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Evangelio Diario
LITURGIA - 09 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 9, 16-19. 22-27
Salmo 83
Evangelio Lucas 6, 39-42

“¿Puede un ciego guiar a otro ciego?”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
«¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9, 16), declaraba san Pablo. Si a nosotros el Señor Jesús nos ha cambiado la vida, y nos la cambia cada vez que acudimos a Él, ¿cómo no sentir la pasión de darlo a conocer a todos los que conocemos en el trabajo, en la escuela, en el edificio, en el hospital, en distintos lugares de reunión? Si miramos a nuestro alrededor, nos encontramos con personas que estarían disponibles para iniciar o reiniciar un camino de fe, si se encontrasen con cristianos enamorados de Jesús. ¿No deberíamos y no podríamos ser nosotros esos cristianos? Os dejo esta pregunta: «¿De verdad estoy enamorado de Jesús? ¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación?». Y, si estoy enamorado, debo darlo a conocer. Pero tenemos que ser valientes: bajar las montañas del orgullo y la rivalidad, llenar barrancos excavados por la indiferencia y la apatía, enderezar los caminos de nuestras perezas y de nuestros compromisos. (Angelus, 6 diciembre 2015)


Reflexión del Evangelio de hoy (Sor Mª Ángeles Calleja O.P.)
Revisión oftalmológica para los ojos del corazón
Proyección lo llama el psicoanálisis clásico freudiano al mecanismo de defensa utilizado por la persona en la que impulsos, sentimientos y deseos propios se atribuyen a otro objeto (sea persona, fenómeno, cosa externa).

La cuestión viene de lejos. Ya el autor sagrado recrea en el relato de la caída (Gén 3) un escenario cuyo denominador común se concentra en que el ser humano, a toda costa, busca eximirse de su actuación errada, buscando para ello -a tiempo y destiempo- un chivo expiatorio donde depositar el contubernio montado, quedando así inmaculado (según su planteamiento) y por ello con derechos para arbitrar los despropósitos ajenos, intentando a toda costa enmendar la plana al que ha sentado en el banquillo de los acusados.

El Maestro es categórico al respecto, formulando una cuestión que le sirve para sajar la ceguera y actuar como colirio para la misma: «- ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?» (Lc 6,39)

Hoyo que simboliza parálisis en el crecimiento integral del ser humano por abundancia de oscuridad, que no es otra cosa que ausencia de luz. Bien lo recita el refranero popular con aquello de: «Consejos vendo y para mí no tengo».

La parábola que el texto lucano pone en boca de Jesús, se convierte en piedra de clave que sostiene la estructura de la naturaleza esencial que somos, haciendo frente a las trampas en que se mueve el falso yo, invitándonos a transitar de manera permanente el camino del conocimiento de uno mismo, pudiendo decir con San Pablo: «Corro, no al azar; lucho, no contra el aire; sino que entreno mi cuerpo y lo someto, no sea que, después de proclamar para otros, quede yo descalificado» (1ª Cor 9, 26-27).

El apóstol de los gentiles es sabedor del peligro de los maquillajes, lifting y demás postizos que son garante de una «corona que se marchita» (v. 25); de facto, de disfrute limitado con la consiguiente insatisfacción.

La corona incorruptible, de la que se hace vocero S. Pablo, invitando a acoger -a tiempo y a destiempo-, al que es la Buena Noticia, con rostro y nombre concreto: Jesús, llamado el Cristo.
Aquel del que se canta según la oda de Gat, de los hijos de Coré, en el Salmo 83: «Dichoso el que encuentra en ti su fuerza y tiene tus caminos en su corazón»(v.6)

La sociedad de cada tiempo y la nuestra en grado superlativo vende el sentido de la vida en estuche de programas emocionales de felicidad, diseñados a medida del ego y por ello, infectados de autorreferencialidad, -como insiste hasta la saciedad el papa Francisco-, siendo por ello botín de cajón desastre.

La Buena Noticia no se cifra en estar exentos de problemas, combates, contrariedades, contratiempos, sino que «cuando atravesamos áridos valles, los convertimos en oasis» (v.7), porque quien se definió como «el Camino» (Jn 14,6) se convierte en camino del caminante… y entonces se encarnan aquellas letras del poema de D. Antonio Machado: «Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar»…la de los perfectísimos, inmaculados… doctorcillos de la vida que se dedican a sacar pajas en ojo ajeno, teniendo vigas en los propios.

Ea!, que a cada uno se nos tome la tensión ocular… la del corazón, por si tenemos que pedir cita para revisión oftalmológica.


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 9, 16-19. 22-27
Hermanos: No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación.
Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
¿No saben que en el estadio todos los corredores compiten, pero uno solo recibe el premio? Corran de manera que consigan el premio. Además, todos los atletas se privan de muchas cosas: ellos lo hacen por un premio que se acaba; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.
Así pues, yo corro, pero no a ciegas, y lucho, pero no dando golpes al aire, sino que domino mi cuerpo y lo obligo a que me sirva, no sea que, después de predicar a los demás, quede yo descalificado.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 6, 39-42
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”.


Oración

Señor, te pido que me enseñes a acondicionar mi ser interno; yo me comprometo a privarme de todo aquello que me daña y que limita mi desarrollo; además de disciplinarme en cada cosa que me edifique para llegar a la estatura del hombre perfecto, hasta tu plenitud.

