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Evangelio Diario
LITURGIA - 14 DE MARZO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Morado
III Semana del Tiempo de Cuaresma
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura Daniel 3, 25. 34-43
Salmo 24
Evangelio Mateo 18, 21-35

“¿Cuántas veces tengo que perdonarlo?”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Vemos en esta parábola dos actitudes diferentes: la de Dios, representado por el rey —que perdona tanto, porque Dios perdona siempre—, y la del hombre. En la actitud divina, la justicia está impregnada de misericordia, mientras que la actitud humana se limita a la justicia. Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente al poder del perdón, porque no todo en la vida se resuelve con la justicia, lo sabemos. (…) ¡Cuánto sufrimiento, cuántas divisiones, cuántas guerras podrían evitarse, si el perdón y la misericordia fueran el estilo de nuestra vida! También en familia, también en familia. Cuántas familias desunidas que no saben perdonarse, cuántos hermanos y hermanas que tienen ese rencor en su interior. Es necesario aplicar el amor misericordioso en todas las relaciones humanas: entre los esposos, entre padres e hijos, dentro de nuestras comunidades, en la Iglesia y también en la sociedad y la política. (Ángelus, 13 de septiembre de 2020)

REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (MM. Dominicas)
¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?
La pregunta que hoy hace Pedro a Jesús es de una actualidad tal que deberíamos hasta estar agradecidos con él por habérsela hecho. Es una pregunta que surge muchas veces en el interior y fácilmente se deja traslucir hacia afuera tras sentirnos ofendidos por actitudes de los que nos rodean o de realmente ser ofendidos.
Es un tema delicado sin duda. Un tema en el que Jesús insiste en muchas ocasiones y de diversas maneras en los Evangelios. Pero el Señor no quiere que lo vivamos como una exigencia moral sin más, sino como fruto de un encuentro con el Perdón.
El Señor nos da la respuesta a la pregunta ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano? Nos responde con un número exorbitante de veces: setenta veces siete. Si con solo leerlo ya nos da pereza, cuánto más para realizarlo.
Ese número gigantesco de veces que estamos llamados a perdonar no llega ni de lejos a lo que debía el siervo de la parábola al Rey.
Es verdad que existen las ofensas, deliberadas o sin deliberar; todos las sufrimos o las hacemos sufrir a otros. En estas situaciones el Señor nos llama a cambiar el foco y a responder a las ofensas o deudas con compasión.
Siendo sinceros, compadecernos del que nos ofende no es lo primero que nace en nuestro corazón. Esta experiencia de compasión sólo podemos tenerla con los demás después de haberla experimentado nosotros. Después de un encuentro vital.
Para este encuentro nos estamos preparando; para el encuentro con Aquel que ha cargado sobre sí todos nuestros pecados, que se ha convertidoen un gusano, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo (cfr. Salmo 22, 6);más aún, que se ha hecho un maldito ante su pueblo – porque dice la escritura – maldito el que cuelga de un madero (cfr. Gal 3,13).
Es un tiempo para ajustar cuentas con el Rey. Envía a su propio Hijo para llevarnos ante Él; el Príncipe de la paz lleva roja la túnica de sangre, camina con pies sangrantes y está coronado de espinas. Él se hace cargo de las cuentas y nos justifica hasta llegar a decir “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”(Lc 23, 34).
Y cuando experimentamos que realmente sus palabras son verdaderas en nosotros, que necesitamos su perdón y que nos lo ha concedido gratuitamente, nuestro corazón experimenta la compunción, la humildad, la compasión. Tenemos la experiencia de que, sin su misericordia, somos unos esclavos y vivimos ahogados con los intereses que traen los “negocios turbios”.
Solo esta profunda, real y consciente experiencia de necesidad permite que se caigan las escamas de nuestros ojos y reconozcamos que el que nos ha ofendido es tan frágil y pobre como nosotros, que tampoco sabe lo que hace.
Para vivir esto no debemos esperar al Viernes Santo. Este encuentro es necesario que se produzca HOY en la vida de cada uno. Hoy y cada día, para que, al sabernos amados en nuestra debilidad, vivamos los encuentros o situaciones, no desde el fastidio de las ofensas, ahogando al prójimo hasta que nos pague lo poco o mucho “que nos debe”, sino que vivamos en la plena libertad de los hijos de Dios – y dejemos vivir en ella – reconciliados, gozosos, agradecidos, enamorados del Dios que se ha compadecido de nosotros.


