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Audiopoemas y audiocuentos

  • Episodio 54 - Al Hombre Sin Nombre La Mujer Eterna de Yolanda Bedregal

    5 DEC 2022 · Audio poema de Al hombre sin nombre la mujer eterna de Yolanda Bedregal Me llegaré al altar del hombre en ofrenda de huída y rebeldía. Hombre de ahora y de siempre, abre tu mano a recibirme y levántame al cielo como una hostia aunque soy sólo pétalo de lágrima. Hombre nuevo y eterno, escúchame. Sobre tu pecho roto llamo y clamo. Mi palabra golpea —obsesionante ala obsesionada— contra las sienes. Mi palabra del grito te taladra la frente, sangre de luz de la herida bautizará por un instante, hombre frágil, a la mujer eterna. Eterna como el sueño fugaz. Yo te miro sin ojos desde siempre. tú me llevas en ti desde que existes. Si antes no lo sabías, ahora ya no lo puedes olvidar. Yo he crecido en el mar sobre una ola que se alargó para volverse tallo. En ese tallo de agua limpia he subido a mirar a los ojos de Dios. Ahora me inclina un hálito a tu mano, y estoy en ti como la mujer muerta por la que todos los hombres han llorado. Tú también has llorado por tu hija, por tu madre, por la mujer eterna de cuya muerte vives. Ya no lo puedes olvidar. Cuando tus ojos caminen en la sombra, sentirás todavía por el cuerpo una dulzura amarga y tibia: beso en las palmas juntas y una paloma que huye de tus dedos. Con mi cara de piedra yo estoy en la otra orilla. Existo para ti en este momento; y para mí no existo porque soy más que eterna en cinco letras. En el altar de Hombre fuerte como la vida, hombre de hierro y hielo, metal, sangre y espíritu, cae la ofrenda íntegra de la mujer lejana. Mujer de canto y llanto eterna como el sueño.
    2m 27s
  • Episodio 53 - Se Querían de Vicente Aleixandre

    5 DEC 2022 · Audiopoema de Se querían de Vicente Aleixandre Se querían. Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, ¿sangre dónde? Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz. Se querían como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melancólicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso. Se querían de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se querían de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente sólo. Se querían de día, playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, cuerpos que se levantan de la tierra y flotando… se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, mar altísimo y joven, intimidad extensa, soledad de lo vivo, horizontes remotos ligados como cuerpos en soledad cantando. Amando. Se querían como la luna lúcida, como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, donde los peces rojos van y vienen sin música. Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, metal, música, labio, silencio, vegetal, mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
    2m 36s
  • Episodio 52 - Veré Por Ti de Miguel De Unamuno

    22 NOV 2022 · Audio poema de Veré por ti de Miguel de Unamuno «Me desconozco», dices; mas mira, ten por cierto que a conocerse empieza el hombre cuando clama «me desconozco», y llora; entonces a sus ojos el corazón abierto descubre de su vida la verdadera trama; entonces es su aurora. No, nadie se conoce, hasta que no le toca La luz de un alma hermana que de lo eterno llega y el fondo le ilumina; tus íntimos sentires florecen en mi boca, tu vista está en mis ojos, mira por mí, mi ciega, mira por mí y camina. «Estoy ciega», me dices; apóyate en mi brazo y alumbra con tus ojos nuestra escabrosa senda perdida en lo futuro; veré por ti, confía; tu vista es este lazo que a ti me ató, mis ojos son para ti la prenda de un caminar seguro. ¿Qué importa que los tuyos no vean el camino, si dan luz a los míos y me lo alumbran todo con su tranquila lumbre? Apóyate en mis hombros, confíate al Destino, Veré por ti, mi ciega, te apartaré del lodo, te llevaré a la cumbre. Y allí, en la luz envuelta, se te abrirán los ojos, Verás cómo esta senda tras de nosotros lejos, se pierde en lontananza y en ella de esta vida los míseros despojos, y abrírsenos radiante del cielo a los reflejos lo que es hoy esperanza.
    2m
  • Episodio 51 - Patio De Tarde de Julio Cortázar