Acción

Hoy cuidaré de ser diligente en mis prácticas diarias de oración y me privaré de algo como parte de la ascesis diaria.
Evangelio Diario LITURGIA - 09 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II III Semana del Salterio Primera Lectura 1 Corintios 9, 16-19. 22-27 Salmo 83 Evangelio Lucas 6, 39-42 “¿Puede un ciego guiar a otro ciego?” PALABRAS DEL SANTO PADRE «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9, 16), declaraba san Pablo. Si a nosotros el Señor Jesús nos ha cambiado la vida, y nos la cambia cada vez que acudimos a Él, ¿cómo no sentir la pasión de darlo a conocer a todos los que conocemos en el trabajo, en la escuela, en el edificio, en el hospital, en distintos lugares de reunión? Si miramos a nuestro alrededor, nos encontramos con personas que estarían disponibles para iniciar o reiniciar un camino de fe, si se encontrasen con cristianos enamorados de Jesús. ¿No deberíamos y no podríamos ser nosotros esos cristianos? Os dejo esta pregunta: «¿De verdad estoy enamorado de Jesús? ¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación?». Y, si estoy enamorado, debo darlo a conocer. Pero tenemos que ser valientes: bajar las montañas del orgullo y la rivalidad, llenar barrancos excavados por la indiferencia y la apatía, enderezar los caminos de nuestras perezas y de nuestros compromisos. (Angelus, 6 diciembre 2015) Reflexión del Evangelio de hoy (Sor Mª Ángeles Calleja O.P.) Revisión oftalmológica para los ojos del corazón Proyección lo llama el psicoanálisis clásico freudiano al mecanismo de defensa utilizado por la persona en la que impulsos, sentimientos y deseos propios se atribuyen a otro objeto (sea persona, fenómeno, cosa externa). La cuestión viene de lejos. Ya el autor sagrado recrea en el relato de la caída (Gén 3) un escenario cuyo denominador común se concentra en que el ser humano, a toda costa, busca eximirse de su actuación errada, buscando para ello -a tiempo y destiempo- un chivo expiatorio donde depositar el contubernio montado, quedando así inmaculado (según su planteamiento) y por ello con derechos para arbitrar los despropósitos ajenos, intentando a toda costa enmendar la plana al que ha sentado en el banquillo de los acusados. El Maestro es categórico al respecto, formulando una cuestión que le sirve para sajar la ceguera y actuar como colirio para la misma: «- ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?» (Lc 6,39) Hoyo que simboliza parálisis en el crecimiento integral del ser humano por abundancia de oscuridad, que no es otra cosa que ausencia de luz. Bien lo recita el refranero popular con aquello de: «Consejos vendo y para mí no tengo». La parábola que el texto lucano pone en boca de Jesús, se convierte en piedra de clave que sostiene la estructura de la naturaleza esencial que somos, haciendo frente a las trampas en que se mueve el falso yo, invitándonos a transitar de manera permanente el camino del conocimiento de uno mismo, pudiendo decir con San Pablo: «Corro, no al azar; lucho, no contra el aire; sino que entreno mi cuerpo y lo someto, no sea que, después de proclamar para otros, quede yo descalificado» (1ª Cor 9, 26-27). El apóstol de los gentiles es sabedor del peligro de los maquillajes, lifting y demás postizos que son garante de una «corona que se marchita» (v. 25); de facto, de disfrute limitado con la consiguiente insatisfacción. La corona incorruptible, de la que se hace vocero S. Pablo, invitando a acoger -a tiempo y a destiempo-, al que es la Buena Noticia, con rostro y nombre concreto: Jesús, llamado el Cristo. Aquel del que se canta según la oda de Gat, de los hijos de Coré, en el Salmo 83: «Dichoso el que encuentra en ti su fuerza y tiene tus caminos en su corazón»(v.6) La sociedad de cada tiempo y la nuestra en grado superlativo vende el sentido de la vida en estuche de programas emocionales de felicidad, diseñados a medida del ego y por ello, infectados de autorreferencialidad, -como insiste hasta la saciedad el papa Francisco-, siendo por ello botín de cajón desastre. La Buena Noticia no se cifra en estar exentos de problemas, combates, contrariedades, contratiempos, sino que «cuando atravesamos áridos valles, los convertimos en oasis» (v.7), porque quien se definió como «el Camino» (Jn 14,6) se convierte en camino del caminante… y entonces se encarnan aquellas letras del poema de D. Antonio Machado: «Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar»…la de los perfectísimos, inmaculados… doctorcillos de la vida que se dedican a sacar pajas en ojo ajeno, teniendo vigas en los propios. Ea!, que a cada uno se nos tome la tensión ocular… la del corazón, por si tenemos que pedir cita para revisión oftalmológica. LECTURA DEL DÍA Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1 Cor 9, 16-19. 22-27 Hermanos: No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación. Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes. ¿No saben que en el estadio todos los corredores compiten, pero uno solo recibe el premio? Corran de manera que consigan el premio. Además, todos los atletas se privan de muchas cosas: ellos lo hacen por un premio que se acaba; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así pues, yo corro, pero no a ciegas, y lucho, pero no dando golpes al aire, sino que domino mi cuerpo y lo obligo a que me sirva, no sea que, después de predicar a los demás, quede yo descalificado. EVANGELIO DEL DÍA Lectura del santo evangelio según san Lucas Lc 6, 39-42 En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Oración Señor, te pido que me enseñes a acondicionar mi ser interno; yo me comprometo a privarme de todo aquello que me daña y que limita mi desarrollo; además de disciplinarme en cada cosa que me edifique para llegar a la estatura del hombre perfecto, hasta tu plenitud. Acción Hoy cuidaré de ser diligente en mis prácticas diarias de oración y me privaré de algo como parte de la ascesis diaria. read more read less

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