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Daniel
Dn 3, 25. 34-43
En aquel tiempo, Azarías oró al Señor, diciendo:
"Señor, Dios nuestro, no nos abandones nunca;
por el honor de tu nombre no rompas tu alianza;
no apartes de nosotros tu misericordia,
por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Jacob, tu santo,
a quienes prometiste multiplicar su descendencia,
como las estrellas del cielo y las arenas de la playa.

Pero ahora, Señor, nos vemos empequeñecidos
frente a los demás pueblos
y estamos humillados por toda la tierra,
a causa de nuestros pecados.
Ahora no tenemos príncipe ni jefe ni profeta;
ni holocausto ni sacrificio ni ofrenda ni incienso;
ni lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón adolorido
y nuestro espíritu humillado,
como un sacrificio de carneros y toros,
como un millar de corderos cebados.
Que ése sea hoy nuestro sacrificio
y que sea perfecto en tu presencia,
porque los que en ti confían no quedan defraudados.
Ahora te seguiremos de todo corazón;
te respetamos y queremos encontrarte;
no nos dejes defraudados.
Trátanos según tu clemencia
y tu abundante misericordia.
Sálvanos con tus prodigios
y da gloria a tu nombre".


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".

Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.

Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: 'Págame lo que me debes'. El compañero se le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.

Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: 'Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?' Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.

Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano".


Oración
Señor, me acerco a ti con un corazón abierto, con sencillez y humildad, y con esta actitud reconozco delante de tu presencia que mucho tiempo de mi vida he permanecido lejos del camino que hiciste para mí. Reconozco que los males que me han ocurrido son en buena medida porque he estado alejado de tu plan amoroso. Hoy te pido que, más que cualquier sacrificio, recibas mi corazón adolorido y mi espíritu humillado y arrepentido; confío en ti, Señor, y sé que no quedaré defraudado.

