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EL PRÍNCIPE Audio de Arturo Siso Sosa Capitulo 6 DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL

EL PRÍNCIPE Audio de Arturo Siso Sosa Capitulo 6 DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL
Nov 23, 2020 · 9m 52s

EL PRÍNCIPE Audio de Arturo Siso Sosa Capitulo 6 DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL Nadie se asombre de que, al...

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EL PRÍNCIPE Audio de Arturo Siso Sosa Capitulo 6 DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL

Nadie se asombre de que, al hablar de los principados de nueva creación y de
aquellos en los que sólo es nuevo el príncipe, traiga yo a colación ejemplos ilustres. Los
hombres siguen casi siempre cl carnino abierto por otros y se empeñan en imitar las
acciones de los demas. Y aunque no es posible seguir exactamente el mismo camino ni
alcanzar la perfección del modelo, todo hombre prudente debe entrar en el camino
seguido por los grandes e imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en
virtud, por lo menos se les acerque; y hacer como los arqueros experimentados, que,
cuando tienen que dar en blanco muy lejano, y dado que conocen el alcance de su arma,
apuntan por sobre él, no para llegar a tanta altura, sino para acertar donde se lo
proponian con la ayuda de mira tan elevada.

Los principados de nueva creación, donde hay un príncipe nuevo, son más o
menos dificiles de conservar según que sea más o menos hábil el príncipe que los
adquiere. Y dado que el hecho de que un hombre se convierta de la nada en príncipe
presupone necesariamente talento o suerte, es de creer que una u otra de estas dos cosas
allana, en parte, muchas dificultades. Sin embargo, el que menos ha confiado en el azar
es siempre el que más tiempo se ha conservado en su conquista. También facilita
enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a
establecerse en el que ha adquirido. Pero quiero referirme a aquellos que no se convirtieron
en principes por cl azar, sino por sus virtudes. Y digo entonces que, entre ellos,
loa más ilustres han sido Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo y otros no menos grandes. Y
aunque Moisés sólo fue un simple agente de la voluntad de Dios, merece, sin embargo,
nuestra admiración, siquiera sea por la gracia que lo hacia digno de hablar con Dios.
Pero también son admirables Ciro y todos los demás que han adquirido o fundado
reinos; y si iuzgamos sus hechos y su gobierno, hallaremos que no deslucen ante los de
Moisés, que tuvo tan gran preceptor. Y si nos detenemos a estudiar su vida y sus obras,
descubriremos que no deben a la fortuna sino el haberles proporcionado la ocasión
propicia, que fue el material al que ellos dieron la forma conveniente. Verdad es que, sin
esa ocasión, sus méritos de nada hubicran valido; pero también es cierto que, sin sus
méritos, era inútil que la ocasión se presentara. Fue, pues,. necesario que Moisés hallara
al pueblo de Israel esclavo y oprimido por los egipcios para que ese pueblo, ansioso de
salir de su sojuzgamiento, se dispusiera a seguirlo. Se hizo menester que Rómulo no
pudiese vivir en Alba y estuviera expuesto desde su nacimiento, para que llegase a ser
rey de Roma y fundador de su patria. Ciro tuvo que ver a los persas des- contentos de la
dominación de los medas, y a los medas flojos e indolentes como consecuencia de una
larga paz. No habría podido Teseo poner de manifesto sus virtudes si no hubiese sido
testigo de la dispersión de los atenienses. Por lo tanto, estas ocasiones permiticron que
estos hombres realizaran felizmente sus designios, y, por otro lado, sus méritos
permiticron que las ocasiones rindieran provecho, con lo cual llenaron de gloria y de
dicha a sus patrias.

Los que, por caminos semejantes a los de aquéllos, se convierten en príncipes
adquieren el principado con dificultades, pero lo conservan sin sobresaltos. Las
dificultades nacen en parte de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar
para fundar el Estado y proveer a su seguridad. Pues debe considerarse que no
hay nada más dificil de emprender, ni mis dudoso de hacer. triunfar, ni más peligroso de
manejar, que el introducir nuevas leyes. Se explica: el innovator se transforma en
enemigo de todos los que se beneficiaban con las leyes antiguas, y no se granjea sino la
amistad tibia de los que se beneficiarán con las nuevas. Tibieza en éstos, cuyo origen es,
por un lado, el temor a los que tienen de su parte a la legislación antigua, y por otro, la
incredulidad de los hombres, que nunca fían en las cosas nuevas hasta que ven sus
frutos. De donde resulta que, cada vez que los que son enemigos tienen oportunidad para
atacar, lo hacen enérgicamente, y aquellos otros asumen la defensa con tibieza, de modo
que se expone uno a caer con ellos. Por consiguiente, si se quiere analizar bien esta parte,
es preciso ver si esos innovadores lo son por si mismos, o si dependen de otros; es
decir, si necesitan recurrir a ta súplica para realizar su obra, o si pueden imponerla por la
fuerza. En cl primer caso, fracasan siempre, y nada queda de sus intenciones, pero
cuando sólo dependen de sí mismos y pueden actuar con la ayuda de la fuerza, entonces
rara vez dejan de conseguir sus propósitos. De donde se explica que todos los profetas
armados hayan triunfado, y fracasado todos los que no tenían armas. Hay que agregar,
además, que los pueblos son tornadizos; y que, si es fácil convencerlos de algo, es difícil
mantenerlos fieles a esa convicción, por lo cual conviene estar preparados de tal manera,
que, cuando ya no crean, se les pueda hacer creer por la fuerza. Moisés, Ciro, Teseo y
Rómulo no habrían podido hacer respetar sus estatutos durante mucho tiempo si
hubiesen estado desarmnados. Como sucedió en nuestros a Fray Jerónimo Savonarola,
que fracasó en sus innovaciones en cuanto la gente empezó a no creer en ellas, pues
se encontró con que carecía de medios tanto para mantener fieles en su creencia a los
que habian creído como para hacer creer a los incrédulos. Hay que reconocer que estos
revolucionarios tropiezan con serias dificultades, que todos los peligros surgen en su
camino y que sólo con gran valor pueden superarlos; pero vencidos los obstáculos, y una
vez que han hecho desaparecer a los que tenían envidia de sus virtudes, viven poderosos,
seguros, honrados y felices.

A tan excelsos ejemplos hay que agregar otro de menor jerarquía, pero que guarda
cierta proporción con aquéllos y que servirá para todos los de igual clase. Es el de
Hierón de Siracusa, que de simple ciudadano llegó a ser príncipe sin tener otra deuda
con el azar que la ocación; pues los siracusanos, oprimidos, lo nombraron su capitán, y
fue entonces cuando hizo méritos suficientes para que lo eligieran príncipe. Y a pesar de
no ser noble, dio pruebas de tantas virtudes, que quien ha escrito de él ha dicho: “quod
nihil illi deerat ad regnandum praeter regnum”. Licenció el antiguo ejército y creó uno
nuevo; dejó las amistades viejas y se hizo de otras; y asi, rodeado por soldados y amigos
adictos, pudo construir sobre tales cimientos cuanto edificio quiso; y lo que tanto le
habia costado adquirir, poco le cósto conservar.

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Author Arturo Siso Sosa Caracas
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