31 DEC 2016 · http://bit.ly/2iPsBdt
Si algo deberíamos haber aprendido en 2016 es que vivir sometido a la arbitrariedad ajena puede ser demasiado arriesgado (y en ocasiones suicida), aun cuando esa arbitrariedad no sea la de un tirano o la de una oligarquía, sino la de la mayoría. La democracia no es dios al que haya que reverenciar y subyugarse: sólo es un imperfecto mecanismo de decisión grupal. Y el punto clave es que no hay razón para que el grupo decida sobre todos los asuntos acerca de los que hoy decide y que deberían corresponder, simple y llanamente, a la libertad de cada persona.