Izquierdo, derecho, para él había poca diferencia: Evaristo Beccalossi fue nuestro número 10, todo genio e inspiración, el clásico jugador con tanta clase para vender que, sin embargo, a veces es difícil ubicarlo en cancha. Un talento puro, que a veces parecía no estar en la cancha durante enteros partidos, pero que luego, al improviso y con un golpe repentino, era capaz de sorprender al público y dejarlo sin palabras. Un hombre que ha sabido resumir el fútbol como un espectáculo para los hinchas, condensándolo en tres simples conceptos: un dribbling para saludar al público, un túnel para sorprenderlo y un gol para entrar en el corazón. No por casualidad, Evaristo Beccalossi se ha ganado con razón un lugar en nuestra historia dedicada a los grandes números 10.
Izquierdo, derecho, para él había poca diferencia: Evaristo Beccalossi fue nuestro número 10, todo genio e inspiración, el clásico jugador con tanta clase para vender que, sin embargo, a veces es difícil ubicarlo en cancha. Un talento puro, que a veces parecía no estar en la cancha durante enteros partidos, pero que luego, al improviso y con un golpe repentino, era capaz de sorprender al público y dejarlo sin palabras. Un hombre que ha sabido resumir el fútbol como un espectáculo para los hinchas, condensándolo en tres simples conceptos: un dribbling para saludar al público, un túnel para sorprenderlo y un gol para entrar en el corazón. No por casualidad, Evaristo Beccalossi se ha ganado con razón un lugar en nuestra historia dedicada a los grandes números 10.
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