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Cuentos para bebés y Niños

  • El cocodrilo Alejandro

    25 MAY 2024 · En el corazón de l'Albufera de Valencia, un cocodrilo de plástico llamado Alejandro guardaba los campos de arroz. Los agricultores lo colocaron allí para mantener alejadas a las aves que dañaban los cultivos. Alejandro, con su apariencia imponente pero inofensiva, se convirtió en el protector silencioso de la cosecha. Aunque era solo una figura de plástico, Alejandro tenía un secreto: cada noche, cuando la luna llenaba el cielo, cobraba vida por unas horas. En esas noches, navegaba las aguas de l'Albufera, asegurándose de que ningún pájaro perturbara la paz de los cultivos. Su trabajo nocturno era desconocido para los humanos, pero los animales de la laguna respetaban su vigilancia. Un día, un grupo de niños descubrió a Alejandro y lo llevó a casa, pensando que era un juguete perdido. Sin embargo, en su ausencia, las aves volvieron a los campos de arroz, y los agricultores comenzaron a notar la diferencia. Desesperados, buscaron al cocodrilo por toda la zona, hasta que un anciano del pueblo recordó haber visto a los niños llevándose algo inusual. Cuando finalmente recuperaron a Alejandro, lo devolvieron a su lugar en l'Albufera. Los agricultores comprendieron que, aunque parecía solo un truco, Alejandro era vital para su trabajo. Desde entonces, protegieron su cocodrilo de plástico con dedicación, asegurándose de que siempre estuviera en su lugar al caer la noche, listo para su ronda mágica. Así, Alejandro continuó su vigilia, uniendo la magia de la noche con la realidad del día, en la eterna defensa de los campos de arroz. José Pardal
    1m 49s
  • Los amigos

    25 MAY 2024 · En un pintoresco rincón del bosque mediterráneo, cuatro amigos animales habían hecho de su misión proteger el ecosistema de las especies invasoras. Olegario el zorro, Adolfo el búho, David el jabalí y Manuel el tejón formaban un equipo peculiar, unidos por una causa común: mantener la armonía de su hogar natural. Una tarde cálida, mientras se reunían en su claro habitual, Olegario expresó su preocupación. "Amigos, he visto algunas plantas extrañas cerca del arroyo. No son de aquí y están creciendo muy rápido," dijo el zorro con voz grave. Adolfo, siempre analítico, frunció el ceño. "He leído sobre estas plantas. Son invasoras y pueden causar grandes problemas si no hacemos algo rápido." David, el más impulsivo del grupo, se levantó de un salto. "¡No podemos permitirlo! Vamos a investigar y eliminarlas antes de que se apoderen del bosque." Manuel, siempre tranquilo y meticuloso, sugirió un plan. "Primero, debemos identificar exactamente qué plantas son y cómo podemos deshacernos de ellas sin dañar el resto del ecosistema." Juntos, los cuatro amigos se dirigieron hacia el arroyo. Al llegar, encontraron un área dominada por una planta desconocida con hojas grandes y flores llamativas. Adolfo, con su vasto conocimiento, identificó la planta como una especie invasora conocida por su capacidad de desplazar a las plantas nativas y alterar el hábitat. "Es la hierba del diablo," murmuró Adolfo. "Es peligrosa, pero si actuamos rápido, podemos controlarla." El grupo trabajó incansablemente, arrancando las plantas invasoras y asegurándose de no dejar ni una raíz. Mientras trabajaban, discutieron sobre la importancia de la ciencia ciudadana, una práctica que permite a los animales y humanos colaborar en la detección y manejo de especies invasoras. "Este trabajo es similar al que hacen los científicos ciudadanos," comentó Olegario. "Ellos también recopilan datos y ayudan a identificar problemas en el medio ambiente." David asintió. "Sí, he oído que incluso tienen aplicaciones móviles y herramientas tecnológicas para facilitar su labor. Nosotros podríamos aprender mucho de ellos." Al caer la noche, los cuatro amigos habían limpiado gran parte del área afectada. Se sentaron exhaustos pero satisfechos, contemplando su logro. "Hemos hecho un buen trabajo hoy," dijo Manuel. "Pero esto es solo el comienzo. Debemos seguir vigilantes y educar a otros animales sobre los peligros de las especies invasoras." Adolfo, con su sabiduría habitual, concluyó. "El conocimiento y la acción son nuestras mejores armas. Si todos trabajamos juntos, podemos proteger nuestro hogar y mantener la biodiversidad del bosque." Y así, con una nueva misión en mente, los cuatro amigos se comprometieron a ser los guardianes del bosque, siempre alerta y dispuestos a defender su hogar contra cualquier amenaza.José Pardal
    3m 26s
  • El paraíso

