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Marco Aurelio - Meditaciones LIBRO 3 Parte 1 - Audio de Roger Swidorowicz 2021

LIBRO 3

1. No sólo esto debe tomarse en cuenta, que día a día se va gastando la vida y nos queda una
parte menor de ella, sino que se debe reflexionar también que, si una persona prolonga su
existencia, no está claro si su inteligencia será igualmente capaz en adelante para la
comprensión de las cosas y de la teoría que tiende al conocimiento de las cosas divinas y
humanas. Porque, en el caso de que dicha persona empiece a desvariar, la respiración, la
nutrición, la imaginación, los instintos y todas las demás funciones semejantes no le faltarán;
pero la facultad de disponer de sí mismo, de calibrar con exactitud el número de los deberes,
de analizar las apariencias, de detenerse a reflexionar sobre si ya ha llegado el momento de
abandonar esta vida y cuantas necesidades de características semejantes precisan un ejercicio
exhaustivo de la razón, se extingue antes. Conviene, pues, apresurarse no sólo porque a cada
instante estamos más cerca de la muerte, sino también porque cesa con anterioridad la
comprensión de las cosas y la capacidad de acomodarnos a ellas.
2. Conviene también estar a la expectativa de hechos como éstos, que incluso las
modificaciones accesorias de las cosas naturales tienen algún encanto y atractivo. Así, por
ejemplo, un trozo de pan al cocerse se agrieta en ciertas partes; esas grietas que así se forman
y que, en cierto modo, son contrarias a la promesa del arte del panadero, son, en cierto modo,
adecuadas, y excitan singularmente el apetito. Asimismo, los higos, cuando están muy
maduros, se entreabren. Y en las aceitunas que quedan maduras en los árboles, su misma
proximidad a la podredumbre añade al fruto una belleza singular. Igualmente las espigas que
se inclinan hacia abajo, la melena del león y la espuma que brota de la boca de los jabalíes y
muchas otras cosas, examinadas en particular, están lejos de ser bellas; y, sin embargo, al ser
consecuencia de ciertos procesos naturales, cobran un aspecto bello y son atractivas. De
manera que, si una persona tiene sensibilidad e inteligencia suficientemente profunda para
captar lo que sucede en el conjunto, casi nada le parecerá, incluso entre las cosas que
acontecen por efectos secundarios, no comportar algún encanto singular. Y esa persona verá
las fauces reales de las fieras con no menor agrado que todas sus reproducciones realizadas
por pintores y escultores; incluso podrá ver con sus sagaces ojos cierta plenitud y madurez en
la anciana y el anciano y también, en los niños, su amable encanto. Muchas cosas semejantes
se encontrarán no al alcance de cualquiera, sino, exclusivamente, para el que de verdad esté
familiarizado con la naturaleza y sus obras.
3. Hipócrates, después de haber curado muchas enfermedades, enfermó él también y murió.
Los caldeos predijeron la muerte de muchos, y también a ellos les alcanzó el destino.
Alejandro, Pompeyo y Cayo César, después de haber arrasado hasta los cimientos tantas
veces ciudades enteras y destrozado en orden de combate numerosas miríadas de jinetes e
infantes, también ellos acabaron por perder la vida. Heráclito, después de haber hecho tantas
investigaciones sobre la conflagración del mundo, aquejado de hidropesía y recubierto de
estiércol, murió. A Demócrito, los gusanos; gusanos también, pero distintos, acabaron con
Sócrates. ¿Qué significa esto? Te embarcaste, surcaste mares, atracaste: ¡desembarca! Si es
para entrar en otra vida, tampoco allí está nada vacío de dioses; pero si es para encontrarte en
la insensibilidad, cesarás de soportar fatigas y placeres y de estar al servicio de una envoltura
tanto más ruin cuanto más superior es la parte subordinada: ésta es inteligencia y divinidad;
aquélla, tierra y sangre mezclada con polvo.
4. No consumas la parte de la vida que te resta en hacer conjeturas sobre otras personas, de no
ser que tu objetivo apunte a un bien común; porque ciertamente te privas de otra tarea; a saber, al imaginar qué hace fulano y por qué, y qué piensa y qué trama y tantas cosas
semejantes que provocan tu aturdimiento, te apartas de la observación de tu guía interior.
