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Daniel-155 La vida de oración de Daniel

Daniel-155 La vida de oración de Daniel
Aug 14, 2023 · 11m 58s

En el libro de Daniel vemos que la vida de oración del profeta era real y dinámica. Daniel reconocía que necesitaba tiempo con Dios para poder cumplir fielmente con todas...

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En el libro de Daniel vemos que la vida de oración del profeta era real y dinámica. Daniel reconocía que necesitaba tiempo con Dios para poder cumplir fielmente con todas las responsabilidades que tenía en su trabajo, y hacía de su tiempo a solas con Dios una prioridad inalterable. Daniel sabía que el Dios del cielo escuchaba sus oraciones, y este venía ante Dios sistemáticamente, tres veces al día, como leemos en el capítulo seis.

Cuando Daniel oraba no recitaba interminables poesías, ni hacía vanas repeticiones. Vemos en el libro que Daniel hablaba con Dios; en el capítulo 2 y en el 9 vemos cómo consultaba con Dios lo que no entendía, para recibir sabiduría de Dios; vemos también que Daniel daba gracias por lo que Dios hacía (capítulo 2), confesaba sus pecados a Dios, (capítulo 9), e intercedía también por su pueblo pidiendo perdón y dirección.

Y leemos que Dios escuchaba a Daniel y atendía a sus necesidades. En el Capítulo 11:12 Dios le dice: “Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras”
¿Sabes que cuando oramos, el mismo Dios que escuchaba a Daniel nos escucha también a nosotras si vamos a Él con sinceridad y humildad?

No solo oraba Daniel a Dios sistemáticamente, sino que se juntaba con otros para orar cuando tenía situaciones especiales, para que sus amigos oraran con él.

En el capítulo 2, cuando Daniel informó al capitán enviado por Nabucodonosor de que interpretaría el sueño del rey, vemos que Daniel salió de la presencia del capitán, y fue a ver a sus amigos para pedirles que oraran con él en cuanto a este tema.”

Ante la prueba, y con necesidad de sabiduría, Daniel fue a sus íntimos amigos para que oraran con él.

Y nos dice el versículo 19 que Dios contestó estas oraciones, y “el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.”

Daniel no solo venía a Dios a pedir favores. Vemos que Daniel venía a Dios a alabarlo por su carácter divino y las contestaciones a las oraciones. Daniel 2: 20-23:

“Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.”

En humildad y agradecimiento, Daniel alababa a Dios por darle la sabiduría para entender y la fuerza para presentarse ante el rey. ¡Qué bendición ver que en su oración, Daniel reconocía que lo que había sucedido era de la mano de Dios, para dar gloria al Dios de poder y sabiduría. Esta actitud de humildad y agradecimiento contrasta con la soberbia demostrada por el rey Beltsasar, que lo llevó a su propia destrucción y a la llegada de los medos al poder.

En el capítulo seis de Daniel, Darío el medo gobernada en Babilonia, y nos dice el texto que le pareció bien instituir 120 sápatras, o gobernadores de provincias, que gobernaran toda la tierra, y sobre todos estos puso a tres hombres, uno de los cuales era Daniel. Nos dice el texto que Daniel tenía algo especial que los otros no tenían, por lo que el rey estaba pensando ponerlo sobre todos ellos. Así fue que los otros, por celos, comenzaron a buscar alguna manera de condenar a Daniel. Estos hombres envidiosos buscaban ocasión para denunciar a Daniel por cualquier cosa, mas después de examinar su vida nos dice el versículo 4 que “no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.” Por lo que concluyeron:: “No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.” (6:5)

Estos hombres idearon un plan para destruir a Daniel. Incitaron al rey a que firmara un edicto irrevocable por el que durante 30 días nadie pudiera pedir nada de hombre o dios, excepto a Dario. Y aquel que rompiera este edicto, sería echado al foso de los leones. Sin embargo Daniel mantuvo su compromiso con Dios, decidiendo como habían hecho sus amigos que era mejor obedecer a Dios que a los hombres. Nos dicen los versículos 10-11 que “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.”

Fueron estos y lo denunciaron ante Darío, y cuando este vio lo que los compañeros de trabajo de Daniel estaban intentando hacer, nos dice el texto que intentó librar a Daniel todo el día. Mas estos hombres habían sido astutos en su planificación, y le recordaron al rey que el edicto que había firmado era irrevocable y no lo podría cambiar. Lo tenían atrapado y Darío tendría que echar a Daniel al foso. Cuando el rey, para su pesar, se vio obligado a enviar a su mejor gobernador al foso donde leones hambrientos esperaban para devorarlo, le “dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.”
Esto no era un comentario sarcástico como el que se oyó en la cruz cuando dijeron a Jesús: “¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz! (Mateo 27:40) Darío deseaba de corazón que Daniel no muriera, y sabía que Dios podría librarlo. Puede que hubiera oído de cómo Dios había librado a los otros tres judíos que se mantuvieron fieles a Dios.

Nos dice el texto que el rey Darío pasó la noche en vela, y cuando llegó la mañana, fue al foso donde habían echado a Daniel, “Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.” (6:20-22)

Y el rey, viendo que aquellos hombres crueles habían planeado tal complot contra un hombre fiel y justo, echó a los que habían acusado a Daniel al foso de los leones, de donde nunca salieron. Y Darío el medo declaró:

“De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.” (Daniel 6:26-28)

Y nos dice el texto que “Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.”

Daniel tenía claro que su tiempo personal con Dios sería una prioridad en su vida. Y así como vimos que Dios cuidó a los suyos cuando se mantuvieron fieles a Él, Dios cuidó a Daniel cuando este mantuvo su vida de oración como una prioridad no negociable.

¿Y si cada una de nosotras tomáramos tan en serio nuestro tiempo de oración? Los gobernadores del tiempo de Daniel fueron transformados y Dios prosperó a los suyos. Quizá si nos pusiéramos serios en la oración, veríamos un cambio en nuestros gobernadores. Sin duda, Dios quiere hacer maravillas en nuestras vidas y en las vidas de los que nos observan. Vivamos comprometidas a mantener una relación dinámica con nuestro Dios, y veamos lo que Dios quiere hacer en nosotras, y a través de nosotras.
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Author David y Maribel
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