    25 MAY 2024 · Había una vez un hermoso bosque encantado, donde reinaba la alegría y la armonía. En el centro de este bosque, se encontraba un árbol mágico que era el hogar de mariposas de todos los colores y tamaños. Cada día, las mariposas llegaban al árbol para descansar y jugar juntas. Un día, una pequeña mariposa llamada Lucía decidió aventurarse más allá del árbol y explorar el bosque. Mientras volaba, se encontró con otras mariposas de diferentes formas y colores. Cada una tenía una historia única y especial para contar. Había mariposas grandes y fuertes que habían viajado desde tierras lejanas, mariposas pequeñas pero valientes que habían superado grandes desafíos, y mariposas de colores brillantes que habían nacido con un don especial. Lucía se maravillaba con cada historia y se dio cuenta de lo maravilloso que era vivir en un mundo lleno de diversidad. Decidió regresar al árbol y compartir sus aventuras con sus amigas mariposas. Todas se reunieron emocionadas alrededor de Lucía, escuchando atentamente cada detalle de su viaje. A partir de ese día, las mariposas decidieron explorar juntas el bosque, volando de flor en flor, compartiendo risas y aprendiendo unas de otras. Descubrieron nuevos lugares, conocieron a otros animales del bosque y aprendieron a valorar aún más su amistad y la belleza de la naturaleza que las rodeaba. Y así, las mariposas vivieron felices y unidas en ese mágico bosque encantado, donde la diversidad y la amistad reinaban para siempre.José Pardal
    1m 49s
  • El explorador leo y los delfines rosados