Conviene, por consiguiente, que en el encadenamiento de tus ideas, evites admitir lo que es
fruto del azar y superfluo, pero mucho más lo inútil y pernicioso. Debes también
acostumbrarte a formarte únicamente aquellas ideas acerca de las cuales, si se te preguntara de
súbito: «¿En qué piensas ahora?», con franqueza pudieras contestar al instante: «En esto y en
aquello», de manera que al instante se pusiera de manifiesto que todo en ti es sencillo,
benévolo y propio de un ser sociable al que no importan placeres o, en una palabra, imágenes
que procuran goces; un ser exento de toda codicia, envidia, recelo o cualquier otra pasión, de
la que pudieras ruborizarte reconociendo que la posees en tu pensamiento. Porque el hombre
de estas características que ya no demora el situarse como entre los mejores, se convierte en
sacerdote y servidor de los dioses, puesto al servicio también de la divinidad que se asienta en
su interior, todo lo cual le inmuniza contra los placeres, le hace invulnerable a todo dolor,
intocable respecto a todo exceso, insensible a toda maldad, atleta de la más excelsa lucha,
lucha que se entabla para no ser abatido por ninguna pasión, impregnado a fondo de justicia,
apegado, con toda su alma, a los acontecimientos y a todo lo que se le ha asignado; y
raramente, a no ser por una gran necesidad y en vista al bien común, cavila lo que dice, hace o
proyecta otra persona. Pondrá únicamente en práctica aquellas cosas que le corresponden, y
piensa sin cesar en lo que le pertenece, que ha sido hilado del conjunto; y mientras en lo uno
cumple con su deber, en lo otro está convencido de que es bueno. Porque el destino asignado
a cada uno está involucrado en el conjunto y al mismo tiempo lo involucra. Tiene también
presente que todos los seres racionales están emparentados y que preocuparse de todos los
hombres está de acuerdo con la naturaleza humana; pero no debe tenerse en cuenta la opinión
de todos, sino sólo la de aquellos que viven conforme a la naturaleza. Y respecto a los que no
viven así, prosigue recordando hasta el fin cómo son en casa y fuera de ella, por la noche y
durante el día, y qué clase de gente frecuentan. En consecuencia, no toma en consideración el
elogio de tales hombres que ni consigo mismo están satisfechos. marco aurelio, filosofia, autoayuda, roger swidorowicz, epicteto, sartre, hegel, kant, sofistas, historia, roma, nietzsche, historia de la filosofia,
filosofía, philosophy, aristoteles, oscar wilde, grecia, platon, socrates, the school of life, la escuela de la vida, pensamiento, estoico, estoicos
Marco Aurelio - Meditaciones LIBRO 3 Parte 1 - Audio de Roger Swidorowicz 2021 LIBRO 3 1. No sólo esto debe tomarse en cuenta, que día a día se va gastando la vida y nos queda una parte menor de ella, sino que se debe reflexionar también que, si una persona prolonga su existencia, no está claro si su inteligencia será igualmente capaz en adelante para la comprensión de las cosas y de la teoría que tiende al conocimiento de las cosas divinas y humanas. Porque, en el caso de que dicha persona empiece a desvariar, la respiración, la nutrición, la imaginación, los instintos y todas las demás funciones semejantes no le faltarán; pero la facultad de disponer de sí mismo, de calibrar con exactitud el número de los deberes, de analizar las apariencias, de detenerse a reflexionar sobre si ya ha llegado el momento de abandonar esta vida y cuantas necesidades de características semejantes precisan un ejercicio exhaustivo de la razón, se extingue antes. Conviene, pues, apresurarse no sólo porque a cada instante estamos más cerca de la muerte, sino también porque cesa con anterioridad la comprensión de las cosas y la capacidad de acomodarnos a ellas. 2. Conviene también estar a la expectativa de hechos como éstos, que incluso las modificaciones accesorias de las cosas naturales tienen algún encanto y atractivo. Así, por ejemplo, un trozo de pan al cocerse se agrieta en ciertas partes; esas grietas que así se forman y que, en cierto modo, son contrarias a la promesa del arte del panadero, son, en cierto modo, adecuadas, y excitan singularmente el apetito. Asimismo, los higos, cuando están muy maduros, se entreabren. Y en las aceitunas que quedan maduras en los árboles, su misma proximidad a la podredumbre añade al fruto una belleza singular. Igualmente las espigas que se inclinan hacia abajo, la melena del león y la espuma que brota de la boca de los jabalíes y muchas otras cosas, examinadas en particular, están lejos de ser bellas; y, sin embargo, al ser consecuencia de ciertos procesos naturales, cobran un aspecto bello y son atractivas. De manera que, si una persona tiene sensibilidad e inteligencia suficientemente profunda para captar lo que sucede en el conjunto, casi nada le parecerá, incluso entre las cosas que acontecen por efectos secundarios, no comportar algún encanto singular. Y esa persona verá las fauces reales de las fieras con no menor agrado que todas sus reproducciones realizadas por pintores y escultores; incluso podrá ver con sus sagaces ojos cierta plenitud y madurez en la anciana y el anciano y también, en los niños, su amable encanto. Muchas cosas semejantes se encontrarán no al alcance de cualquiera, sino, exclusivamente, para el que de verdad esté familiarizado con la naturaleza y sus obras. 