    22 NOV 2022 · Audiocuento de Patio de tarde de Julio Cortázar A Toby le gusta ver pasar a la muchacha rubia por el patio. Levanta la cabeza y remueve un poco la cola, pero después se queda muy quieto, siguiendo con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por las baldosas del patio. En la habitación hace fresco, y Toby detesta el sol de la siesta; ni siquiera le gusta que la gente ande levantada a esa hora, y la única excepción es la muchacha rubia. Para Toby la muchacha rubia puede hacer lo que se le antoje. Remueve otra vez la cola, satisfecho de haberla visto, y suspira. Es simplemente feliz, la muchacha rubia ha pasado por el patio, él la ha visto un instante, ha seguido con sus grandes ojos avellana la sombra en las baldosas. Tal vez la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sacude un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el pincel en el tarro, y sigue aplicando la cola a la madera terciada.
    1m 20s
  • Episodio 50 - La Muerte Del Payador (Santos Vega) De Rafael Obligado

    17 NOV 2022 · Audiopoema de La muerte del payador de Rafael Obligado. Último canto de Santos Vega Bajo el ombú corpulento, de las tórtolas amado, porque su nido han labrado allí al amparo del viento; en el amplísimo asiento  5 que la raíz desparrama, donde en las siestas la llama de nuestro sol no se allega, dormido está Santos Vega, aquel de la larga fama. 10 —20→ En los ramajes vecinos ha colgado, silenciosa, la guitarra melodiosa de los cantos argentinos. Al pasar los campesinos,  15 ante Vega se detienen; en silencio se convienen a guardarle allí dormido; y hacen señas no hagan ruido los que están a los que vienen.  20 El más viejo se adelanta del grupo inmóvil, y llega a palpar a Santos Vega, moviendo apenas la planta. Una morocha, que encanta  25 por su aire suelto y travieso, causa eléctrico embeleso, porque, gentil y bizarra, se aproxima a la guitarra, y en las cuerdas pone un beso.  30 Turba entonces el sagrado silencio que a Vega cerca, un jinete que se acerca a la carrera lanzado; retumba el desierto hollado  35 por el casco volador, y aunque el grupo, en su estupor, contenerle pretendía, llega, salta, lo desvía, y sacude al payador.  40 —21→ No bien el rostro sombrío de aquel hombre mudos vieron, horrorizados, sintieron temblar las carnes de frío. Miró en torno con bravío  45 y desenvuelto ademán, y dijo: -«Entre los que están no tengo ningún amigo, pero, al fin, para testigo, lo mismo es Pedro que Juan.»  50 Alzó Vega la alta frente, y le contempló un instante, enseñando en el semblante cierto hastío indiferente. -«Por fin, -dijo fríamente  55 el recién llegado, -estamos juntos los dos, y encontramos la ocasión, que éstos provocan, de saber cómo se chocan las canciones que cantamos.»  60 Así diciendo, enseñó una guitarra en sus manos, y en los raigones cercanos preludiando se sentó. Vega entonces sonrió,  65 y al volverse al instrumento, la morocha hasta su asiento ya su guitarra traía, con un gesto que decía: «La he besado hace un momento.»  