    25 MAY 2024 · Había una vez un valiente explorador, llamado Leo, que vivía en una colorida y misteriosa selva. Desde muy pequeño, Leo había sentido un profundo amor y curiosidad por los seres acuáticos. Fascinado por ellos, soñaba con conocer más sobre las criaturas que habitaban los ríos y lagos de su tierra. Leo creció escuchando las maravillosas historias de su abuelo sobre los seres mágicos que vivían en la Orinoquía y viendo los documentales del famoso naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Estos relatos despertaron en él la pasión por la naturaleza y los animales. Decidido a cumplir su sueño, Leo se adentró en la selva amazónica junto a sus amigos, Emma y Benito. Su objetivo era conocer a los misteriosos habitantes de los ríos y protegerlos de cualquier peligro. Durante su travesía, se encontraron con tribus indígenas que los recibieron con cariño y les contaron historias sagradas sobre los animales acuáticos. Fue allí donde Leo descubrió que los delfines rosados eran criaturas sagradas para estas comunidades, considerados guardianes del agua y de la vida. Impresionado por estas enseñanzas, Leo decidió dedicar su vida a estudiar y proteger a los delfines rosados, quienes necesitaban ayuda para enfrentar los desafíos de la selva amazónica. Fundó la organización "Río Azul" junto a Emma y Benito, para defender la biodiversidad de la región y promover la conservación de los delfines. Con su equipo de científicos y voluntarios, Leo desarrolló proyectos para preservar los ecosistemas de los ríos y concientizar a las comunidades locales sobre la importancia de proteger a los delfines y su hábitat. También trabajaron en la limpieza de los ríos, retirando los desechos contaminantes y educando sobre prácticas sostenibles. La valentía y dedicación de Leo inspiraron a muchos niños de la región, quienes se unieron a "Río Azul" como jóvenes guardabosques, comprometidos con la conservación de los delfines y la protección del medio ambiente. El trabajo de Leo y su equipo recibió el reconocimiento de la famosa organización "Exploradores del Planeta", quienes los premiaron como exploradores del año. Leo estaba emocionado por este reconocimiento, pero sabía que el verdadero logro estaba en ver a los delfines rosados nadando felices y seguros en sus hogares naturales. Gracias a su esfuerzo, el amor y la dedicación de Leo y su equipo, los delfines rosados y otros animales acuáticos de la selva amazónica pudieron recuperar sus hábitats y vivir en armonía con la naturaleza. La historia de Leo y su lucha por proteger a los delfines rosados se convirtió en una lección para los niños, quienes aprendieron la importancia de cuidar y respetar a los animales y el medio ambiente en el que viven. Inspirados por esta historia, muchos niños decidieron unirse a la causa de Leo y convertirse en guardianes de los delfines y del planeta. Así, cada vez que veían un delfín rosado, recordaban la historia de Leo y su valentía, prometiendo cuidar y proteger a todas las criaturas acuáticas para siempre. Y así, el legado de Leo y su amor por los animales acuáticos vivió en el corazón de los niños, quienes se convirtieron en héroes de la naturaleza y guardianes de los océanos y ríos de su querida selva amazónica.José Pardal
    3m 25s
  • Luneta el mono saraguato

    23 MAY 2024 · Había una vez un mono llamado Luneta, que vivía en la densa selva tropical de México. Luneta era un saraguato, conocido por su pelaje oscuro y su cola prensil, que le permitía moverse ágilmente entre los árboles. Luneta era un líder natural entre su grupo, siempre atento a las necesidades de sus amigos y familia. Un verano, una ola de calor sin precedentes azotó la región. Los ríos y arroyos, que antes fluían con abundante agua fresca, empezaron a secarse. La selva, que solía ser un paraíso de verdor y vida, se transformó en un lugar seco y agobiante. Los monos del grupo de Luneta comenzaron a sufrir; muchos se debilitaban por la falta de agua, y algunos incluso sucumbían al calor extremo. Luneta, decidido a salvar a sus amigos, emprendió un viaje en busca de agua. Antes de partir, se despidió de su familia y les prometió que volvería con una solución. Guiado por su instinto y por las historias que había oído de su abuelo, que le hablaba de un manantial escondido en lo profundo de la selva, Luneta se aventuró más allá de los territorios conocidos. Día tras día, Luneta atravesó zonas áridas y soportó el calor abrasador. Su cuerpo estaba cansado, pero su espíritu seguía fuerte, alimentado por el deseo de salvar a su comunidad. Una tarde, cuando el sol estaba a punto de ponerse, Luneta escuchó un sonido que le devolvió la esperanza: el murmullo de agua. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde un pequeño manantial brotaba de entre las rocas. El agua era cristalina y fresca. Luneta bebió con avidez, recuperando sus fuerzas, y rápidamente llenó un gran caparazón de tortuga que había encontrado en su camino. Sabía que debía volver rápido para salvar a sus amigos. El regreso fue igual de arduo, pero la esperanza de llevar agua a su familia le daba fuerzas. Al llegar a su hogar, fue recibido con gritos de alegría. Los monos, al ver el agua, sintieron renacer la esperanza. Bebieron con ansias, y poco a poco, la vitalidad volvió a sus cuerpos. Gracias al valor y la determinación de Luneta, su comunidad sobrevivió la ola de calor. La historia de Luneta se convirtió en una leyenda entre los saraguatos, un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la valentía pueden hacer la diferencia.José Pardal
    2m 39s
  • El jabalí y su calzado