3. Hipócrates, después de haber curado muchas enfermedades, enfermó él también y murió. Los caldeos predijeron la muerte de muchos, y también a ellos les alcanzó el destino. Alejandro, Pompeyo y Cayo César, después de haber arrasado hasta los cimientos tantas veces ciudades enteras y destrozado en orden de combate numerosas miríadas de jinetes e infantes, también ellos acabaron por perder la vida. Heráclito, después de haber hecho tantas investigaciones sobre la conflagración del mundo, aquejado de hidropesía y recubierto de estiércol, murió. A Demócrito, los gusanos; gusanos también, pero distintos, acabaron con Sócrates. ¿Qué significa esto? Te embarcaste, surcaste mares, atracaste: ¡desembarca! Si es para entrar en otra vida, tampoco allí está nada vacío de dioses; pero si es para encontrarte en la insensibilidad, cesarás de soportar fatigas y placeres y de estar al servicio de una envoltura tanto más ruin cuanto más superior es la parte subordinada: ésta es inteligencia y divinidad; aquélla, tierra y sangre mezclada con polvo. 4. No consumas la parte de la vida que te resta en hacer conjeturas sobre otras personas, de no ser que tu objetivo apunte a un bien común; porque ciertamente te privas de otra tarea; a saber, al imaginar qué hace fulano y por qué, y qué piensa y qué trama y tantas cosas semejantes que provocan tu aturdimiento, te apartas de la observación de tu guía interior. Conviene, por consiguiente, que en el encadenamiento de tus ideas, evites admitir lo que es fruto del azar y superfluo, pero mucho más lo inútil y pernicioso. Debes también acostumbrarte a formarte únicamente aquellas ideas acerca de las cuales, si se te preguntara de súbito: «¿En qué piensas ahora?», con franqueza pudieras contestar al instante: «En esto y en aquello», de manera que al instante se pusiera de manifiesto que todo en ti es sencillo, benévolo y propio de un ser sociable al que no importan placeres o, en una palabra, imágenes que procuran goces; un ser exento de toda codicia, envidia, recelo o cualquier otra pasión, de la que pudieras ruborizarte reconociendo que la posees en tu pensamiento. Porque el hombre de estas características que ya no demora el situarse como entre los mejores, se convierte en sacerdote y servidor de los dioses, puesto al servicio también de la divinidad que se asienta en su interior, todo lo cual le inmuniza contra los placeres, le hace invulnerable a todo dolor, intocable respecto a todo exceso, insensible a toda maldad, atleta de la más excelsa lucha, lucha que se entabla para no ser abatido por ninguna pasión, impregnado a fondo de justicia, apegado, con toda su alma, a los acontecimientos y a todo lo que se le ha asignado; y raramente, a no ser por una gran necesidad y en vista al bien común, cavila lo que dice, hace o proyecta otra persona. Pondrá únicamente en práctica aquellas cosas que le corresponden, y piensa sin cesar en lo que le pertenece, que ha sido hilado del conjunto; y mientras en lo uno cumple con su deber, en lo otro está convencido de que es bueno. Porque el destino asignado a cada uno está involucrado en el conjunto y al mismo tiempo lo involucra. Tiene también presente que todos los seres racionales están emparentados y que preocuparse de todos los hombres está de acuerdo con la naturaleza humana; pero no debe tenerse en cuenta la opinión de todos, sino sólo la de aquellos que viven conforme a la naturaleza. Y respecto a los que no viven así, prosigue recordando hasta el fin cómo son en casa y fuera de ella, por la noche y durante el día, y qué clase de gente frecuentan. En consecuencia, no toma en consideración el elogio de tales hombres que ni consigo mismo están satisfechos. marco aurelio, filosofia, autoayuda, roger swidorowicz, epicteto, sartre, hegel, kant, sofistas, historia, roma, nietzsche, historia de la filosofia, filosofía, philosophy, aristoteles, oscar wilde, grecia, platon, socrates, the school of life, la escuela de la vida, pensamiento, estoico, estoicos read more read less

3 years ago #aristoteles, #autoayuda, #epicteto, #filosofia, #filosofía, #grecia, #hegel, #historia, #historia-de-la-filosofia, #kant, #marco-aurelio, #nietzsche, #philosophy, #platon, #roger-swidorowicz, #roma, #sartre, #socrates, #sofistas, #the-school-of-life