70 —22→ Juan Sin Ropa (se llamaba Juan Sin Ropa el forastero) comenzó por un ligero dulce acorde que encantaba. Y con voz que modulaba  75 blandamente los sonidos, cantó tristes nunca oídos, cantó cielos no escuchados, que llevaban, derramados, la embriaguez a los sentidos.  80 Santos Vega oyó suspenso al cantor; y toda inquieta, sintió su alma de poeta como un aleteo inmenso. Luego, en un preludio intenso,  85 hirió las cuerdas sonoras, y cantó de las auroras y las tardes pampeanas, endechas americanas más dulces que aquellas horas  90 al dar Vega fin al canto, ya una triste noche oscura desplegaba en la llanura las tinieblas de su manto. Juan Sin Ropa se alzó en tanto,  95 bajo el árbol se empinó, un verde gajo tocó, y tembló la muchedumbre, porque, echando roja lumbre, aquel gajo se inflamó.  100 —23→ Chispearon sus miradas, y torciendo el talle esbelto, fue a sentarse, medio envuelto por las rojas llamaradas. ¡Oh, qué voces levantadas  105 las que entonces se escucharon! ¡Cuántos ecos despertaron en la Pampa misteriosa, a esa música grandiosa que los vientos se llevaron  110 era aquélla esa canción que en el alma sólo vibra, modulada en cada fibra secreta del corazón; el orgullo, la ambición,  115 los más íntimos anhelos, los desmayos y los vuelos del espíritu genial, que va, en pos del ideal, como el cóndor a los cielos. 120 Era el grifo poderoso del progreso, dado al viento; el solemne llamamiento del combate más glorioso. Era, en medio del reposo  125 de la Pampa ayer dormida, la visión ennoblecida del trabajo, antes no honrado; la promesa del arado que abre cauces a la vida.  130 —24→ Como en mágico espejismo, al compás de ese concierto, mil ciudades el desierto levantaba de sí mismo. Y a la par que en el abismo 135 una edad se desmorona, al conjuro, en la ancha zona derramábase la Europa, que sin duda Juan Sin Ropa era la ciencia en persona.  140 Oyó Vega embebecido aquel himno prodigioso, e, inclinando el rostro hermoso, dijo: -«Sé que me has vencido.» El semblante humedecido  145 por nobles gotas de llanto, volvió a la joven, su encanto, y en los ojos de su amada clavó una larga mirada, y entonó su postrer canto:  150 -«Adiós, luz del alma mía, adiós, flor de mis llanuras, manantial de las dulzuras que mi espíritu bebía; adiós, mi única alegría,  155 dulce afán de mi existir; Santos Vega se va a hundir en lo inmenso de esos llanos... ¡Lo han vencido! Llegó, hermanos, el momento de morir!»  160 —25→ Aún sus lágrimas cayeron en la guitarra, copiosas, y las cuerdas temblorosas a cada gota gimieron; pero súbito cundieron  165 del gajo ardiente las llamas, y trocado entre las ramas en serpiente, Juan Sin Ropa, arrojó de la alta copa brillante lluvia de escamas,  170 Ni aun cenizas en el suelo de Santos Vega quedaron, y los años dispersaron los testigos de aquel duelo; pero un viejo y noble abuelo  175 así el cuento terminó: -«Y si cantando murió aquél que vivió cantando, fue, decía suspirando, ¡porque el diablo lo venció!»
    6m 36s
  • Episodio 49 - Te Quiero de Mario Benedetti

