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Evangelio Diario
LITURGIA - 21 DE MARZO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Morado
IV Semana del Tiempo de Cuaresma
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Ezequiel 47, 1-9. 12
Salmo 45
Evangelio Juan 5, 1-16

“Levántate, toma tu camilla y echa a andar”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Nos hace pensar la actitud de este hombre. ¿Estaba enfermo? Sí, tal vez tenía alguna parálisis, pero parece que podía caminar un poco. Pero estaba enfermo en su corazón, estaba enfermo en su alma, estaba enfermo de pesimismo, estaba enfermo de tristeza, estaba enfermo de pereza. Esta es la enfermedad de este hombre: “Sí, quiero vivir, pero...”, se quedaba allí. Y su respuesta no es: “¡Sí, quiero curarme!”. No, es quejarse: “Los otros llegan antes, siempre los otros”. (…) Pensemos también en nosotros, si uno de nosotros está en el peligro de caer en esta pereza, en este pecado “neutral”: el pecado del neutro es éste, ni blanco ni negro, no se sabe qué es. Y este es un pecado que el diablo puede usar para aniquilar nuestra vida espiritual y también nuestras vidas como personas. Que el Señor nos ayude a entender lo feo y lo malo que es este pecado. (Homilía de Santa Marta, 24 marzo 2020)


REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez)
Habrá vida dondequiera que llegue la corriente
Avanzamos en el camino cuaresmal, nos aproximamos a la Pascua y el profeta Ezequiel nos habla hoy del agua que brota del Templo y conforme avanza crece en profundidad, tanto, que solo se puede atravesar a nado. El Templo para el judío es el lugar de la presencia de Dios por excelencia, lugar de culto, lugar de Encuentro. Esta agua que brota de su interior es símbolo de la gracia, del don de Dios que actuando hace fructificar y llena de vida todo lo que toca, por eso a ambos lados de este manantial crecen árboles frutales cuyas hojas no se marchitan, sus frutos se renuevan constantemente y su agua limpia y purifica las aguas salobres y pútridas del Mar Muerto, de ahí la afirmación “habrá vida dondequiera que llegue la corriente”.
¿Nos dejamos tocar por el agua que brota, no ya del templo material, sino del Costado abierto de Cristo en la Cruz, verdadero Templo de Dios?

¿Quieres quedar sano?
Lo que contemplamos como profecía en el Antiguo Testamento, Jesús lo realiza a lo largo de su vida pública. Entre otros testimonios, en el evangelio de hoy, Juan nos presenta el encuentro de Jesús con un hombre que llevaba muchos años postrado, enfermo, al que se acerca y directamente le pregunta “¿quieres quedar sano?”; con sorpresa nos llaman la atención dos cosas, primero que Jesús, a diferencia de otras curaciones que realiza, no le pide tener fe en Él previamente, y segundo, que esta persona no le responde afirmativamente, sino que le expone excusas y motivos por los que no aspira a ser curado; es como si ya se hubiera acostumbrado y aceptara su estado de postración y enfermedad. Jesús lo escucha como desea escucharnos a nosotros y quiere que le expongamos, que le expresemos nuestras necesidades, nuestras enfermedades y dolencias, nuestras tristezas y angustias, lo que nos ata e impide levantarnos y avanzar en el camino del bien, de la entrega, de la caridad, de la confianza, de la fidelidad a los compromisos adquiridos…. Él desea que con sinceridad y sencillez le manifestemos nuestra situación real, nuestros pecados, nuestras historias, nuestros fracasos y frustraciones, nuestras cobardías, perezas y limitaciones aun sabiendo que Él ya las conoce.
A la luz de esta Palabra de Dios, debemos preguntarnos, ¿dónde estoy yo postrado?, ¿cuál es mi camilla?, ¿a qué me aferro para no cambiar, para no salir de mi parálisis anímica, espiritual, de fe, de alegría, de esperanza, de amor, de ilusión?
Jesús en esta cuaresma y a pesar de nuestra falta de fe nos dice: Levántate, toma tu camilla y echa a andar, reconoce que el Señor del universo está con nosotros, que nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Dejemos actuar a la gracia de Dios en nuestras vidas, no le pongamos obstáculo, dejémonos tocar por ella. Jesús quiere y puede sanarnos y su acción es siempre gratuita, como lo fue toda su vida, muerte y resurrección.


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Ezequiel
Ez 47, 1-9. 12
En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?”

Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: “Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina”.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 5, 1-16
Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: "¿Quieres curarte?" Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda". Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: "No te es lícito cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y anda' ". Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?" Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.


Oración
Haz, Señor, que ese torrente de tu Espíritu fluya en todo mi ser, limpia mi amargura y transfórmala en dulzura y alegría; que ese río se acreciente en mi vida, pues sé que todo lugar por donde pasa prospera, y quiero que esto sea real en mí, quiero prosperar por tu Espíritu, que pueda dar fruto abundante y que incluso sea yo mismo una bendición, salud y dicha para los que me rodean.

