Esta segunda parte de la obra se inicia cuando Marlow está a punto de quedarse dormido y escucha al director y su sobrino conversar sobre Kurtz. Sin embargo, Marlow no puede comprender lo que están diciendo. Cuando se levanta, el director y su sobrino se asustan y abandonan la conversación. Al cabo de unos días, Marlow parte hacia el lugar donde se encuentra Kurtz, acompañado por un grupo numeroso de caníbales, peregrinos y el director. Durante el viaje, deben hacer varias paradas para reparar la embarcación. En una de estas paradas, Marlow encuentra una cabaña abandonada que contiene una advertencia de auxilio, leña, una gran mesa y un libro antiguo en mal estado, con páginas sucias y desgastadas. A pesar de la aparente elaboración del libro, Marlow no siente admiración por él y lo considera aburrido. La noche cae y se ven obligados a pasar la noche en ese lugar.
En medio de la noche, son despertados por un fuerte estruendo: están siendo atacados por nativos en medio de una densa niebla. A pesar de que los caníbales desean comer a la tripulación, Marlow no les permite hacerlo, a pesar de que han pasado mucho tiempo sin comer. En cambio, les entregan objetos como trozos de alambre y otros utensilios para que puedan intercambiarlos por comida o lo que necesiten. Marlow no entiende por qué les dan estos objetos en lugar de alimentos, pero nota que los caníbales son muy formales en sus transacciones y siempre las realizan a tiempo.
Al día siguiente, los nativos vuelven a atacar, y la tripulación responde con rifles, aunque los disparos son ineficaces. El jefe de los caníbales, que estaba al timón, es alcanzado por una flecha después de abandonar su tarea, lo que entristece a Marlow, ya que le parecía un buen hombre. Tras el enfrentamiento, Marlow arroja su cuerpo al río para evitar que los caníbales lo devoren.
Después de estos eventos, Marlow escucha un rumor de que Kurtz ha fallecido. En este momento, Marlow se da cuenta de que su motivación para el viaje ha cambiado. Ya no se trata de explorar el lugar que tanto anhelaba, sino de conocer a Kurtz. Marlow se siente angustiado por la idea de que quizás nunca llegue a conocerlo ni escuchar su voz.
Cuando finalmente llegan a su destino, son recibidos por un hombre que parece un arlequín, y este hombre desmiente el rumor que circulaba sobre Kurtz.


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