aquellos que descansan en Él. Este libro profético también presenta al rey que había de venir, Mesías, indicando que entraría montado en un asno, a la nueva Jerusalén.

Nos dice el texto en Hageo 1:12 que al escuchar las palabras de parte de Dios, Zorobabel el gobernador y Josué el sacerdote, junto con el resto del pueblo, temieron a Dios. ¿Qué quiere decir esto de que temieron a Dios? ¿crees que obraron inducidos por el miedo a lo que Dios les podía hacer? No, en absoluto. ¿Cómo lo sé? Porque sé que Dios quiere una relación amorosa con su pueblo, y no una basada en mero miedo. En los versículos 4 y 5 del capítulo 2 Dios les dice específicamente que no teman, es decir, que no tengan miedo de hacer lo correcto. Al temer a Dios, es decir, al andar en Sus caminos, el pueblo podía vivir sin miedo a lo que les pudiera venir al encuentro. Dice así: “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.”

Porque Dios estaba con ellos, no tenían que temer. Podían fortalecerse en su presencia confiando en su protección.

El pueblo que moraba en Jerusalén se puso manos a la obra, y como podemos leer en el relato de Esdras, edificaron casa a Dios.

Escucharon las palabras de parte de Dios y las creyeron, y por lo tanto actuaron conforme a lo que Dios había dicho. Hicieron caso a sus advertencias y siguieron sus instrucciones, confiando en que Dios tenía razón. En eso consiste el temor de Dios—en reconocer que sus caminos son mejores que nuestros caminos, y en alinear nuestra senda para que andemos constantemente en Él. Y al temer a Dios, podemos vivir confiados, sin temor a nada ni nadie. Gracias a Dios por esta seguridad.
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Author David y Maribel
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