    23 MAY 2024 · En un pequeño y pintoresco pueblo de Asturias, entre verdes montañas y valles serpenteantes, vivía un jabalí llamado Rufino. A diferencia de sus congéneres salvajes que deambulaban por los densos bosques asturianos, Rufino había sido adoptado por una familia humana, los García, desde que era un jabato. La familia García vivía en una acogedora casa de campo, rodeada de prados y huertos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Todo comenzó un otoño hace unos años, cuando el patriarca de los García, don Manuel, encontró al pequeño Rufino abandonado y herido cerca de un arroyo. Sintiendo compasión por el indefenso animal, decidió llevarlo a casa y cuidarlo. Con el tiempo, Rufino se convirtió en parte de la familia, creciendo fuerte y sano bajo el cariño y la atención de los García. Rufino tenía una personalidad encantadora. Le gustaba revolcarse en el barro del huerto, seguir a los niños García por el campo y disfrutar de las deliciosas manzanas de los árboles del jardín. Aunque era un jabalí, se comportaba como una verdadera mascota, ganándose el cariño y el respeto de todos en el pueblo. Un día, mientras paseaban por el mercado local, don Manuel y su esposa, doña Carmen, notaron que Rufino cojeaba ligeramente. Al inspeccionar su pata, se dieron cuenta de que una de sus pezuñas estaba lastimada. Preocupados, lo llevaron de inmediato al veterinario del pueblo. El diagnóstico fue claro: Rufino necesitaba un calzado especial para proteger su pata y permitir que sanara adecuadamente. La noticia corrió como la pólvora por el pequeño pueblo. Los vecinos, conmovidos por la historia de Rufino y su amorosa familia, se unieron para ayudar. Cada uno aportó lo que pudo: unos confeccionaron una bota especial de cuero resistente, otros donaron materiales, y algunos más ofrecieron su tiempo y habilidades para asegurarse de que el calzado fuera perfecto. El día en que finalmente le colocaron la bota a Rufino, fue un acontecimiento memorable. Todo el pueblo se reunió en la plaza principal para presenciar el momento. Rufino, aunque al principio un poco reticente, pronto se dio cuenta de que la bota le proporcionaba alivio y protección. Caminó con renovada confianza, ganándose los aplausos y vítores de todos los presentes. Con el tiempo, la bota de Rufino se convirtió en una especie de símbolo del espíritu comunitario del pueblo. El jabalí no solo se recuperó completamente, sino que también se hizo famoso en toda la región. Los visitantes llegaban desde lejos para conocer al célebre jabalí con botas y escuchar la conmovedora historia de cómo un pequeño pueblo asturiano se unió para cuidar de uno de sus miembros más queridos. Los García, por su parte, estaban inmensamente agradecidos por el apoyo y el cariño de sus vecinos. Rufino continuó siendo una parte integral de sus vidas, un recordatorio constante de la bondad y la solidaridad que definían su comunidad. Y así, entre montañas y ríos, bajo el cielo azul de Asturias, Rufino vivió feliz, acompañado siempre del amor de su familia humana y el afecto de todo un pueblo que había aprendido el verdadero significado de la amistad y la cooperación.José Pardal
    3m 28s
  • cuentos de aventuras con Consuelo y Aurora!

    20 MAY 2024 · cuentos de aventuras con Consuelo y Aurora!
    7m 9s
  • La ovejita Lola que cambia de color

    20 MAY 2024 · La ovejita Lola que cambia de color
    5m 8s
  • El osito nolapi y sus aventuras

    20 MAY 2024 · El osito nolapi y sus aventuras
    3m 53s
  • Avispas abejas grillos saltamontes y mantis religiosa

    20 MAY 2024 · Avispas abejas grillos saltamontes y mantis religiosa
    13m 22s
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