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La libertad del Amor

La libertad del Amor
Oct 19, 2023 · 33m 18s

La vida cristiana se desarrolla en libertad, que recibimos por la filiación divina en Jesucristo (cfr. Gal 5,24-25). Mons. Álvaro del Portillo decía: «Para Mons. Escrivá –escribió– es patente la...

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La vida cristiana se desarrolla en libertad, que recibimos por la filiación divina en
Jesucristo (cfr. Gal 5,24-25).
Mons. Álvaro del Portillo decía: «Para Mons. Escrivá –escribió– es patente la gran
alternativa que caracteriza a la humana existencia: “esclavitud o filiación divina; he
aquí el dilema de nuestra vida. O hijos de Dios o esclavos de la soberbia” (Humildad,
n. 108)».
A partir de lo anterior, la filiación divina habrá de ir unida al autoconocimiento de la
persona en su verdad y, arrancando de ahí, al ejercicio de la libertad, que siendo
también donal, impele al cumplimento de la tarea que, desde la creación misma, se ha
otorgado al hombre, que no es sino el descubrimiento de la verdad divina que funda
el universo de lo finito.
"En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
- «Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres.»"
Qué bonitas y profundas son esas palabras: "la Verdad os hará libres".
El hombre, tu y yo, hemos nacido libres y para vivir y obrar en libertad, con un alma
libre, un corazón libre, una vida vivida en libertad. Es más, no se puede amar a Dios
sino es desde la libertad, maravilloso don que Dios no nos ha dado, y no nos va a
arrebatar.
La verdadera libertad nos la da Dios, pues nos enseña a amarle con un corazón
dispuesto a todo.
El camino del Amor se recorre día a día conociendo la Verdad, cuanto más la
conozcamos mayor libertad tendremos para amar a Dios.
Siempre me ha sorprendido una consideración que estudié en Teologia que afirmaba
que los seres más libres son los santos en el Cielo porque ya han puesto
definitivamente toda su inteligencia, su voluntad y su libertad en amar a Dios, ellos sí
que pueden decir que no tienen ninguna otra libertad que la de amar a Dios.
Verdaderamente lo que nos hace más felices es amar, amar con todo el corazón, amar
libremente con toda el alma, y eso cuesta.
Es sacrificado mantenernos en la decisión de amar todos los días y a todas horas:
cuando convivimos con personas que no es sencillo amar o cuando en el trabajo nos
encontramos con tanta falsedad y mentira, o cuando no somos correspondidos en el
amor.
Y es complicado decir siempre la Verdad, evitar la mentira, vivir en la inocencia de
los niños que todavía ni saben decir mentiras, no les importa quedar mal, y no tienen
nada que esconder porque ni siquiera saben qué significa "esconder".
Qué maravilla conocer a hombres y mujeres que son claros, limpios, sin doblez ni
engaño, que defienden la Verdad porque la viven.
Ama la Verdad (no te olvides que es Dios) aunque quedes mal, aunque te perjudique.
El Señor padece por nosotros por amor a la Verdad, y la Verdad le costó la Pasión y la
Muerte.
Gal 5,24-25: “Los que son de Jesucristo han crucificado su carne con sus pasiones y
concupiscencias. Si vivimos por el Espíritu, caminemos también según el Espíritu.
Libres de ataduras: Jesús ha roto las cadenas del egoísmo, del pecado (cfr. Flp 2,8).
Como explicaba el Papa Fco: “Lo ha entendido bien uno de los dos malhechores que
son crucificados con Él, llamado el “buen ladrón”, que Le suplica: “Jesús, acuérdate
de mí cuando entres en tu Reino”. Pero este era un malhechor, era un corrupto, y
estaba precisamente allí, condenado a muerte por todas las brutalidades que había
cometido en su vida... Pero ha visto en el comportamiento de Jesús, en la
mansedumbre de Jesús, el amor.
Y esta es la fuerza del reino de Cristo, el amor. Por esto la majestad de Jesús no nos
oprime, sino que nos libera de nuestras debilidades y miserias, animándonos a
recorrer los caminos del bien, de la reconciliación y del perdón. Miremos la Cruz de
Jesús, miremos al “buen ladrón”, y digamos todos juntos lo que ha dicho el “buen
ladrón”: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino”. Juntos: “Jesús,
acuérdate de mí cuando hayas entrado en tu Reino”. Y pedir a Jesús cuando nos
sintamos débiles, pecadores, derrotados, que nos mire y decir: “Pero, Tú estas ahí. No
te olvides de mí””.
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Author José María Santana
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