La vida cristiana está llena de retos, y uno de ellos es saber identificar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Pareciera algo simple y hasta obvio que todo cristiano debe conocer la voluntad de su Señor, sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa nos lleva siempre a pensar que cuando todo está bien y tenemos abundancia estamos disfrutando de la bendición de Dios, mientras que cuando hay aflicciones y necesidades, entonces el maligno está obrando y hay que arrebatarle las bendiciones que supuestamente nos robó. Desafortunadamente este ha sido uno de los ejes fundamentales en la predicación de los que promueven el evangelio de la prosperidad, y muchos son los que piensan así. Pero éste es un caso que nos reta a nosotros a conocer mejor el Dios que adoramos. - Ser rico es el deseo del pobre, pero hay familias que se han dividido cuando les llega la riqueza. - Tener energía eléctrica en la casa es una bendición, pero hay personas que se han electrocutado al llegar la luz. - Tener un vehículo es una necesidad, pero para algunas personas eso ha sido parte de su fracaso. De manera que, lo que para una persona pudiera ser una bendición, quizás para otra no lo sea. No todo lo que parece ser positivo o agradable es una bendición; el no entender esto ha llevado a algunos hasta la cárcel. Ahora bien, no hay una fórmula para determinar de inmediato si un bien recibido es una bendición de Dios, pero hay dos principios bíblicos que nos pueden ayudar a comprobarlo: 1. La Bendición de Dios no añade tristeza. Proverbios 10:22 dice: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella”. Dios no nos bendice para traernos temores o preocupaciones. Dice Jeremías 3:41 que Él se alegra haciendo el bien a Su pueblo, de igual manera espera que nosotros nos gocemos y alegremos en Él (Sal. 118:24; Is. 25:9), pero es penoso escuchar la conclusión a la que han llegado algunos creyentes: “Si Dios me está bendiciendo es porque por ahí viene una prueba muy fuerte”. Esto es algo que debemos sacar de nuestras mentes, porque ése modo de pensar no nos permite ni siquiera ser verdaderamente agradecidos. Las aflicciones siempre estarán con nosotros (Jn.16:33), de manera que como dice Eclesiastés 7:14 “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” Si esa bendición que dices tener te mantiene perturbado y no en paz, triste y no gozoso, creo que es digno de reflexionar. 2. La bendición de Dios no nos aleja de Él. Proverbios 30:8-9 “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.” Dos tendencias naturales tanto del que tiene necesidad como del que está saciado. Es bien sabido el caso de algunos que piden oración por un empleo, y luego que lo tienen se desaparecen ¡Cuidado si ese empleo te hace perder la comunión con Dios y con Su iglesia! No todas las ofertas se toman. Concéntrate en agradar a Dios, que cuando Él te va a bendecir lo va hacer por encima de quien sea y por los medios que Él quiera. Eclesiastés 2:26 dice: “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.”. Ninguna bendición tiene el propósito de apartarnos de Dios, sino más bien de acercarnos a Aquel que es digno de toda alabanza, honra, gloria y poder, por los siglos de los siglos.