    16 NOV 2022 · Audiopoema de Te quiero de Mario Benedetti Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la justicia si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro tu boca que es tuya y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola te quiero en mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.
    1m 32s
  • Episodio 48 - Ya toda me entregué De Santa Teresa De Ávila

    16 NOV 2022 · Audiopoema de Ya toda me entregue de Santa Teresa de Ávila Ya toda me entregué y di y de tal suerte he trocado, que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. Cuando el dulce cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída. Y cobrando nueva vida de tal manera he trocado que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. Hirióme con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedo hecha una con su Criador, ya no quiero otro amor pues a mi Dios me he entregado, y mi amado es para mí, y yo soy para mi amado.
    1m
  • Episodio 47 - Consejos de Martín Fierro a sus Hijos de José Hernández

    16 NOV 2022 · Audiopoema de los consejos de Martín Fierro a sus hijos. La vuelta de Martín Fierro de José Hernández Un padre que dá consejos Mas que Padre es un amigo, Ansi como tal les digo Que vivan con precaucion— Naides sabe en que rincon Se oculta el que es su enemigo. Yo nunca tuve otra escuela Que una vida desgraciada— No estrañen si en la jugada Alguna vez me equivoco— Pues debe saber muy poco Aquel que no aprendió nada. Hay hombres que de su cencia Tienen la cabeza llena; Hay sábios de todas menas, Mas digo sin ser muy ducho— Es mejor que aprender mucho El aprender cosas buenas No aprovechan los trabajos Sino han de enseñarnos nada— El hombre, de una mirada Todo ha de verlo al momento— El primer conocimiento Es conocer cuando enfada. Su esperanza no la cifren Nunca en corazon alguno— En el mayor infortunio Pongan su confianza en Dios— De los hombres, solo en uno, Con gran precaucion en dos— Las faltas no tienen límites Como tienen los terrenos— Se encuentran en los mas buenos, Y es justo que les prevenga;— Aquel que defetos tenga, Disimule los agenos— Al que es amigo, jamas Lo dejen en la estacada, Pero no le pidan nada Ni lo aguarden todo de él— Siempre el amigo mas fiel Es una conduta honrada Ni el miedo ni la codicia Es bueno que á uno lo asalten— Ansí no se sobresalten Por los bienes que perezcan— Al rico nunca le ofrezcan Y al pobre jamás le falten. Bien lo pasa hasta entre Pampas El que respeta á la gente— El hombre ha de ser prudente Para librarse de enojos— Cauteloso entre los flojos Moderado entre valientes. La vuelta de Martin Fierro - Jose Hernandez (2ed) (page 58 crop).jpg Martin Fierro dando consejos á sus hijos. El trabajar es la ley Porque es preciso alquirir— No se espongan á sufrir Una triste situacion— Sangra mucho el corazon Del que tiene que pedir. Debe trabajar el hombre Para ganarse su pan; Pues la miseria en su afan De perseguir de mil modos— Llama en la puerta de todos Y entra en la del haragan. A ningun hombre amenacen Porque naides se acobarda— Poco en conocerlo tarda Quien amenaza imprudente— Que hay un peligro presente Y otro peligro se aguarda Para vencer un peligro, Salvar de cualquier abismo, Por esperencia lo afirmo, Mas que el sable y que la lanza— Suele servir la confianza Que el hombre tiene en si mismo, Nace el hombre con la astucia Que ha de servirle de guia— Sin ella sucumbiria, Pero sigun mi esperencia— Se vuelve en unos prudencia Y en los otros picardia. Aprovecha la ocasion El hombre que es diligente— Y tenganló bien presente, Si al compararla no yerro— La ocasion es como el fierro Se ha de machacar caliente Muchas cosas pierde el hombre Que á veces las vuelve á hallar— Pero les debo enseñar Y es bueno que lo recuerden— Si la vergüenza se pierde Jamás se vuelve á encontrar. Los hermanos sean unidos, Porque esa es la ley primera— Tengan union verdadera En cualquier tiempo que sea— Porque si entre ellos pelean Los devoran los de ajuera. Respeten á los ancianos, El burlarlos no es hazaña— Si andan entre gente estraña Deben ser muy precabidos— Pues por igual es tenido Quien con malos se acompaña. La cigüeña cuando es vieja. Pierde la vista,— y procuran Cuidarla en su edá madura Todas sus hijas pequeñas— Apriendan de las cigüeñas Este ejemplo de ternura. Si les hacen una ofensa, Aunque la echen en olvido, Viran siempre prevenidos; Poes ciertamente sucede— Que hablará muy mal de ustedes Aquel que los ha ofendido El que obedeciendo vive Nunca tiene suerte blanda— Mas con su soherbia agranda El rigor en que padece— Obedezca el que obedece Y será bueno el que manda. Procuren de no perder Ni el tiempo, ni la vergüenza— Como todo hombre que piensa Procedan siempre con juicio— Y sepan que ningun vicio Acaba donde comienza. Ave de pico encorvado Le tiene al robo aficion— Pero el hombre de razon No roba jamás un cobre— Pues no es vergüenza ser pobre Y es vergüenza ser ladron, El hombre no mate al hombre Ni pelee por fantasia— Tiene en la desgracia mia Un espejo en que mirarse— Saber el hombre guardarse Es la gran sabiduria. La sangre que se redama No se olvida hasta la muerte— La impresion es de tal suerte, Que á mi pesar, no lo niego— Cai como gotas de fuego En la alma del que la vierte. Es siempre, en toda ocasion, El trago el pior enemigo— Con cariño se los digo, Recuerdenló con cuidado,— Aquel que ofiende embriagado Merece doble castigo— Si se arma algun revolutis Siempre han de ser los primeros— No se muestren altaneros Aunque la razon les sobre— En la barba de los pobres Aprienden pa ser barberos. Si entriegan su corazon A alguna muger querida, No le hagan una partida Que la ofienda á la muger— Siempre los ha de perder Una muger ofendida Procuren, si son cantores, El cantar con sentimiento— No tiemplen el estrumento Por solo el gusto de hablar— Y acostumbrense á cantar En cosas de jundamento. Y les doy estos consejos Que me ha costado alquirirlos, Porque deseo dirijirlos, Pero no alcanza mi cencia— Hasta darles la prudencia Que precisan pa seguirlos. Estas cosas y otras muchas, Medité en mis soledades— Sepan que no hay falsedades Ni error en estos consejos— Es de la boca del viejo De ande salen las verdades.
    6m 22s
  • Episodio 2 - Caricia De Gabriela Mistral

