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Salmos-113 Arrepentimiento y perdón en los salmos

Salmos-113 Arrepentimiento y perdón en los salmos
Jun 15, 2023 · 7m 17s

Hay varios salmos de lamento en los que el salmista reconoce que ha pecado contra Dios y confiesa su pecado. El salmo de arrepentimiento más conocido es el 51. En...

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Hay varios salmos de lamento en los que el salmista reconoce que ha pecado contra Dios y confiesa su pecado.

El salmo de arrepentimiento más conocido es el 51. En el salmo 51, David pide la misericordia de Dios, reconociendo su propio pecado.

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;”
(1-4)

Habiendo reconocido que él mismo es el que había traído la situación a su propia vida al pecar con Betsabé y tratar de cubrirlo con el asesinato del marido de esta, David rogaba a Dios que tuviera misericordia de él. No estaba pidiendo que las consecuencias desaparecieran, pero le pedía a Dios que produjera un cambio en su vida:

“Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve. Y
Borra todas mis maldades.” (7, 9)

En estos primeros versículos, David pide ser limpio de su maldad. Ruega que Dios lo purifique y borre su iniquidad. Continúa pidiendo que Dios le dé el corazón limpio que él quiere tener, reconociendo que sin la ayuda de Dios no podría ser justo. Le pide a Dios:

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (10)

Y habiendo confesado su mal, David busca la reconciliación con Dios:

“No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.” (11-12)

Con esto últimos versos, David ruega que su relación con Dios no se acabe, sino que sea restaurada. Para él, lo más importante en su vida era su relación personal con Dios. El poder experimentar la dirección del Espíritu Santo, el disfrutar del gozo que trae la salvación de Dios, y poder sentir cada día que no hay nada interponiéndose entre Dios y uno mismo son algunos de los muchos beneficios de una relación personal continua con Dios mismo.

Como resultado, en el salmo 51, David se compromete en la última parte del salmo a enseñar a otros lo que él ha aprendido por sus errores, y a publicar las verdades aprendidas, cantando y publicando alabanza a Dios. (15)

“Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.”

David había aprendido que Dios no quiere nuestros esfuerzos, sino que la alabanza que le agrada es una vida de obediencia, un corazón arrepentido que busca comunión con Él:

“Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (16-17)

Es la importancia del perdón lo que refleja el salmo 32, escrito también tras la situación con Betsabé. En este salmo, David describe la bendición de haber sido perdonado de su maldad. El salmo comienza describiendo el daño que la culpa hace al cuerpo humano. Hay muchas enfermedades hoy en día que se desarrollan a causa de culpa acumulada, de pecados no confesados, que corroen el cuerpo y el espíritu hasta destruirlo. El salmista declara:

“Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.” (3) Y
“se volvió mi verdor en sequedades de verano” (4)


El salmo 31:9-10 dice:
“Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.”

Sus huesos sufrían la ansiedad que su culpabilidad le causaba. Mas cuando dejó de esconderlo y lo trajo a Dios, su estado cambió.
Al confesar su mal al Dios que oye en los cielos y experimentar el perdón, fue perdonado y restaurado. David le habla a Dios:

“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” (5)

Proverbios 28:13 nos recuerda esta misma verdad: “El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

No guardemos culpa por nuestros pecados. Vayamos al único que puede perdonar nuestros pecados y confesemos nuestro mal, porque en su perdón hallaremos la paz y el gozo que viene de un corazón arrepentido y restaurado. Salmo 32:10

“Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.”
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Author David y Maribel
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