A fines de los 90, cuando Mendoza vivía épocas de cambio en el equipamiento para bodegas, nos vinculamos con el INTA Luján de Cuyo para el desarrollo de una vasija autofermentadora, innovación tecnológica para elaborar vinos de alta gama. La idea de Eduardo Astesano se experimentó en años sucesivos y se fue enriqueciendo con el aporte de enólogos e ingenieros del INTA.

Y llegaron las inquietudes: ¿un viñedo en Córdoba? ¿Será la zona de las sierras de Calamuchita un lugar apto? ¿Cuáles son los requerimientos de las vides para el logro de un buen vino? ¿Qué variedades cultivar?

Parecía una utopía, se desconocían las posibilidades reales que ofrecía la región y los especialistas en vitivinicultura no contaban con datos relevantes. Había que experimentar…

Luego de realizar estudios de terruño, asesorados por el ingeniero agrónomo Raúl Delmonte y profesionales del INTA Luján de Cuyo, adquirimos la tierra en el año 2002. El proyecto se ponía en marcha. En el otoño de ese año, comenzamos a preparar las parcelas y en la primavera del año siguiente plantamos las primeras vides, una hectárea experimental con 7 variedades, ya que no existían antecedentes en el valle: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Malbec, Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon y Pinot Noir.

En este emprendimiento familiar, fuimos compartiendo, junto a trabajadores de la zona, el esfuerzo de desmalezar, quitar piedras, colocar los cercos, armar los espalderos, instalar el riego… y luego cuidar cada planta hasta que llegara el momento en que sus frutos fueran aptos para vinificar.

Finca Atos fue el nombre que elegimos, honrando al paraje en que se encuentra: Atos Pampa, Pampa de Zorros en quechua, lugar de suaves lomadas, arboledas y arroyos, cercana a las elevaciones rocosas de las sierras de Comechingones y de Achala donde se destacan los cerros Mesillas, Champaquí y Negro.
Hoy llegamos a 7 ha trabajadas con agricultura natural.