* Una herejía se difunde en medio de un terreno que le permite su expansión. A menudo se trata de una concepción exagerada que conduce al error con referencia a una determinada verdad de fe.

* En efecto, el arrianismo como herejía (difundido por un sacerdote llamado Arrio), encuentra en su momento un ambiente propicio en el que se difunde su doctrina herética: un ambiente judío que esperaba un Mesías, pero no a un Hijo de Dios; un ambiente pagano, en el que predominaba y estaba a la orden del día la realidad de los dioses y semi-dioses explicados a través de teogonías; y tercero, una realidad cristiana en constante crecimiento, extraño tanto para judíos como para paganos.

* Aunque los escritos de Arrio fueron quemados, existen dos tesis fundamentales de este sacerdote: la primera es una teogonía: hubo un tiempo en que Dios era Dios, pero no era Padre. Es decir, Dios empezó a ser Padre en el tiempo, por lo cual, el Hijo no era Dios porque está supeditado a la categoría tiempo-espacio. La segunda tesis arriana es: una cosa es la gloria que merece el Padre y otra la que recibe el Hijo. Se toman dos textos del Nuevo Testamento: Col. 1, 15 y Juan 14, 28.

* El arrianismo puede responderse, por lo menos, desde dos perspectivas: Primero, de acuerdo al argumento soteriológico: el Cristo que expone Arrio no tendría la capacidad de efectuar el acto salvífico con eficacia, porque si es un ser humano ¿por qué el género humano no es salvo en los profetas y sí en Jesucristo? Y si Cristo no es un ser humano, entonces no podría ser un referente para el hombre. Segundo, acudiendo al argumento textual: el uso que Arrio hace de los textos bíblicos para argumentar su teoría no cumple con la herramienta de Completud porque no explica a cabalidad todos los textos relevantes.