Acción
Hoy buscaré alguna oración al Espíritu Santo para repetirla constantemente en el día. Y además buscaré ser bendición para alguna persona a mi alrededor.
Evangelio Diario LITURGIA - 21 DE MARZO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Morado IV Semana del Tiempo de Cuaresma Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana del Salterio Primera Lectura Ezequiel 47, 1-9. 12 Salmo 45 Evangelio Juan 5, 1-16 “Levántate, toma tu camilla y echa a andar” PALABRAS DEL SANTO PADRE Nos hace pensar la actitud de este hombre. ¿Estaba enfermo? Sí, tal vez tenía alguna parálisis, pero parece que podía caminar un poco. Pero estaba enfermo en su corazón, estaba enfermo en su alma, estaba enfermo de pesimismo, estaba enfermo de tristeza, estaba enfermo de pereza. Esta es la enfermedad de este hombre: “Sí, quiero vivir, pero...”, se quedaba allí. Y su respuesta no es: “¡Sí, quiero curarme!”. No, es quejarse: “Los otros llegan antes, siempre los otros”. (…) Pensemos también en nosotros, si uno de nosotros está en el peligro de caer en esta pereza, en este pecado “neutral”: el pecado del neutro es éste, ni blanco ni negro, no se sabe qué es. Y este es un pecado que el diablo puede usar para aniquilar nuestra vida espiritual y también nuestras vidas como personas. Que el Señor nos ayude a entender lo feo y lo malo que es este pecado. (Homilía de Santa Marta, 24 marzo 2020) REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez) Habrá vida dondequiera que llegue la corriente Avanzamos en el camino cuaresmal, nos aproximamos a la Pascua y el profeta Ezequiel nos habla hoy del agua que brota del Templo y conforme avanza crece en profundidad, tanto, que solo se puede atravesar a nado. El Templo para el judío es el lugar de la presencia de Dios por excelencia, lugar de culto, lugar de Encuentro. Esta agua que brota de su interior es símbolo de la gracia, del don de Dios que actuando hace fructificar y llena de vida todo lo que toca, por eso a ambos lados de este manantial crecen árboles frutales cuyas hojas no se marchitan, sus frutos se renuevan constantemente y su agua limpia y purifica las aguas salobres y pútridas del Mar Muerto, de ahí la afirmación “habrá vida dondequiera que llegue la corriente”. ¿Nos dejamos tocar por el agua que brota, no ya del templo material, sino del Costado abierto de Cristo en la Cruz, verdadero Templo de Dios? ¿Quieres quedar sano? Lo que contemplamos como profecía en el Antiguo Testamento, Jesús lo realiza a lo largo de su vida pública. Entre otros testimonios, en el evangelio de hoy, Juan nos presenta el encuentro de Jesús con un hombre que llevaba muchos años postrado, enfermo, al que se acerca y directamente le pregunta “¿quieres quedar sano?”; con sorpresa nos llaman la atención dos cosas, primero que Jesús, a diferencia de otras curaciones que realiza, no le pide tener fe en Él previamente, y segundo, que esta persona no le responde afirmativamente, sino que le expone excusas y motivos por los que no aspira a ser curado; es como si ya se hubiera acostumbrado y aceptara su estado de postración y enfermedad. Jesús lo escucha como desea escucharnos a nosotros y quiere que le expongamos, que le expresemos nuestras necesidades, nuestras enfermedades y dolencias, nuestras tristezas y angustias, lo que nos ata e impide levantarnos y avanzar en el camino del bien, de la entrega, de la caridad, de la confianza, de la fidelidad a los compromisos adquiridos…. Él desea que con sinceridad y sencillez le manifestemos nuestra situación real, nuestros pecados, nuestras historias, nuestros fracasos y frustraciones, nuestras cobardías, perezas y limitaciones aun sabiendo que Él ya las conoce. A la luz de esta Palabra de Dios, debemos preguntarnos, ¿dónde estoy yo postrado?, ¿cuál es mi camilla?, ¿a qué me aferro para no cambiar, para no salir de mi parálisis anímica, espiritual, de fe, de alegría, de esperanza, de amor, de ilusión? Jesús en esta cuaresma y a pesar de nuestra falta de fe nos dice: Levántate, toma tu camilla y echa a andar, reconoce que el Señor del universo está con nosotros, que nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Dejemos actuar a la gracia de Dios en nuestras vidas, no le pongamos obstáculo, dejémonos tocar por ella. Jesús quiere y puede sanarnos y su acción es siempre gratuita, como lo fue toda su vida, muerte y resurrección. LECTURA DEL DÍA Lectura de la profecía de Ezequiel Ez 47, 1-9. 12 En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar. Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?” Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: “Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina”. EVANGELIO DEL DÍA Lectura del santo evangelio según san Juan Jn 5, 1-16 Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: "¿Quieres curarte?" Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda". Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: "No te es lícito cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y anda' ". Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?" Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. Oración Haz, Señor, que ese torrente de tu Espíritu fluya en todo mi ser, limpia mi amargura y transfórmala en dulzura y alegría; que ese río se acreciente en mi vida, pues sé que todo lugar por donde pasa prospera, y quiero que esto sea real en mí, quiero prosperar por tu Espíritu, que pueda dar fruto abundante y que incluso sea yo mismo una bendición, salud y dicha para los que me rodean. Acción Hoy buscaré alguna oración al Espíritu Santo para repetirla constantemente en el día. Y además buscaré ser bendición para alguna persona a mi alrededor. read more read less

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