18 MAY 2013 · Una excusa de post edición:
Los poemas de mi libro, "Sobre la piel de la Tierra"
(como el presente), nacen en el contexto de la
"Era Bush", invasión a Irák, etc. Quizás por ello cierta indignada inspiración panfletaria y realista por
la que se me puede acusar.
J. C. L. R.
He aquà la imagen
de ciertos hombres.
Cabezas trapezoidales/
En ellos no cabe
ni un gramo de túmulo gris
donde construÃr una historia
digna de la vida.
Por las paredes de esa habitación
que suelen llamar cerebro
suben apenas caracoles oscuros.
Inútiles ninfas anidan
detestando el hábitat.
Estos triángulos/
estos vértices milimétricos
asoman desde el suelo
su condición de impÃos execrables.
En su increÃble bajeza espiritual
ostentan ser dueños
y señores de la Tierra.
suelen seguirles una corte
de innumerables secuaces
sin más posesión
que sus extremidades inferiores
suficientes para pisar las uvas
en el lagar de la maldad.
Es con esta clase de hombres
que aún el mundo
cocina sus guisados/
difundiendo violenta indigestión.
¿Por qué están allà estos señores
con sus cetros medievales?
¿Quién los coronó
para la empresa
donde se creen
encumbrados por los dioses?
Es muy simple la razón/
Hay muchos indolentes
que los aplauden
para luego arrepentirse...
O para llorar mas bien
como cocodrilos?
En realidad
es geometrÃa bien definida
el escabel del drama humano.
Es el egoÃsmo
la raÃz venenosa del árbol.
Cuando elige/
TodavÃa piensa en sà el Hombre...
¡Cree pensar en sà mismo!/
No en el otro/
mucho menos en el Todo.
El egoÃsmo/
He ahà la raÃz del mal.
Autor: Juan C. L. Rojas