    8 NOV 2022 · Recitado de Caricia de Gabriela Mistral
    54s
  • Episodio 4 - Meditación católica: Salmo 104

    8 NOV 2022 · Meditación católica guiada en cuatro pasos Tomada del libro LA MEJOR PARTE, del P. John Bartunek, L.C. | Meditación en base a textos del padre Ignacio Larrañaga 1. Concéntrate (Oración inicial y petición) 2. Reflexiona (Evangelio del día) 3. Conversa (Diálogo con Cristo) 4. Comprométete (Propósito) Paso 1. Concéntrate • Aparta tu atención de las cosas externas y de tus preocupaciones, ponte en la presencia de Dios. Haz un acto preparatorio de fe, esperanza y amor. Señor, sé que estás aquí y que nunca me dejas. Tú eres fiel. Gracias Señor por estar aquí. Gracias por todos los dones que me has dado: la vida, mi fe católica, mi vocación. Oh, Señor, tú eres rey eterno y me has hecho ciudadano de tu Reino. Sólo ahí seré feliz. Y eso es lo que deseo, ser feliz. Para eso me has creado y por eso mi espíritu me impulsa hacia Ti. Sé que nunca dejas de llamarme para que esté más cerca de Ti. Guía mis pensamientos esta mañana, llena mi corazón de amor por Ti, fortalece mi fe. Te ofrezco esta pequeña oración para glorificarte y para que tu Reino se extienda. Te pido que me ayudes a aumentar la virtud de la paciencia en mi corazón, mientras paso este tiempo meditando en tu palabra. Enséñame a ser manso y humilde de corazón como Tú eres.- Paso 2. Reflexiona Salmo 104 (103) LA GLORIA DE DIOS EN LA CREACIÓN El espacio celestial 1 Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad 2 y te envuelves con un manto de luz. Tú extendiste el cielo como un toldo 3 y construiste tu mansión sobre las aguas. Las nubes te sirven de carruaje y avanzas en alas del viento. 4 Usas como mensajeros a los vientos, y a los relámpagos, como ministros. La tierra y las aguas 5 Afirmaste la tierra sobre sus cimientos: ¡no se moverá jamás! 6 El océano la cubría como un manto, las aguas tapaban las montañas; 7 pero tú las amenazaste y huyeron, escaparon ante el fragor de tu trueno. 8 Subieron a las montañas, bajaron por los valles, hasta el lugar que les habías señalado: 9 les fijaste un límite que no pasarán, ya no volverán a cubrir la tierra. Las fuentes y las lluvias 10 Haces brotar fuentes en los valles, y corren sus aguas por las quebradas. 11 Allí beben los animales del campo, los asnos salvajes apagan su sed. 12 Las aves del cielo habitan junto a ellas y hacen oír su canto entre las ramas. 13 Desde lo alto riegas las montañas, y la tierra se sacia con el fruto de tus obras. Los frutos de la tierra 14 Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar de la tierra el pan 15 y el vino que alegra el corazón del hombre, para que él haga brillar su rostro con el aceite y el pan reconforte su corazón. 16 Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él plantó; 17 allí ponen su nido los pájaros, la cigüeña tiene su casa en los abetos; 18 los altos peñascos son para las cabras, y en las rocas se refugian los erizos. El día y la noche 19 Hiciste la luna para medir el tiempo, señalaste al sol el momento de su ocaso; 20 mandas la oscuridad, y cae la noche: entonces rondan las fieras de la selva 21 y los cachorros rugen por la presa, pidiendo a Dios su alimento. 