INTRODUCCIÓN

* Nuestro tiempo está demasiado marcado por una especie de materialismo subterráneo o larvado, que se nota en cosas como estas:

1. Al hablar de la misericordia, se mencionan casi solo las obras de misericordia corporales.

2. También los creyentes hablan de la muerte como de una realidad final usando las expresiones que usaría cualquier ateo: "Paz en su tumba" "Murió haciendo lo que le gustaba", etc.

3. Hablamos de la Iglesia solo en términos de la realidad visible y actualmente presente, olvidando la Iglesia Triunfante y la Iglesia Penitente.

* Tomar conciencia de ese materialismo y superarlo es indispensable para este tema.

AMOR Y SANTIDAD

* La santidad consiste en plenitud de amor a Dios y al prójimo, en razón de Dios. Amar así al prójimo significa amar la historia que Dios está haciendo con cada hermano.

COMUNIÓN DE LOS SANTOS

* Habiendo renacido del mismo y perfecto sacrificio de Cristo, y por el poder del agua y del único Espíritu, somos miembros los unos de los otros (1 Corintios 10).

* Esta unión profunda, basada en la caridad que fluye de unos a otros, es lo que llamamos "comunión de los santos." Nos enseña, en síntesis, que no haya nada totalmente "privado" en la vida cristiana: lo bueno levanta un poco a todos; lo malo hunde un poco a todos.

LA OBRA DE LOS SANTOS

* Los santos son modelo de vida, son eficaces intercesores y son auxilio porque cada uno, en proporción, participa algo del reinado de Cristo sobre este único universo.

LO OBJETIVO Y LO SUBJETIVO

* Enseña Santo Tomás, (Suma Teológica, III, q. 26) que mientras vamos de camino en esta tierra la caridad tiene también un aspecto subjetivo según la relación que tenemos con diversas personas, en razón de parentezco, deberes sociales, trabajo compartido, afinidad de caracteres u otros motivos.

* Esto vale también para nuestra relación con los santos: no necesariamente es más intensa la que se da con santos objetivamente más perfectos, por así decirlo.

SUGERENCIAS

* Al acercarnos a la biografía, los escritos y las devociones propias de un santo, es bueno detectar con fina sensibilidad qué experimentamos y qué frutos se dan en nosotros.

* Conviene también analizar cómo vivimos el acto de compartir ese amor y devoción con otras personas. La sinceridad es clave.

* Y por último estar atentos porque, aunque suene extraño, ellos, que de nosotros nada necesitan, en ocasiones derrochan bondad de Dios saliendo a nuestro encuentro.