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Evangelios-030 La mies es mucha

Evangelios-030 La mies es mucha
Feb 16, 2024 · 6m 48s

Leemos en Mateo 9:35-37 que “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda...

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Leemos en Mateo 9:35-37 que “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
Vemos a través de este texto la actitud que Jesús tenía hacia aquellas multitudes que encontraba en ciudades y aldeas. La mayoría no eran personas interesadas en el evangelio que Jesús ofrecía. Venían a Jesús a ver si este les daría pan para comer o les sanaría sus dolencias. Y muchos otros, ni para eso. No querían saber nada de Jesús ni su mensaje.

Mas Jesús jamás muestra desprecio hacia ellos, ni lo vemos con una actitud negativa. Nos dice claramente el versículo 36 que “tuvo compasión de ellas.” No tuvo compasión porque estuvieran enfermos, que algunos lo estaban. No tuvo compasión porque no tuvieran qué comer; algunos no tendrían. Dice que tuvo compasión de ellos “porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.”

Sin duda, entre las multitudes en esas ciudades y aldeas había muchos que aparentemente no necesitaban nada de lo que parecía que Jesús podía ofrecer. Muchos estarían bien, contentos con las cosas materiales que poseían y disfrutando de buena salud. Mas Jesús, el que ve más allá de lo que ve el ojo, que ve el corazón de las personas, sabía que todos estos, los sanos, los enfermos, los ricos y los pobres, tenían algo en común: andaban por su cuenta, dispersos y desamparados, como las ovejas que no tienen pastor. El Buen Pastor caminaba entre ellos, y ahora tenían la oportunidad de formar parte de su rebaño.

Jesús se dirigió a sus discípulos, porque quería que ellos también vieran a la gente a su alrededor del mismo modo compasivo con que Él las veía. Les dijo “la mies es mucha,” haciendo ahora alusión a los campos llenos de cultivo, “mas los obreros pocos; Rogad pues al Señor de la mies que envíe obreros a Su mies.” Jesucristo era Señor de la mies. Él podía recogerla toda él mismo o enviar a quien quisiera a segar todo ese fruto listo para ser recogido. Pero creo que quería que los discípulos vieran a las multitudes de manera positiva. Quería que los vieran con compasión y ellos también sintieran la urgencia de presentarles al Señor de la mies, de guiarles al Buen Pastor que podía darles el amor y la dirección que estos necesitaban, aún si estos aún no se habían dado cuenta.

Es fácil mirar a nuestro alrededor; observar cómo la gente va de aquí para allá, envueltos en los quehaceres de la vida, liados en los afanes diarios, y desanimarnos al ver que no hay interés en la eternidad. Pero debemos ver a la gente como Jesús nos vio a nosotros, y sentir lo que Jesús sintió, compasión por las almas desamparadas y dispersas. Los seres humanos somos propensos a ir a menudo como ovejas que no tienen pastor, sin una dirección fija, sin un propósito de vida.

Cristo invita a cada uno a fijarlo a Él como nuestro propósito de vida. El apóstol Pablo dijo en Filipenses 1:21 “para mí el vivir es Cristo.” No es que no hiciera otra cosa en esta vida. Vivía, trabajaba, tenía una vida social, metas que alcanzar, pero el enfoque de su vida era el Buen Pastor, y eso era lo que daba dirección y sentido a su vida. Yo no entiendo mucho de ganado, pero imagino que cuando una oveja pertenece a un redil, está confiada en que tiene un pastor que vela por ella y tiene buenos planes para ella. Entiendo más de seres humanos, y cuando por ejemplo una niña sabe que tiene a alguien que vela por ella, desea lo mejor para ella y daría lo que fuera por protegerla y cuidarla, puede vivir la vida confiadamente y realizar sus sueños con una seguridad que le da las fuerzas necesarias para enfrentarse a lo que venga.

Cuando sabemos que el omnipotente y amoroso Dios es nuestro Pastor, que ha dado su vida para salvarnos, y vive para guardarnos, que se interesa por nuestro bienestar presente y eterno, podemos vivir esta vida con dirección y confiadamente. Y podemos ver a otros con el deseo de que ellos también tengan a Jesús como su Pastor. Ten compasión y ruega al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
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Author David y Maribel
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