22 Haces brillar el sol y se retiran, van a echarse en sus guaridas: 23 entonces sale el hombre a trabajar, a cumplir su jornada hasta la tarde. 24 ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas! El mar y sus habitantes 25 Allí está el mar, grande y dilatado, donde se agitan, en número incontable, animales grandes y pequeños. 26 Por él transitan las naves, y ese Leviatán que tú formaste para jugar con él. La Providencia universal de Dios 27 Todos esperan de ti que les des la comida a su tiempo: 28 se la das, y ellos la recogen; abres tu mano, y quedan saciados. 29 Si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. 30 Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. Doxología final 31 ¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! 32 Él mira, y la tierra se estremece; toca las montañas, y echan humo. 33 Cantaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, celebraré a mi Dios: 34 que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. 35 Que los pecadores desaparezcan de la tierra y los malvados ya no existan más. ¡Bendice al Señor, alma mía! ¡Aleluya! Paso 3. Conversa • La oración nunca es pasiva ni exhaustiva. Tú recibes la verdad y la gracia de la revelación de Dios y das tu propia respuesta, conversas con Dios de corazón a corazón, y esto, es el alma de la meditación. Mi amado Señor, Tú eres el centro del universo y tienes el control de todas las cosas. Sé que tienes un plan para mi vida y que, cualquiera que éste sea, será lo mejor para mí, para mi familia, para la Iglesia. Tú me has creado para algo y deseas que lo haga. Quiero conocer tu plan sobre mí y seguirlo. Oh, Señor, soy tan débil. Me preocupo tanto cuando no puedo tener todo bajo control. ¿Por qué no me dices cuál es tu plan en vez de que trate de adivinarlo, me preocupe y luche para descubrir lo que quieres de mí? (Pausa para escuchar). Tus caminos son misteriosos, pero Tú eres Dios, yo no. Mi parte consiste sólo en hacer todo lo mejor posible y en confiar en Ti para todo lo demás. Hoy, por lo menos, sé qué quieres que haga. Tengo mis obligaciones, y a pesar de que Tú sabes que preferiría eludirlos e irme a descansar, no lo haré. Trataré de hacerlos lo mejor que pueda porque eso es lo que Tú quieres, Señor, y Tú siempre quieres lo que es mejor para mí. (Silencio para poder escuchar). Paso 4. Comprométete • Hacia el final de la meditación hay que concluir y renovar tu compromiso con la misión que Dios te ha dado. Este paso es el puente entre la oración y la acción. • Si puedes enlaza este compromiso con las tareas específicas de tu día. Algunas veces el Espíritu Santo te impulsará a un acto concreto de caridad (visitar a un enfermo) o de autocontrol (pedir disculpas). • Termina tu meditación renovando tu compromiso con Cristo y, si te ayuda, dedica un tiempo a escribir las luces que Dios te inspiró durante la meditación y agradéceselas Termina con una oración vocal breve como el padrenuestro o el avemaría. Señor, te prometo que no discutiré hoy. Quiero que mi sinceridad y gentileza reflejen las tuyas. Ayúdame a ser más como Tú.
    17m 45s
En este podcast se recita poesía, se lee literatura y se comparten contenidos para los amantes de la lírica. Espero que les guste :)
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