Esta obra, publicada por primera vez en 1839, es un cuento que no solo destila la maestría literaria de Poe sino que también se sumerge en los abismos de la psique humana. En su narración, Poe no solo explora los límites de la identidad, sino que también nos enfrenta a la eterna lucha entre el bien y el mal, la conciencia y la decadencia moral.

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La narración es contada en primera persona por un hombre llamado William Wilson, quien comienza su relato con una confesión angustiada de sus pecados y transgresiones. Recuerda su infancia en una escuela en Inglaterra, donde por primera vez encuentra a su misterioso doble, un niño que no solo comparte su nombre, sino también su apariencia y fecha de nacimiento. Este doble tiene una voz muy suave, apenas audible, que contrasta con la del narrador.

A lo largo de su vida, el protagonista se encuentra una y otra vez con este doble en diversas circunstancias. Cada encuentro ocurre cuando William está a punto de cometer algún acto moralmente cuestionable, y el doble siempre parece estar allí para reprocharlo o detenerlo.

La relación entre los dos se vuelve cada vez más tensa y conflictiva. William Wilson original se embarca en un camino de libertinaje, juego y engaño, mientras que su doble parece representar su conciencia, una presencia moral que lo confronta con sus malas acciones.

En su desesperación por liberarse de su doble, el protagonista viaja por Europa, pero siempre se encuentra con su reflejo acusador. Finalmente, en un baile en Roma, William se enfrenta a su doble en un espejo y, en un acceso de furia, lo ataca con una espada.

El espejo se rompe, y el protagonista ve su reflejo con una mortal herida. Su doble, con su voz suave y apagada, le reprocha por haber triunfado sobre su propia conciencia. La historia termina con la insinuación de que el doble y el protagonista eran, de hecho, la misma persona, y que la lucha entre ellos representa una lucha interna entre el bien y el mal.