Este relato invita a reflexionar a no tomarse personal los comentarios de los demás; sobre todo de aquellos más allegados a nuestro círculo personal. Cuando una persona te “ofende”, se expresa mal de ti a tus espaldas, o reacciona de forma abrupta, usualmente depende de tu personalidad, reaccionamos con la misma emoción para “defendernos” o reaccionamos como si nada estuviera pasando para evitar el conflicto. De cualquier forma, le compras su idea. Pero en realidad aquel individuo que anda por la vida hablando pestes de los demás, criticando, quejándose, juzgando, señalando, no se ha dado cuenta que está hablando de sí mismo. Cada quién da lo que tiene. Así que no te está ofendiendo a tu persona, está juzgando al concepto que tiene en su cabeza de ti, no a tu esencia. Si tú te lo tomas personal es una oportunidad para voltear a verte, y significa que aún tienes algo por ahí que sanar, sino ni si quiera te haría ruido mental o cosquillas. Se escucha fácil, en la práctica diaria la idea es ir percatándose de lo que uno piensa y siente e ir haciendo conciencia poco a poco. Tampoco es castigarse porque te diste cuenta ya que pasó el evento y reaccionaste impulsivamente, recuerda que somos como un río, nos podemos reinventar momento a momento con el compromiso de mejorar para la próxima y agradeciendo porque somos capaces de observarnos y rectificarnos. Y este trabajo interno es la parte divertida, vivir el proceso, disfrutando de los vaivenes de este camino llamado vida.