Acción
Hoy haré un examen de conciencia profundo y honesto, y programaré mi siguiente confesión para antes de que termine este mes.
Evangelio Diario LITURGIA - 14 DE MARZO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Morado III Semana del Tiempo de Cuaresma Liturgia de las Horas Tomo II III Semana del Salterio Primera Lectura Daniel 3, 25. 34-43 Salmo 24 Evangelio Mateo 18, 21-35 “¿Cuántas veces tengo que perdonarlo?” PALABRAS DEL SANTO PADRE Vemos en esta parábola dos actitudes diferentes: la de Dios, representado por el rey —que perdona tanto, porque Dios perdona siempre—, y la del hombre. En la actitud divina, la justicia está impregnada de misericordia, mientras que la actitud humana se limita a la justicia. Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente al poder del perdón, porque no todo en la vida se resuelve con la justicia, lo sabemos. (…) ¡Cuánto sufrimiento, cuántas divisiones, cuántas guerras podrían evitarse, si el perdón y la misericordia fueran el estilo de nuestra vida! También en familia, también en familia. Cuántas familias desunidas que no saben perdonarse, cuántos hermanos y hermanas que tienen ese rencor en su interior. Es necesario aplicar el amor misericordioso en todas las relaciones humanas: entre los esposos, entre padres e hijos, dentro de nuestras comunidades, en la Iglesia y también en la sociedad y la política. (Ángelus, 13 de septiembre de 2020) REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (MM. Dominicas) ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? La pregunta que hoy hace Pedro a Jesús es de una actualidad tal que deberíamos hasta estar agradecidos con él por habérsela hecho. Es una pregunta que surge muchas veces en el interior y fácilmente se deja traslucir hacia afuera tras sentirnos ofendidos por actitudes de los que nos rodean o de realmente ser ofendidos. Es un tema delicado sin duda. Un tema en el que Jesús insiste en muchas ocasiones y de diversas maneras en los Evangelios. Pero el Señor no quiere que lo vivamos como una exigencia moral sin más, sino como fruto de un encuentro con el Perdón. El Señor nos da la respuesta a la pregunta ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano? Nos responde con un número exorbitante de veces: setenta veces siete. Si con solo leerlo ya nos da pereza, cuánto más para realizarlo. Ese número gigantesco de veces que estamos llamados a perdonar no llega ni de lejos a lo que debía el siervo de la parábola al Rey. Es verdad que existen las ofensas, deliberadas o sin deliberar; todos las sufrimos o las hacemos sufrir a otros. En estas situaciones el Señor nos llama a cambiar el foco y a responder a las ofensas o deudas con compasión. Siendo sinceros, compadecernos del que nos ofende no es lo primero que nace en nuestro corazón. Esta experiencia de compasión sólo podemos tenerla con los demás después de haberla experimentado nosotros. Después de un encuentro vital. Para este encuentro nos estamos preparando; para el encuentro con Aquel que ha cargado sobre sí todos nuestros pecados, que se ha convertidoen un gusano, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo (cfr. Salmo 22, 6);más aún, que se ha hecho un maldito ante su pueblo – porque dice la escritura – maldito el que cuelga de un madero (cfr. Gal 3,13). Es un tiempo para ajustar cuentas con el Rey. Envía a su propio Hijo para llevarnos ante Él; el Príncipe de la paz lleva roja la túnica de sangre, camina con pies sangrantes y está coronado de espinas. Él se hace cargo de las cuentas y nos justifica hasta llegar a decir “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”(Lc 23, 34). Y cuando experimentamos que realmente sus palabras son verdaderas en nosotros, que necesitamos su perdón y que nos lo ha concedido gratuitamente, nuestro corazón experimenta la compunción, la humildad, la compasión. Tenemos la experiencia de que, sin su misericordia, somos unos esclavos y vivimos ahogados con los intereses que traen los “negocios turbios”. Solo esta profunda, real y consciente experiencia de necesidad permite que se caigan las escamas de nuestros ojos y reconozcamos que el que nos ha ofendido es tan frágil y pobre como nosotros, que tampoco sabe lo que hace. Para vivir esto no debemos esperar al Viernes Santo. Este encuentro es necesario que se produzca HOY en la vida de cada uno. Hoy y cada día, para que, al sabernos amados en nuestra debilidad, vivamos los encuentros o situaciones, no desde el fastidio de las ofensas, ahogando al prójimo hasta que nos pague lo poco o mucho “que nos debe”, sino que vivamos en la plena libertad de los hijos de Dios – y dejemos vivir en ella – reconciliados, gozosos, agradecidos, enamorados del Dios que se ha compadecido de nosotros. LECTURA DEL DÍA Lectura de la profecía de Daniel Dn 3, 25. 34-43 En aquel tiempo, Azarías oró al Señor, diciendo: "Señor, Dios nuestro, no nos abandones nunca; por el honor de tu nombre no rompas tu alianza; no apartes de nosotros tu misericordia, por Abraham, tu amigo, por Isaac, tu siervo, por Jacob, tu santo, a quienes prometiste multiplicar su descendencia, como las estrellas del cielo y las arenas de la playa. Pero ahora, Señor, nos vemos empequeñecidos frente a los demás pueblos y estamos humillados por toda la tierra, a causa de nuestros pecados. Ahora no tenemos príncipe ni jefe ni profeta; ni holocausto ni sacrificio ni ofrenda ni incienso; ni lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón adolorido y nuestro espíritu humillado, como un sacrificio de carneros y toros, como un millar de corderos cebados. Que ése sea hoy nuestro sacrificio y que sea perfecto en tu presencia, porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguiremos de todo corazón; te respetamos y queremos encontrarte; no nos dejes defraudados. Trátanos según tu clemencia y tu abundante misericordia. Sálvanos con tus prodigios y da gloria a tu nombre". EVANGELIO DEL DÍA Lectura del santo evangelio según san Mateo Mt 18, 21-35 En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete". Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: 'Págame lo que me debes'. El compañero se le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: 'Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?' Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía. Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Oración Señor, me acerco a ti con un corazón abierto, con sencillez y humildad, y con esta actitud reconozco delante de tu presencia que mucho tiempo de mi vida he permanecido lejos del camino que hiciste para mí. Reconozco que los males que me han ocurrido son en buena medida porque he estado alejado de tu plan amoroso. Hoy te pido que, más que cualquier sacrificio, recibas mi corazón adolorido y mi espíritu humillado y arrepentido; confío en ti, Señor, y sé que no quedaré defraudado. Acción Hoy haré un examen de conciencia profundo y honesto, y programaré mi siguiente confesión para antes de que termine este mes. read more read less

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